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miércoles, 28 de agosto de 2024

Cierro los ojos


 

Cierro los ojos y el mundo se apaga,
desaparece el ruido, la prisa, el caos;
queda solo el latido de un silencio
que habla en susurros,
que dibuja el contorno de mi alma.

Cierro los ojos y se abre el universo,
un infinito sin tiempo ni lugar,
donde los sueños florecen en calma
como estrellas en la noche,
libres de miedo, de sombra y de sal.

Cierro los ojos y navego profundo,
donde el mar es de viento y el cielo es de agua;
y no hay caminos, solo el deseo
de hallar en el misterio
la verdad que aguarda.

Cierro los ojos y siento el latido,
el pulso de la vida que corre en mis venas,
y en la quietud del alma, me vuelvo
una chispa en la noche,
una luz que no cesa.

Cierro los ojos y me encuentro conmigo,
con ese yo que a veces se oculta
entre el bullicio del día y la máscara ajena,
y en esa penumbra me abrazo,
me descubro, me entiendo, me siento.

Cierro los ojos y no hay más distancia
entre lo que soy y lo que anhelo ser;
en la oscuridad, florece la esperanza,
y en el eco del silencio
comienza a renacer.

jueves, 25 de julio de 2024

La danza del colibrí


 

En el jardín de la vida,

donde las flores susurran,

un pequeño colibrí danza,

suave brisa, dulce y pura.


Con alas de terciopelo,

que vibran en un suspiro,

se mueve de flor en flor,

como un delicado giro.


El sol besa sus colores,

iridiscente esplendor,

cada pluma es un destello,

en un mágico fulgor.


Sus ojos, dos luceros,

que brillan con alegría,

reflejan el cielo abierto,

y la promesa del día.


El néctar es su tesoro,

dulzura que lo embriaga,

en cada vuelo ligero,

una canción deshilvana.


Danza, colibrí divino,

en tu frenesí de amor,

celebra la vida plena,

en un eterno fervor.


Tu vuelo es un poema,

escrito en el aire azul,

con cada aleteo dices,

que la vida es un festín.


En el jardín de la vida,

donde las flores susurran,

un pequeño colibrí danza,

y su espíritu perdura.


viernes, 19 de julio de 2024

Libélula


 

En el espejo del estanque calma,

la libélula danza, grácil y ligera,

sus alas destellan como cristales al alba,

un sueño alado, una joya pasajera.


Surca el aire en giros de esmeralda,

besando el viento con silencioso fulgor,

sus ojos, dos orbes que el misterio guarda,

observan el mundo con antiguo amor.


En su vuelo libre, sin rumbo ni destino,

cabalga la brisa, se funde en el sol,

es un poema vivo, sin rima ni ritmo,

que escribe en el cielo su eterno rol.


La flor la contempla con dulce anhelo,

sus pétalos se abren en tímido suspiro,

la libélula, etérea, se eleva en un vuelo,

dejando tras de sí un brillo, un susurro.


Oh, libélula, guardiana de lagunas ocultas,

en tu frágil danza encuentro mi paz,

una historia efímera que el tiempo sepulta,

pero en cada ala, la eternidad se va.


viernes, 5 de julio de 2024

Parque de Atracciones


 

En el corazón del parque, bajo el cielo azul cobalto,

donde las risas se mezclan con el viento en un canto alto,

un niño sueña despierto, con ojos de luz brillante,

en el carrusel mágico, en su mundo deslumbrante.


Caballos de madera, con crines de oro y plata,

giran y giran sin cesar, en una danza que desata

la imaginación sin límites, en una tarde dorada,

donde todo es posible, donde la realidad es difusa y nada.


Montañas rusas que tocan las estrellas,

vuelan veloces, dejan atrás las huellas,

de miedos y dudas, se elevan hacia el infinito,

gritos de alegría, en un vuelo exquisito.


Las luces de neón dibujan constelaciones,

creando universos en cada rincón,

mientras el niño ríe, libre de preocupaciones,

perdido en la magia, en su propia canción.


En la casa de los espejos, su reflejo se transforma,

es un caballero valiente, una figura que asombra,

o tal vez un mago, con poderes extraordinarios,

en cada esquina, nuevas aventuras, nuevos escenarios.


El algodón de azúcar, como nubes de fantasía,

endulza sus labios, en una tarde que brilla,

con colores vibrantes, con sabores encantados,

en el parque de atracciones, donde los sueños son dorados.


Y al caer la noche, con las estrellas como testigos,

el niño regresa a casa, con su corazón henchido,

de recuerdos y fantasías, de un día que fue eterno,

donde cada instante fue un tesoro, en su parque de sueños.


La luna, su cómplice, le sonríe desde el cielo,

sabe que en su mente, aún gira el carrusel en duelo,

pues en los ojos de un niño, la magia nunca muere,

en cada parque de atracciones, un nuevo sueño florece.









miércoles, 3 de julio de 2024

Payaso de Sonrisas Tristes


 

En la carpa del circo, bajo luces brillantes,
baila un payaso con zapatos gigantes.
Con rostro pintado de blanco y carmín,
oculta sus penas tras un gran confín.

Ríe y salta, el público encantado,
su risa resuena en el eco dorado.
Con nariz de bola y ojos de estrella,
disimula su llanto en la noche bella.

Un truco, una broma, la audiencia estalla,
mientras su corazón en silencio calla.
Entre aplausos y risas, en soledad mora,
su alma anhela lo que nadie adora.

Un amor perdido, un sueño olvidado,
se esconden tras gestos de un ser enamorado.
Cada caída, cada tropezón,
esconde una historia de pasión.

Sus manos que crean globos de colores,
quisieran tocar más que simples flores.
Pero en su mundo de risas y juegos,
queda atrapado en sus propios ruegos.

Cuando las luces se apagan y el circo se va,
el payaso se quita su máscara ya.
Mira al espejo, su cara sin pinta,
y ve a un alma cansada, en la sombra indistinta.

Al final de la noche, solo en su rincón,
el payaso encuentra su propia canción.
Llora en silencio, su tristeza respira,
mientras el mundo sonríe, su dolor no expira.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

Santa Lucía luz Divina


 

A Santa Lucía, protectora de la penumbra,

en la negrura de la vida, tu luz relumbra.

Patrona de los ciegos, guía divina,

en tu presencia, la oscuridad se inclina.


Oh, santa de los ojos que no ven,

en tu nombre, la esperanza sostén.

En la sombra que envuelve nuestros días,

tus manos nos llevan por nuevas vías.


Eres faro en la noche sin estrellas,

resplandeces en las almas más huellas.

Con cada paso que damos a ciegas,

tus rayos de luz, nuestras sendas siegas.


En tus manos, la luz es un milagro,

iluminas caminos en este mar bravo.

Los ciegos te miran con devoción,

en tu nombre, buscamos redención.


Santa Lucía, con tu mirada serena,

despierta en nosotros la fe plena.

Elevamos nuestras voces en plegaria,

bajo tu amparo, encontramos alegría.


Tus ojos, estrellas en la noche oscura,

reflejan la luz que en el alma perdura.

Patrona de los ciegos, madre querida,

en tu luz divina, hallamos la vida.






lunes, 7 de agosto de 2023

Con una mirada



Con una mirada, el mundo cambia de tono,
Un destello de alma que ilumina el otoño,
En tus ojos encuentro un universo completo,
Donde los sentimientos bailan en secreto.

Una mirada suave, como caricia de brisa,
Despierta emociones, a la vez que avisa,
Que el corazón late al ritmo de un suspiro,
Y el tiempo se detiene en un eterno giro.

En tus pupilas, reflejo de sueños y deseos,
Se entrelazan historias, como versos en ríos,
Cada parpadeo cuenta una parte de tu historia,
Y en esa conexión, se revela tu gloria.

Una mirada feroz, llena de pasión ardiente,
Enciende las llamas de un amor creciente,
Dos almas que se encuentran en un baile eterno,
Donde los silencios hablan con profundo invierno.

Con una mirada, el tiempo se hace fugaz,
Se cruzan los mundos sin necesidad de paz,
Es el lenguaje que trasciende las palabras,
La poesía que se teje en las almas labradas.

Así, con una mirada, el poema se teje,
Un encuentro de almas que el destino protege,
En ese instante mágico, el mundo se transforma,
Y la esencia del amor en los ojos se conforma.






 

miércoles, 2 de agosto de 2023

Osito fiel de mi infancia


En el rincón de los recuerdos, brillante y tierno,
Permanece un osito, amigo verdadero y eterno,
Peluche de suave abrazo, en risas y en llanto,
Jugábamos juntos, en cada rincón y encanto.

Tus ojos de botón, mirada cómplice y serena,
Guiaban nuestras aventuras, en la infancia plena,
Tantas tardes compartidas, secretos susurrados,
Eras el confidente de mis sueños anhelados.

A través de las estaciones, fuiste testigo fiel,
De risas contagiosas a algún pequeño traspiés.
Siempre estabas allí, paciente y reconfortante,
En tu felpa abrazo hallaba consuelo reconfortante.

Explorábamos mundos en la imaginación volando,
Combatiendo dragones, en la sala luchando,
En tardes lluviosas o en la luz del amanecer,
Tú, osito valiente, nunca dejabas de entender.

El tiempo avanza implacable, los años se han ido,
Pero en mi corazón, querido osito, sigues conmigo,
Aunque ya no juegue como en aquel ayer dorado,
Tu esencia perdura, en cada paso y cada trazo.

Osito de mis días de inocencia y alegría,
Hoy te canto en este poema, con la melancolía,
Gracias por ser mi amigo, mi compañero leal,
En mi historia infantil, eres un tesoro sin igual.





 

martes, 27 de junio de 2023

Ojos inocentes


 

En un mundo de sombras y de grises,
donde a menudo el dolor se desliza,
aparece un niño con ojos inocentes,
radiantes estrellas en su mirada presente.

Sus ojos, luceros de pureza y candor,
reflejan la magia que hay en su interior.
Son dos luciérnagas llenas de asombro,
que iluminan mi mundo en cada encuentro.

En ellos encuentro un mar sin horizontes,
un universo de sueños y horizontes,
donde el amor florece en cada destello,
y la esperanza se cuela en su reflejo.

Sus ojos son ventanas a un mundo mejor,
donde los corazones se llenan de color.
Son pequeñas puertas hacia la fantasía,
donde todo es posible, sin melancolía.

Cuando esos ojos me miran con ternura,
se despierta en mí una paz que perdura.
Me transportan a un lugar lleno de alegría,
donde las sonrisas son eternas melodías.

En esos ojos inocentes veo un futuro,
donde la inocencia sea siempre el seguro,
donde la bondad sea la única moneda,
y la compasión sea la fuerza que nos queda.

A los ojos de un niño, regalo divino,
les dedico este poema con todo mi cariño.
Que nunca pierdan su brillo ni su magia,
y que siempre inspiren esperanza y gracia.

sábado, 1 de marzo de 2014

"La esposa infiel"


Mañanita, mañanita,
mañanita de San Simón,
estaba una señorita,
sentadita en su balcón,
arreglada y bien compuesta
con un poco de primor.
Al pasar el caballero,
hijo del emperador,
con la bandurria en la mano,
esta canción le cantó:
«Dormiré contigo, Luna;
dormiré contigo, Sol.»
La joven le contestó: 
«Venga usté una noche o dos;
mi marido esta cazando
en los montes de León.»
Para que no vuelva más
le echaré una maldición:
«Cuervos le saquen los ojos,
águilas el corazón,
y los perros con que él caza
lo saquen en procesión».
Al decir estas palabras
el caballero llegó.
«Ábreme la puerta, Luna,
ábreme la puerta, Sol,
que traigo un león vivo,
de los montes de León.»
Va Luna a abrirle la puerta,
mudadita de color.
«¡O tú tienes calentura
o tú tienes nuevo amor!»
«Yo no traigo calentura,
ni tampoco nuevo amor;
¡se me han perdido las llaves
de tu rico comedor!»
«Un platero tengo en Francia
y otro tengo en Aragón.
Fue a abrazar a su señora
y el caballo relinchó.
¿De quién es ese caballo
que en mi cuadra siento yo?»
«Ese es tuyo, dueño mío,
mi padre te lo mandó,
pa' que vayas a cazar
a los montes de León.»
«Mil gracias dale a tu padre
que caballo tengo yo;
cuando yo no lo tenía
nunca me lo regaló.
¿De quién es ese sombrero
que en mi percha veo yo?»
«Ese es tuyo, esposo mío,
mi padre te lo mandó,
pa' que vayas a la boda
de mi hermana la mayor.»
«Muy feliz sea tu hermana,
que sombrero tengo yo,
cuando yo no lo tenía
nunca me lo regaló.
¿De quién es esa escopeta
que en mi rincón veo yo?»
«Esa es tuya, amado mío,
mi padre te la mandó,
pa' que fueras a cazar
a los montes de León.»
-Mil gracias dale a tu padre,
que escopeta tengo yo;
cuando yo no la tenía
nunca me la regaló.»
El joven ya con sospechas, 
a la cama se acercó.
«¿Quién es este caballero,
que en mi cama veo yo?»
«¡Mátame, marido mío,
que te he jugado traición!»
Él la cogió por un brazo 
y al suegro se la llevó.
«Téngala usté, suegro mío,
que me ha jugado traición.»
«Llévatela, yerno mío,
que la Iglesia te la dio.»
Él con ira la amenaza
y al campo se la llevó.
Le ha dado una puñalada
que el corazón le enfrió.
A la una murió ella,
a las dos murió su amor,
y el otro como tunante 
en la cama se quedó.




viernes, 28 de febrero de 2014

Rima I


Yo sé un himno gigante y extraño 
que anuncia en la noche del alma una aurora, 
y estas páginas son de ese himno 
cadencias que el aire dilata en las sombras. 

Yo quisiera escribirle, del hombre 
domando el rebelde, mezquino idioma, 
con palabras que fuesen a un tiempo 
suspiros y risas, colores y notas. 

Pero en vano es luchar, que no hay cifra 
capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!, 
si, teniendo en mis manos las tuyas, 
pudiera, al oído, cantártelo a solas.


Gustavo Adolfo Bécquer


Amor eterno


Podrá nublarse el sol eternamente; 
Podrá secarse en un instante el mar; 
Podrá romperse el eje de la tierra 
Como un débil cristal. 
¡todo sucederá! Podrá la muerte 
Cubrirme con su fúnebre crespón; 
Pero jamás en mí podrá apagarse 
La llama de tu amor.


Gustavo Adolfo Bécquer

jueves, 27 de febrero de 2014

Amorosa anticipación


Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta 
ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña, 
ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o silencios 
serán favor tan misterioso 
como el mirar tu sueño implicado 
en la vigilia de mis brazos. 
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño, 
quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige, 
me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes, 
Arrojado a quietud 
divisaré esa playa última de tu ser 
y te veré por vez primera, quizá, 
como Dios ha de verte, 
desbaratada la ficción del Tiempo 
sin el amor, sin mí.


Jorge Luis Borges



miércoles, 26 de febrero de 2014

Coloquio de los centauros


En la isla en que detiene su esquife el argonauta 
del inmortal Ensueño, donde la eterna pauta 
de las eternas liras se escucha ?isla de oro 
en que el tritón elige su caracol sonoro 
y la sirena blanca va a ver el sol? un día 
se oye el tropel vibrante de fuerza y de harmonía. 

Son los Centauros. Cubren la llanura. Les siente 
la montaña. De lejos, forman són de torrente 
que cae; su galope al aire que reposa 
despierta, y estremece la hoja del laurel-rosa. 

Son los Centauros. Unos enormes, rudos; otros 
alegres y saltantes como jóvenes potros; 
unos con largas barbas como los padres-ríos; 
otros imberbes, ágiles y de piafantes bríos, 
y robustos músculos, brazos y lomos aptos 
para portar las ninfas rosadas en los raptos. 

Van en galope rítmico, Junto a un fresco boscaje, 
frente al gran Océano, se paran. El paisaje 
recibe de la urna matinal luz sagrada 
que el vasto azul suaviza con límpida mirada. 
Y oyen seres terrestres y habitantes marinos 
la voz de los crinados cuadrúpedos divinos. 

QUIRÓN 

Calladas las bocinas a los tritones gratas, 
calladas las sirenas de labios escarlatas, 
los carrillos de Eolo desinflados, digamos 
junto al laurel ilustre de florecidos ramos 
la gloria inmarcesible de las Musas hermosas 
y el triunfo del terrible misterio de las cosas. 
He aquí que renacen los lauros milenarios; 
vuelven a dar su lumbre los viejos lampadarios; 
y anímase en mi cuerpo de Centauro inmortal 
la sangre del celeste caballo paternal. 

RETO 

Arquero luminoso, desde el Zodíaco llegas; 
aun presas en las crines tienes abejas griegas; 
aun del dardo herakleo muestras la roja herida 
por do salir no pudo la esencia de tu vida. 
¡Padre y Maestro excelso! Eres la fuente sana 
de la verdad que busca la triste raza humana: 
aun Esculapio sigue la vena de tu ciencia; 
siempre el veloz Aquiles sustenta su existencia 
con el manjar salvaje que le ofreciste un día, 
y Herakles, descuidando su maza, en la harmonía 
de los astros, se eleva bajo el cielo nocturno... 

QUIRÓN 

La ciencia es flor del tiempo: mi padre fue Saturno. 

ABANTES 

Himnos a la sagrada Naturaleza; al vientre 
de la tierra y al germen que entre las rocas y entre 
las carnes de los árboles, y dentro humana forma, 
es un mismo secreto y es una misma norma, 
potente y sutilísimo, universal resumen 
de la suprema fuerza, de la virtud del Numen. 

QUIRÓN 

¡Himnos! Las cosas tienen un ser vital; las cosas 
tienen raros aspectos, miradas misteriosas; 
toda forma es un gesto, una cifra, un enigma; 
en cada átomo existe un incógnito estigma; 
cada hoja de cada árbol canta un propio cantar 
y hay un alma en cada una de las gotas del mar; 
el vate, el sacerdote, suele oír el acento 
desconocido; a veces enuncia el vago viento 
un misterio; y revela una inicial la espuma 
o la flor; y se escuchan palabras de la bruma; 
y el hombre favorito del Numen, en la linfa 
o la ráfaga encuentra mentor ?demonio o ninfa. 

FOLO 

El biforme ixionida comprende de la altura, 
por la materna gracia, la lumbre que fulgura, 
la nube que se anima de luz y que decora 
el pavimento en donde rige su carro Aurora, 
y la banda de Iris que tiene siete rayos 
cual la lira en sus brazos siete cuerdas, los mayos 
en la fragante tierra llenos de ramos bellos, 
y el Polo coronado de cándidos cabellos. 
El ixionida pasa veloz por la montaña 
rompiendo con el pecho de la maleza huraña 
los erizados brazos, las cárceles hostiles; 
escuchan sus orejas los ecos más sutiles: 
sus ojos atraviesan las intrincadas hojas 
mientras sus manos toman para sus bocas rojas 
las frescas bayas altas que el sátiro codicia; 
junto a la oculta fuente su mirada acaricia 
las curvas de las ninfas del séquito de Diana; 
pues en su cuerpo corre también la esencia humana 
unida a la corriente de la savia divina 
y a la salvaje sangre que hay en la bestia equina. 
Tal el hijo robusto de Ixión y de la Nube. 

QUIRÓN 

Sus cuatro patas bajan; su testa erguida sube. 

ORNEO 

Yo comprendo el secreto de la bestia. Malignos 
seres hay y benignos. Entre ellos se hacen signos 
de bien y mal, de odio o de amor, o de pena 
o gozo: el cuervo es malo y la torcaz es buena. 

QUIRÓN 

Ni es la torcaz benigna, ni es el cuervo protervo: 
son formas del Enigma la paloma y el cuervo. 

ASTILO 

El Enigma es el soplo que hace cantar la lira. 

NESO 

¡El Enigma es el rostro fatal de Deyanira! 
MI espalda aun guarda el dulce perfume de la bella; 
aun mis pupilas llaman su claridad de estrella. 
¡Oh aroma de su sexo! ¡O rosas y alabastros! 
¡Oh envidia de las flores y celos de los astros! 

QUIRÓN 

Cuando del sacro abuelo la sangre luminosa 
con la marina espuma formara nieve y rosa, 
hecha de rosa y nieve nació la Anadiomena. 
Al cielo alzó los brazos la lírica sirena, 
los curvos hipocampos sobre las verdes ondas 
levaron los hocicos; y caderas redondas, 
tritónicas melenas y dorsos de delfines 
junto a la Reina nueva se vieron. Los confines 
del mar llenó el grandioso clamor; el universo 
sintió que un nombre harmónico sonoro como un verso 
llenaba el hondo hueco de la altura; ese nombre 
hizo gemir la tierra de amor: fue para el hombre 
más alto que el de Jove; y los númenes mismos 
lo oyeron asombrados; los lóbregos abismos 
tuvieron una gracia de luz. ¡VENUS impera! 
Ella es entre las reinas celestes la primera, 
pues es quien tiene el fuerte poder de la Hermosura. 
¡Vaso de miel y mirra brotó de la amargura! 
Ella es la más gallarda de las emperatrices; 
princesa de los gérmenes, reina de las matrices, 
señora de las savias y de las atracciones, 
señora de los besos y de los corazones. 

EURITO 

¡No olvidaré los ojos radiantes de Hipodamia! 

HIPEA 

Yo sé de la hembra humana la original infamia. 
Venus anima artera sus máquinas fatales; 
tras sus radiantes ojos ríen traidores males; 
de su floral perfume se exhala sutil daño; 
su cráneo obscuro alberga bestialidad y engaño. 
Tiene las formas puras del ánfora, y la risa 
del agua que la brisa riza y el sol irisa; 
mas la ponzoña ingénita su máscara pregona: 
mejores son el águila, la yegua y la leona. 
De su húmeda impureza brota el calor que enerva 
los mismos sacros dones de la imperial Minerva; 
y entre sus duros pechos, lirios del Aqueronte, 
hay un olor que llena la barca de Caronte. 

ODITES 

Como una miel celeste hay en su lengua fina; 
su piel de flor aun húmeda está de agua marina. 
Yo he visto de Hipodamia la faz encantadora, 
la cabellera espesa, la pierna vencedora; 
ella de la hembra humana fuera ejemplar augusto; 
ante su rostro olímpico no habría rostro adusto; 
las Gracias junto a ella quedarían confusas, 
y las ligeras Horas y las sublimes Musas 
por ella detuvieran sus giros y su canto. 

HIPEA 

Ella la causa fuera de inenarrable espanto: 
por ella el ixionida dobló su cuello fuerte. 
La hembra humana es hermana del Dolor y la Muerte. 

QUIRÓN 

Por suma ley un día llegará el himeneo 
que el soñador aguarda: Cenis será Ceneo; 
claro será el origen del femenino arcano: 
la Esfinge tal secreto dirá a su soberano. 

CLITO 

Naturaleza tiende sus brazos y sus pechos 
a los humanos seres; la clave de los hechos 
conócela el vidente; Homero con su báculo, 
en su gruta Deifobe, la lengua del Oráculo. 

CAUMANTES 

El monstruo expresa un ansia del corazón del Orbe, 
en el Centauro el bruto la vida humana absorbe, 
el sátiro es la selva sagrada y la lujuria, 
une sexuales ímpetus a la harmoniosa furia. 
Pan junta la soberbia de la montaña agreste 
al ritmo de la inmensa mecánica celeste; 
la boca melodiosa que atrae en Sirenusa 
es de la fiera alada y es de la suave musa; 
con la bicorne bestia Pasifae se ayunta, 
Naturaleza sabia formas diversas junta, 
y cuando tiende al hombre la gran Naturaleza, 
el monstruo, siendo el símbolo, se viste de belleza. 

GRINEO 

Yo amo lo inanimado que amó el divino Hesiodo. 

QUIRÓN 

Grineo, sobre el mundo tiene un ánima todo. 

GRINEO 

He visto, entonces, raros ojos fijos en mí: 
los vivos ojos rojos del alma del rubí; 
los ojos luminosos del alma del topacio 
y los de la esmeralda que del azul espacio 
la maravilla imitan; los ojos de las gemas 
de brillos peregrinos y mágicos emblemas. 
Amo el granito duro que el arquitecto labra 
y el mármol en que duermen la línea y la palabra... 

QUIRÓN 

A Deucalión y a Pirra, varones y mujeres 
las piedras aun intactas dijeron: "¿Qué nos quieres?" 

LÍCIDAS 

Yo he visto los lemures florar, en los nocturnos 
instantes, cuando escuchan los bosques taciturnos 
el loco grito de Atis que su dolor revela 
o la maravillosa canción de Filomela. 
El galope apresuro, si en el boscaje miro 
manes que pasan, y oigo su fúnebre suspiro. 
Pues de la Muerte el hondo, desconocido Imperio, 
guarda el pavor sagrado de su fatal misterio. 

ARNEO 

La Muerte es de la Vida la inseparable hermana. 

QUIRÓN 

La Muerte es la victoria de la progenie humana. 

MEDÓN 

¡La Muerte! Yo la he visto. No es demacrada y mustia 
ni ase corva guadaña, ni tiene faz de angustia. 
Es semejante a Diana, casta y virgen como ella; 
en su rostro hay la gracia de la núbil doncella 
y lleva una guirnalda de rosas siderales. 
En su siniestra tiene verdes palmas triunfales, 
y en su diestra una copa con agua del olvido. 
A sus pies, como un perro, yace un amor dormido. 

AMICO 

Los mismos dioses buscan la dulce paz que vierte. 

QUIRÓN 

La pena de los dioses es no alcanzar la Muerte. 

EURITO 

Si el hombre ?Prometeo? pudo robar la vida, 
la clave de la muerte serále concedida. 

QUIRÓN 

La virgen de las vírgenes es inviolable y pura. 
Nadie su casto cuerpo tendrá en la alcoba obscura, 
ni beberá en sus labios el grito de la victoria, 
ni arrancará a su frente las rosas de su gloria... 

* * * 

Mas he aquí que Apolo se acerca al meridiano. 
Sus truenos prolongados repite el Oceano. 
Bajo el dorado carro del reluciente Apolo 
vuelve a inflar sus carrillos y sus odres Eolo. 
A lo lejos, un templo de mármol se divisa 
entre laureles-rosa que hace cantar la brisa. 
Con sus vibrantes notas de Céfiro desgarra 
la veste transparente la helénica cigarra, 
y por el llano extenso van en tropel sonoro 
los Centauros, y al paso, tiembla la Isla de Oro.


Rubén Darío

Despertar


Dormimos, soñé la Tierra 
del Sur, soñé el Valle entero, 
el pastal, la viña crespa, 
y la gloria de los huertos. 
¿Qué soñaste tú mi Niño 
con cara tan placentera? 

Vamos a buscar chañares 
hasta que los encontremos, 
y los guillaves prendidos 
a unos quioscos del infierno. 
El que más coge convida 
a otros dos que no cogieron. 
Yo no me espino las manos 
de niebla que me nacieron. 
Hambre no tengo, ni sed y 
sin virtud doy o cedo. 
¿A qué agradecerme así 
fruto que tomo y entrego?


Gabriela Mistral

martes, 25 de febrero de 2014

Desolación



La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde 
me ha arrojado la mar en su ola de salmuera. 
La tierra a la que vine no tiene primavera: 
tiene su noche larga que cual madre me esconde. 

El viento hace a mi casa su ronda de sollozos 
y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito. 
Y en la llanura blanca, de horizonte infinito, 
miro morir intensos ocasos dolorosos. 

¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido 
si más lejos que ella sólo fueron los muertos? 
¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto 
crecer entre sus brazos y los brazos queridos! 

Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto 
vienen de tierras donde no están los que no son míos; 
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos 
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos. 

Y la interrogación que sube a mi garganta 
al mirarlos pasar, me desciende, vencida: 
hablan extrañas lenguas y no la conmovida 
lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta. 

Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa; 
miro crecer la niebla como el agonizante, 
y por no enloquecer no encuentro los instantes, 
porque la noche larga ahora tan solo empieza. 

Miro el llano extasiado y recojo su duelo, 
que viene para ver los paisajes mortales. 
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales: 
¡siempre será su albura bajando de los cielos! 

Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada 
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa; 
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa, 
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.


Gabriela Mistral

lunes, 24 de febrero de 2014

Amo, Valparaíso, cuanto encierras...



AMO, Valparaíso, cuanto encierras,
y cuanto irradias, novia del océano,
hasta más lejos de tu nimbo sordo.
Amo la luz violeta con que acudes
al marinero en la noche del mar,
y entonces eres -rosa de azahares-
luminosa y desnuda, fuego y niebla.
Que nadie venga con un martillo turbio
a golpear lo que amo, a defenderte:
nadie sino mi ser por tus secretos:
nadie sino mi voz por tus abiertas
hileras de rocío, por tus escalones
en donde la maternidad salobre
del mar te besa, nadie sino mis labios
en tu corona fría de sirena,
elevada en el aire de la altura,
oceánico amor, Valparaíso,
reina de todas las costas del mundo,
verdadera central de olas y barcos,
eres en mí como la luna o como
la dirección del aire en la arboleda.
Amo tus criminales callejones,
tu luna de puñal sobre los cerros,
y entre tus plazas la marinería
revistiendo de azul la primavera.

Que se entienda, te pido, puerto mío,
que yo tengo derecho
a escribirte lo bueno y lo malvado
y soy como las lámparas amargas
cuando iluminan las botellas rotas.

Pablo Neruda

viernes, 21 de febrero de 2014

Con tal que te duermas




La rosa colorada 
cogida ayer; 
el fuego y la canela 
que llaman clavel; 

el pan horneado 
de anís con miel, 
y el pez de la redoma 
que la hace arder: 

todito tuyo 
hijito de mujer, 
con tal que quieras 
dormirte de una vez. 

La rosa, digo: 
digo el clavel. 
La fruta, digo, 
y digo que la miel; 

y el pez de luces 
y más y más también, 
¡con tal que duermas 
hasta el amanecer!


Gabriela Mistral

jueves, 20 de febrero de 2014

Caricia



Madre, madre, tú me besas, 
pero yo te beso más, 
y el enjambre de mis besos 
no te deja ni mirar... 

Si la abeja se entra al lirio, 
no se siente su aletear. 
Cuando escondes a tu hijito 
ni se le oye respirar... 

Yo te miro, yo te miro 
sin cansarme de mirar, 
y qué lindo niño veo 
a tus ojos asomar... 

El estanque copia todo 
lo que tú mirando estás; 
pero tú en las niñas tienes 
a tu hijo y nada más. 

Los ojitos que me diste 
me los tengo de gastar 
en seguirte por los valles, 
por el cielo y por el mar...


Gabriela Mistral

miércoles, 19 de febrero de 2014

Alaba los ojos negros de Julia



¿Eva era rubia? No. Con negros ojos 
vio la manzana del jardín: con labios 
rojos probó su miel; con labios rojos 
que saben hoy más ciencia que los sabios. 

Venus tuvo el azur en sus pupilas, 
pero su hijo no. Negros y fieros, 
encienden a las tórtolas tranquilas 
los dos ojos de Eros. 

Los ojos de las reinas fabulosas, 
de las reinas magníficas y fuertes, 
tenían las pupilas tenebrosas 
que daban los amores y las muertes. 

Pentesilea, reina de amazonas; 
Judith, espada y fuerza de Betulia; 
Cleopatra, encantadora de coronas, 
la luz tuvieron de tus ojos, Julia. 

La negra, que es más luz que la luz blanca 
del sol, y las azules de los cielos. 
Luz que el más rojo resplandor arranca 
al diamante terrible de los celos. 

Luz negra, luz divina, luz que alegra 
la luz meridional, luz de las niñas, 
de las grandes ojeras, ¡oh luz negra 
que hace cantar a Pan bajo las viñas!


Rubén Darío