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Mostrando entradas con la etiqueta Inocencia. Mostrar todas las entradas
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lunes, 5 de agosto de 2024

El Jardín del Edén


 

En un rincón antiguo del alma humana,

donde la tierra abraza con fervor y calma,

se alza un jardín de verdes susurros,

de sueños perdidos, de anhelos puros.


El aire, dulce como el primer aliento,

canta canciones de un tiempo eterno,

y las flores, con colores de cielo y sol,

tejen historias de amor y perdón.


Ríos de cristal serpentean suaves,

abrazando la tierra con caricias graves,

reflejando el cielo en su mirada clara,

como el espejo de un mundo que no se apaga.


Árboles gigantes, con hojas de esmeralda,

susurran secretos en la brisa, a la espalda,

y en su sombra, el tiempo se desvanece,

como un susurro antiguo que aún permanece.


En el corazón del jardín, un árbol prohibido,

cargado de frutos de un saber escondido,

tienta al hombre con su brillo dorado,

un misterio profundo, un destino sellado.


Adán y Eva, en su inocencia plena,

recorren senderos de tierra serena,

desconociendo el peso del mañana,

viviendo el ahora, sin pena ni gana.


Pero el deseo, como serpiente sigilosa,

se enrosca en el alma, venenosa y curiosa,

y un mordisco basta para cambiar el destino,

para desatar la tormenta en aquel remanso divino.


El jardín, aún puro en su esencia,

guarda la memoria de aquella presencia,

de un amor primero, de una promesa rota,

de un Edén perdido, que el alma evoca.


Hoy, en cada corazón hay un rincón secreto,

donde florece un jardín, un Edén discreto,

un lugar de sueños, de esperanzas calladas,

donde el hombre busca respuestas olvidadas.


El Jardín del Edén no está perdido,

vive en el recuerdo, en el suspiro escondido,

en la promesa de un nuevo amanecer,

donde el alma vuelve, para renacer.







miércoles, 17 de julio de 2024

La Peonza


 

Gira y gira sin cesar,

pequeña peonza en el suelo,

con colores que al bailar,

dibujan un arco de anhelo.


El niño la mira atento,

con ojos llenos de asombro,

en su mente un pensamiento,

de un mundo que no es tan romo.


Un giro más, la peonza canta,

una canción sin palabras,

en su danza se levanta,

y las penas descalabra.


El tiempo parece parar,

en el vaivén de su juego,

y el niño empieza a soñar,

con un universo entero.


La peonza es el reflejo,

de la vida en movimiento,

de los sueños y el festejo,

y del más puro momento.


Gira y gira sin cesar,

pequeña peonza querida,

que en tu danza va a brotar,

la esperanza de la vida.







viernes, 5 de julio de 2024

Parque de Atracciones


 

En el corazón del parque, bajo el cielo azul cobalto,

donde las risas se mezclan con el viento en un canto alto,

un niño sueña despierto, con ojos de luz brillante,

en el carrusel mágico, en su mundo deslumbrante.


Caballos de madera, con crines de oro y plata,

giran y giran sin cesar, en una danza que desata

la imaginación sin límites, en una tarde dorada,

donde todo es posible, donde la realidad es difusa y nada.


Montañas rusas que tocan las estrellas,

vuelan veloces, dejan atrás las huellas,

de miedos y dudas, se elevan hacia el infinito,

gritos de alegría, en un vuelo exquisito.


Las luces de neón dibujan constelaciones,

creando universos en cada rincón,

mientras el niño ríe, libre de preocupaciones,

perdido en la magia, en su propia canción.


En la casa de los espejos, su reflejo se transforma,

es un caballero valiente, una figura que asombra,

o tal vez un mago, con poderes extraordinarios,

en cada esquina, nuevas aventuras, nuevos escenarios.


El algodón de azúcar, como nubes de fantasía,

endulza sus labios, en una tarde que brilla,

con colores vibrantes, con sabores encantados,

en el parque de atracciones, donde los sueños son dorados.


Y al caer la noche, con las estrellas como testigos,

el niño regresa a casa, con su corazón henchido,

de recuerdos y fantasías, de un día que fue eterno,

donde cada instante fue un tesoro, en su parque de sueños.


La luna, su cómplice, le sonríe desde el cielo,

sabe que en su mente, aún gira el carrusel en duelo,

pues en los ojos de un niño, la magia nunca muere,

en cada parque de atracciones, un nuevo sueño florece.









jueves, 29 de febrero de 2024

Maternidad


 

En la luz suave de la aurora,
donde el sol besa la piel del día,
se alza la esencia de la vida,
un canto eterno a la maternidad.

En el regazo cálido de la tierra,
donde brota la semilla del amor,
florece el milagro de la creación,
un poema eterno, sublime esplendor.

Madre, portadora de sueños y esperanzas,
tejiendo historias con hilo de ternura,
en tu vientre, un jardín de promesas,
donde cada latido es una partitura.

En el silencio mágico de la noche,
donde la luna acuna sueños nuevos,
la madre, faro de luz en la oscuridad,
guía con amor, con la fuerza de lo cierto.

Los días transcurren como ríos caudalosos,
y la maternidad, eterna melodía,
una sinfonía de risas y suspiros,
una danza de abrazos, pura alquimia.

Bajo el manto estrellado del universo,
la madre es constelación de amor,
un poema que se escribe con caricias,
un lazo eterno, fuerte como el sol.

Oh, maternidad, sublime creación,
en cada gesto, en cada sacrificio,
se escribe la epopeya de la vida,
un poema que nunca perderá su brillo.

Madre, eterna musa de amor y fortaleza,
en tus brazos, el mundo encuentra paz,
tu esencia es la tinta que da forma a la vida,
un poema que se lee con el corazón en solaz.





sábado, 6 de enero de 2024

Inocencia en verso


 En el rincón de la infancia, donde el sol pinta sonrisas,

donde los sueños florecen como rosas sin prisa,
se alza la inocencia, radiante y serena,
un tesoro en el corazón, una llama que ilumina.

En los ojos de los niños, destellos de pureza,
como estrellas que titilan en su propia belleza.
Su risa es un canto, melodía sincera,
un eco que resuena en la tierra entera.

Juegan con el viento, corren con las olas,
descubren el mundo con miradas sin escollos.
En su universo, no existen sombras ni engaños,
solo la magia del presente, en sus pequeñas manos.

Las lágrimas son perlas, gotas de aprendizaje,
se deslizan con gracia, pero no conocen el enojo ni el ultraje.
La inocencia es un manto, un refugio divino,
que envuelve sus días con un halo divino.

En el jardín de la niñez, florecen fantasías,
imaginaciones desbordantes, como aves que vuelan libres.
Cuentos tejidos con hilos de esperanza,
donde los finales felices son su danza.

Oh, la inocencia de los niños, joya preciada,
un regalo divino en la vida labrada.
Que cada risa, cada juego, cada paso,
sea un recordatorio de este tesoro sin ocaso.

Protejamos ese tesoro con amor y con celo,
nurturando la inocencia, como el más sagrado desvelo.
Porque en la pureza de los niños encontramos,
la luz que guía nuestros días, el faro que nos ampara.