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jueves, 25 de agosto de 2011

In memorian


Arrasados de lágrimas los ojos,
solíame decir: —Cuando me muera
no vayas presto a mi sepulcro, espera
al claro mes de los claveles rojos.

"Entonces habrá pájaros y flores
y brisas olorosas a tomillo,
y esplenderán las lápidas con brillo
de lucientes cristales de colores.

"Entonces, alfombrados de verdura
hallarás a tu paso los senderos,
y la voz de uno o dos sepultureros
entonará canciones de ternura.

"Entonces ven a mi sepulcro: llega
risueño el rostro, alborozada el alma,
como el amante que en serena calma
al dulce afán de amar feliz se entrega.

"Cuando te acerques, alzarán los lirios
su cáliz carmesí, los nomeolvides
serán mis valerosos adalides
que han de vencer tus lúgubres delirios.

"Allí leerás mi nombre entre festones
de espigas frescas y de ramas nuevas,
y sentirás que dentro el pecho llevas
frescas también tus viejas ilusiones.

"Te inundará la vida de mi tumba,
y lejos de creerme entre los muertos,
soñarás un edén tras los inciertos
límites misteriosos de ultratumba.

"Y en tu imaginación contemplativa
verás cruzar mi sombra fascinada
por ensueño inmortal, que tu llegada
espera sonriente y rediviva."







Si usted supiera...


Si usted supiera…
si acaso pudiera imaginar…
que tiemblo al caminar entre sus ojos
mientras el día comienza a despertar.
Que se encienden amapolas en mi rostro
cual rubor de una doncella en pubertad
y aletean mariposas sin decoro
arropando de dulzura la humedad…

Si usted supiera
¡si usted pudiera acaso imaginar!
el íntimo momento compartido…
el delirio de mi boca en su pulgar,
la incursión de mis labios en su ombligo
explorando el santuario de un volcán,
descendiendo por la gruta del gemido,
de la húmeda caricia hasta sentir su palpitar…

Si  supiera que despierta le camino
y le sueño cuando empiezo a dormitar.
Que me enciende, me desboca y le hago mío
una… una y mil veces ¡y siempre quiero más!

No imagina que dibujo su sonrisa,
que mis manos van rozándole al andar,
que atardece la ternura en las esquinas
cuando grito en un susurro… ¡te quiero amar!

Si usted supiera…si acaso usted pudiera imaginar…





Inventarme en el Vacío




En la balanza,
otros ojos definirán mi luz y mi tiniebla.

Mi propia nobleza fue la espada enemiga
y navegué muy solo,
sin poder elegir el arpa o el Infierno.

Qué denso es el camino de dos caras.
Si mentí, fue para inventarme en el vacío.
Si viajé sin llegar a la muerte,
fue para mí un misterio.

Vengo desde un pozo
adivinando el mundo entre la incertidumbre,
mientras un viejo siglo cruza
ante ese juez más sabio que es el tiempo.