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lunes, 29 de agosto de 2011

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Son tan vivos los rubores
de tus flores, raro amigo,
que yo a tus flores les digo:
"Corazones hechos flores".

Y a pensar a veces llego:
Si este árbol labios se hiciera...
¡ah, cuánto beso naciera
de tantos labios de fuego...!

Amigo: qué lindos trajes
te ha regalado el Señor;
te prefirió con su amor
vistiendo de celajes...

Qué bueno el cielo contigo,
árbol de la tierra mía...
Con el alma te bendigo,
porque me das tu poesía...

Bajo un jardín de celajes,
al verte estuve creyendo
que ya el sol se estaba hundiendo
adentro de tus ramajes.





La Amenaza de la Flor


Flor de las adormideras:
engáñame y no me quieras.

¡Cuánto el aroma exageras,
cuánto extremas tu arrebol,
flor que te pintas ojeras
y exhalas el alma al sol!

Flor de las adormideras.

Una se te parecía
en el rubor con que engañas,
y también porque tenía,
como tú, negras pestañas.

Flor de las adormideras.
Una se te parecía...
Y tiemblo sólo de ver
tu mano puesta en la mía:
¡Tiemblo no amanezca un día
en que te vuelvas mujer!


Habiamos nacido el uno para el otro




En realidad habíamos nacido
el uno para el otro.
Jamás tuvimos un "sí" o un "no".
Comíamos los dos de un mismo plato.
Ella leía, yo dormía.
La transfusión de ideas era magnífica.
La parentela se daba la mano los domingos.
Hacíamos intercambio de empanadas y pequeños
planes sumamente económicos; comprar maní; leer
una revista, hacer un viaje en ferrocarril.
No hay que complicarse la existencia.
Ese era el slogan favorito.
Y ya ven ustedes el resultado.
Para ponerle el broche de oro a nuestra
felicidad salíamos a dar una vuelta por el barrio.
Mostrábamos nuestros querubines.
Ella de taco bajo y yo sin corbata,
tal como si nos hubieran sacado de un cuadro.
Solo nos faltaba hablar.
El sol nos revestía de gloria y no era para menos.
La radio invadía nuestro espíritu
con esos gloriosos avisos de Juicio Final, cantados.

Siempre estábamos en comunicación:
Buenos días, ¿como está usted?
Buenas noches. Bien gracias. ¿Y su familia?
Bien. ¿Y la suya?
Pero envejecemos juntos. De eso
no hay duda. Otros tienen su propio infierno.
Acércate porque tengo frío. Estas son
las tentaciones que matan. Te conozco de memoria.
Me conoces de memoria. El tiempo cambia, antes
llovía más seguido. Nos gustaba mojarnos. Eramos
jóvenes. Léeme, por favor el pronóstico
del tiempo: el norte claro...
Buenas noches, querida. Dale cuerda
al despertador. ¿Cerraste todas las puertas
menos una? Mañana será otro día.
Mañana será otro día.
Mañana...