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domingo, 1 de julio de 2012

Ausencia










Dejaré que muera en mí el deseo
de amar tus ojos dulces,
porque nada te podré dar sino la pena
de verme eternamente exhausto.
No obstante, tu presencia es algo
como la luz y la vida.
Siento que en mi gesto está tu gesto
y en mi voz tu voz.
No quiero tenerte porque en mi ser
todo estará terminado.
Sólo quiero que surjas en mí
como la fe en los desesperados,
para que yo pueda llevar una gota de rocío
en esta tierra maldita
que se quedó en mi carne
como un estigma del pasado.
Me quedaré... tu te irás,
apoyarás tu rostro en otro rostro,
tus dedos enlazarán otros dedos
y te desplegarás en la madrugada,
pero no sabrás que fui yo quien te logró,
porque yo fui el amigo más íntimo de la noche,
porque apoyé mi rostro en el rostro de la noche
y escuché tus palabras amorosas,
porque mis dedos enlazaron los dedos
en la niebla suspendidos en el espacio
y acerqué a mí la misteriosa esencia
de tu abandono desordenado.
Me quedaré solo como los veleros
en los puertos silenciosos.
Pero te poseeré más que nadie
porque podré irme
y todos los lamentos del mar,
del viento, del cielo, de las aves,
de las estrellas, serán tu voz presente,
tu voz ausente, tu voz sosegada.


Nostalgia





¡Mamá! ¡Borinquen me llama!
¡Este país no es el mío!
Borinquen es pura flama,
y aquí me muero de frío'!

Tras un futuro mejor
el lar nativo dejé,
y mi tienda levanté
en medio de Nueva York.
Lo que miro en derredor
es un triste panorama,
y mi espíritu reclama
por honda nostalgia herido
el retorno al patrio nido.
¡Mamá! ¡Borinquen me llama!

¿En donde aquí encontraré
como en mi suelo criollo
el plato de arroz con pollo,
la taza de buen café?
¿En donde, en donde veré,
radiantes en su atavío,
las mozas, ricas en brío,
cuyas miradas deslumbran?
¡Aquí los ojos no alumbran
¡Este país no es el mío!

Si escucho aquí una canción
de las que aprendí en mis lares,
o una danza de Tavárez,
Campos, o Dueño Colón,
mi sensible corazón
de amor patrio más se inflama,
y heraldo que fiel proclama
este sentimiento santo,
viene a mis ojos el llanto...
¡Borinquen es pura flama!

En mi tierra, ¡qué primor!,
en el invierno más crudo
ni un árbol se ve desnudo,
ni una vega sin verdor.
Priva en el jardín la flor,
camina parlero el río,
el ave en el bosque umbrío
canta su canto arbitrario,
y aquí...¡La nieve es sudario!
¡Aquí me muero de frío!