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Mostrando entradas con la etiqueta Otoño.. Mostrar todas las entradas
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sábado, 11 de noviembre de 2023

Melancólico Noviembre


Bajo el manto gris de noviembre,
una tarde se despliega en silencio.
Susurros de hojas danzan a mis pies,
melodía melancólica que el viento lleva.

El sol se oculta tras nubarrones sombríos,
pintando el cielo con pinceladas grises.
Mis pasos resuenan en la calle desierta,
un eco solitario en la tarde que declina.

Entre los árboles desnudos, el frío se cuela,
acariciando mi rostro con sus dedos gélidos.
El crepúsculo se dibuja en el horizonte,
una paleta de colores que se desvanece.

Caminando en la penumbra de este noviembre,
mis pensamientos fluyen como un río tranquilo.
Las sombras se alargan, abrazando la quietud,
mientras la ciudad se sumerge en un sosiego profundo.

En la calma de la tarde, la melancolía se revela,
un suspiro nostálgico que abraza mi alma.
Pero en la soledad encuentro mi compañía,
un diálogo silente con el universo que me rodea.

Así, entre la penumbra y la serenidad,
se desvanece la tarde de noviembre.
Pero en mi corazón perdura el instante,
como un poema que el tiempo no puede borrar.





 

lunes, 3 de julio de 2023

Banco del parque


 

En el parque, un banco se alza con orgullo,
testigo silente de historias y recuerdos.
Allí se sientan los ancianos con calma,
mientras el tiempo sus cabellos platea.

En sus rostros cansados se refleja la vida,
las arrugas dibujan su camino recorrido.
Con miradas sabias y manos temblorosas,
desgranando  risas y penas hermosas.

En ese banco, los años se desvanecen,
y el reloj se detiene en un dulce compás.
Las horas pasan sin prisa ni urgencia,
 el pasado y el presente se entrelazan con destreza.

En cada palabra se entreabre la sabiduría,
mientras la nostalgia susurra en el viento.
El banco del parque es refugio sagrado,
donde los ancianos encuentran su amado descanso.

Allí comparten sus sueños y añoranzas,
construyen puentes hacia tiempos pasados.
Son tesoros vivientes, raíces de una historia,
y en ese banco encuentran su merecida gloria.

Observo desde lejos y me maravillo,
por la belleza que se anida en cada rincón.
El banco del parque, morada de almas vividas,
es testigo del legado que en ellos persiste.

A ellos les rindo homenaje, con mi verso sincero,
a ese banco del parque, trono de los añejos.
Que su vejez sea serena y plena,
y en ese banco, encuentren paz eterna.

lunes, 4 de mayo de 2015

Cuadro de mujer en otoño




La distancia hacia la isla
se diluye un poco en los grises 
de la noche iluminada:
es reflejo de ciudad extrema,
lleva el nombre
de un indígena amable, Seattle
le otorga cuerpo a las nubes.

La marea sube.
Pequeño es el ruido de las olas,
el lamento
de algún ganso o gaviota.

Nada más ocurre en esta playa
donde llueve lenta,
apaciblemente.
Dormidos los niños,
los pinos retienen
la mesura
de una costa otoñal
en tu mirada
hermana
mujer.


jueves, 20 de febrero de 2014

Bon soir...



"¡Donc bon soir, mon mignon et a demain!" 

( Palabras que Ana me dejó escritas una noche 
en que tuvimos que separarnos. ) 

¡Buenas noches, mi amor, y hasta mañana! 
Hasta mañana, sí, cuando amanezca, 
y yo, después de cuarenta años 
de incoherente soñar, abra y estriegue 
los ojos del espíritu, 
como quien ha dormido mucho, mucho, 
y vaya lentamente despertando, 
y, en una progresiva lucidez, 
ate los cabos del ayer de mi alma 
( antes de que la carne la ligara ) 
y del hoy prodigioso 
en que habré de encontrarme, en este plano 
en que ya nada es ilusión y todo 
es verdad... 
¡Buenas noches, amor mío, 
buenas noches! Yo quedo en las tinieblas 
y tú volaste hacia el amanecer... 
¡Hasta mañana, amor, hasta mañana! 
Porque, aun cuando el destino 
acumulara lustro sobre lustro 
de mi prisión por vida, son fugaces 
esos lustros; sucédense los días 
como rosarios, cuyas cuentas magnas 
son los domingos... 
Son los domingos, en que, con mis flores 
voy invariablemente al cementerio 
donde yacen tus formas adoradas. 
¿Cuántos ramos de flores 
he llevado a la tumba? No lo sé. 
¿Cuántos he de llevar? Tal vez ya pocos. 
¡Tal vez ya pocos! ¡Oh, que perspectiva 
deliciosa! 
¡Quizás el carcelero 
se acerca con sus llaves resonantes 
a abrir mi calabozo para siempre! 
¿Es por ventura el eco de sus pasos 
el que se oye, a través de la ventana, 
avanzar por los quietos corredores? 
¡Buenas noches, amor de mis amores! 
Hasta luego, tal vez..., o hasta mañana.


Amado Nervo

miércoles, 19 de febrero de 2014

Alaba los ojos negros de Julia



¿Eva era rubia? No. Con negros ojos 
vio la manzana del jardín: con labios 
rojos probó su miel; con labios rojos 
que saben hoy más ciencia que los sabios. 

Venus tuvo el azur en sus pupilas, 
pero su hijo no. Negros y fieros, 
encienden a las tórtolas tranquilas 
los dos ojos de Eros. 

Los ojos de las reinas fabulosas, 
de las reinas magníficas y fuertes, 
tenían las pupilas tenebrosas 
que daban los amores y las muertes. 

Pentesilea, reina de amazonas; 
Judith, espada y fuerza de Betulia; 
Cleopatra, encantadora de coronas, 
la luz tuvieron de tus ojos, Julia. 

La negra, que es más luz que la luz blanca 
del sol, y las azules de los cielos. 
Luz que el más rojo resplandor arranca 
al diamante terrible de los celos. 

Luz negra, luz divina, luz que alegra 
la luz meridional, luz de las niñas, 
de las grandes ojeras, ¡oh luz negra 
que hace cantar a Pan bajo las viñas!


Rubén Darío

lunes, 17 de febrero de 2014

A Kempis



Ha muchos años que busco el yermo, 
ha muchos años que vivo triste, 
ha muchos años que estoy enfermo, 
¡y es por el libro que tú escribiste! 

¡Oh Kempis, antes de leerte amaba 
la luz, las vegas, el mar Océano; 
mas tú dijiste que todo acaba, 
que todo muere, que todo es vano! 

Antes, llevado de mis antojos, 
besé los labios que al beso invitan, 
las rubias trenzas, los grandes ojos, 
¡sin acordarme que se marchitan! 

Mas como afirman doctores graves, 
que tú, maestro, citas y nombras, 
que el hombre pasa como las naves, 
como las nubes, como las sombras... 

huyo de todo terreno lazo, 
ningún cariño mi mente alegra, 
y con tu libro bajo del brazo 
voy recorriendo la noche negra... 

¡Oh Kempis, Kempis, asceta yermo, 
pálido asceta, qué mal me hiciste! 
¡Ha muchos años que estoy enfermo, 
y es por el libro que tú escribiste!


Amado Nervo

domingo, 16 de febrero de 2014

Como árboles



Quién hubiera dicho
que estos poemas de otros
iban a ser
míos

después de todo hay hombres que no fui
y sin embargo quise ser
si no por una vida al menos por un rato
o por un parpadeo

en cambio hay hombres que fui
y ya no soy ni puedo ser
y esto no siempre es un avance
a veces es una tristeza

hay deseos profundos y nonatos
que prolongué como coordenadas
hay fantasías que me prometi
y desgraciadamente no he cumplido
y otras que me cumplí sin prometérmelas

hay rostros de verdad
que alumbraron mis fábulas
rostros que no vi más pero siguieron
vigilándome desde
la letra en que los puse

hay fantasmas de carne otros de hueso
también hay los de lumbre y corazón
o sea cuerpos en pena almas en júbilo
que vi o toqué o simplemente puse
a secar
a vivir
a gozar
a morirse
pero además está lo qe advertí de lejos

yo también escuché una paloma
que era de otros diluvios
yo tambén destrocé un paraíso
que era de otras infancias
yo también gemí un sueño
que era de otros amores

asi pues
desde este misterioso confín de la existencia
los otros me ampararon como árboles
con nidos o sin nidos
poco importa
no me dieron envidia sino frutos

esos otros están
aqui

sus poemas
son mentiras de a puño
son verdades piadosas

están aqui
rodeándome
juzgandome
con las pobres palabras que les di

hombres que miran tierra y cielo
a través de la niebla
o sin sus anteojos
también a mí me miran
con la pobre mirada que les di

son otros que están fuera de mi reino
claro
pero además
estoy en ellos

a veces tienen lo que nunca tuve
a veces aman lo que quise amar
a veces odian lo que estoy odiando

de pronto me parecen lejanos
tan remotos
que me dan vértigo y melancolía
y los veo minados por un duelo sin llanto
y otras veces en cambio
los presiento tan cerca
que miro por sus ojos
y toco por sus manos
y cuando odian me alegro de su rencor
y cuando aman me arrimo a su alegría

quién hubiera dicho
que estos poemas míos
iban a ser
de otros.

Mario Benedetti


Certificado de existencia


Ah ¿quién me salvara de existir?
Fernando Pessoa

Dijo el fulano presuntuoso /
hoy en el consulado
obtuve el habitual
certificado de existencia

consta aquí que estoy vivo
de manera que basta de calumnias

este papel soberbio / irrefutable
atestigua que existo

si me enfrento al espejo
y mi rostro no está
aguantaré sereno
despejado

¿no llevo acaso en la cartera
mi recién adquirido
mi flamante
certificado de existencia?

vivir / después de todo
no es tan fundamental
lo importante es que alguien
debidamente autorizado
certifique que uno
probadamente existe

cuando abro el diario y leo
mi propia necrológica
me apena que no sepan
qu estoy en condiciones
de mostrar dondequiera
y a quien sea
un vigente prolijo y minucioso
certificado de existencia

existo
luego pienso

¿cuántos zutanos andan por la calle
creyendo que están vivos
cuando en rigor carecen del genuino
irremplazable
soberano
certificado de existencia?


Mario Benedetti

sábado, 15 de febrero de 2014

Calma chicha



Esperando que el viento
doble tus ramas

que el nivel de las aguas
llegue a tu arena

esperando que el cielo
forme tu barro

y que a tus pies la tierra
se mueve sola

pueblo
estás quieto

cómo
no sabes

cómo no sabes
todavía

que eres el viento
la marca

que eres la lluvia
el terremoto.


Mario Benedetti



Ayer


Ayer pasó el pasado lentamente
con su vacilación definitiva
sabiéndote infeliz y a la deriva
con tus dudas selladas en la frente

ayer pasó el pasado por el puente
y se llevó tu libertad cautiva
cambiando su silencio en carne viva
por tus leves alarmas de inocente

ayer pasó el pasado con su historia
y su deshilachada incertidumbre/
con su huella de espanto y de reproche

fue haciendo del dolor una costumbre
sembrando de fracasos tu memoria
y dejándote a solas con la noche.


Mario Benedetti


viernes, 14 de febrero de 2014

Ausencia de Dios



Digamos que te alejas definitivamente
hacia el pozo de olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.

Después de ese dolor redondo y eficaz,
pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra.

Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche
desgarradoramente idéntica a las otras
que repetí buscándote, rodeándote.
Hay solamente un eco irremediable
de mi voz como niño, esa que no sabía.

Ahora que miedo inútil, qué vergüenza
no tener oración para morder,
no tener fe para clavar las uñas,
no tener nada más que la noche,
saber que Dios se muere, se resbala,
que Dios retrocede con los brazos cerrados,
con los labios cerrados, con la niebla,
como un campanario atrozmente en ruinas
que desandara siglos de ceniza.

Es tarde. Sin embargo yo daría
todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener tu corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.


Mario Benedetti

Amor de tarde


Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

Mario Benedetti


Ahora todo está claro


Cuando el presidente, cualquier presidente 
se preocupa tanto 
por los derechos humanos 

parece evidente que en ese caso 
derecho no significa facultad 
o atributo 
o libre albedrío 
sino diestro 
o antizurdo 
o flanco opuesto al corazón 
lado derecho en fin 

en consecuencia 
¿no sería hora 
de que iniciáramos 
una amplia campaña internacional 
por los izquierdos humanos?

Mario Benedetti

jueves, 13 de febrero de 2014

¿Qué les queda a los jóvenes?



¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros

¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
les queda respirar / abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar

¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan / abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno /
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente.

Mario Benedetti

De que se ríe?


(Seré curioso)

En una exacta
foto del diario
señor ministro
del imposible

vi en pleno gozo
y en plena euforia
y en plena risa
su rostro simple

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

de su ventana
se ve la playa
pero se ignoran
los cantegriles

tienen sus hijos
ojos de mando
pero otros tienen
mirada triste

aquí en la calle
suceden cosas
que ni siquiera
pueden decirse

los estudiantes
y los obreros
ponen los puntos
sobre las íes

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

usté conoce
mejor que nadie
la ley amarga
de estos países

ustedes duros
con nuestra gente
por qué con otros
son tan serviles

cómo traicionan
el patrimonio
mientras el gringo
nos cobra el triple

cómo traicionan
usté y los otros
los adulones
y los seniles

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

aquí en la calle
sus guardias matan
y los que mueren
son gente humilde

y los que quedan
llorando de rabia
seguro piensan
en el desquite

allá en la celda
sus hombres hacen
sufrir al hombre
y eso no sirve

después de todo
usté es el palo
mayor de un barco
que se va a pique

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe.


Mario Benedetti

La canción desesperada

Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy. 
El río anuda al mar su lamento obstinado. 

Abandonado como los muelles en el alba. 
Es la hora de partir, oh abandonado! 

Sobre mi corazón llueven frías corolas. 
Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos! 

En ti se acumularon las guerras y los vuelos. 
De ti alzaron las alas los pájaros del canto. 

Todo te lo tragaste, como la lejanía. 
Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio! 

Era la alegre hora del asalto y el beso. 
La hora del estupor que ardía como un faro. 

Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego, 
turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio! 

En la infancia de niebla mi alma alada y herida. 
Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio! 

Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo. 
Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio! 

Hice retroceder la muralla de sombra, 
anduve más allá del deseo y del acto. 

Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí, 
a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto. 

Como un vaso albergaste la infinita ternura, 
y el infinito olvido te trizó como a un vaso. 

Era la negra, negra soledad de las islas, 
y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos. 

Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta. 
Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro. 

Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme 
en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos! 

Mi deseo de ti fue el más terrible y corto, 
el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido. 

Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas, 
aún los racimos arden picoteados de pájaros. 

Oh la boca mordida, oh los besados miembros, 
oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados. 

Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo 
en que nos anudamos y nos desesperamos. 

Y la ternura, leve como el agua y la harina. 
Y la palabra apenas comenzada en los labios. 

Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo, 
y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio! 

Oh, sentina de escombros, en ti todo caía, 
qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron! 

De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste. 
De pie como un marino en la proa de un barco. 

Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes. 
Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo. 

Pálido buzo ciego, desventurado hondero, 
descubridor perdido, todo en ti fue naufragio! 

Es la hora de partir, la dura y fría hora 
que la noche sujeta a todo horario. 

El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa. 
Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros. 

Abandonado como los muelles en el alba. 
Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos. 

Ah más allá de todo. Ah más allá de todo. 

Es la hora de partir. Oh abandonado!


Pablo Neruda

miércoles, 12 de febrero de 2014

20 Poemas de amor ( Poema 19 )


Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas, 
el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas, 
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos 
y tu boca que tiene la sonrisa del agua. 

Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras 
de la negra melena, cuando estiras los brazos. 
Tú juegas con el sol como con un estero 
y él te deja en los ojos dos oscuros remansos. 

Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca. 
Todo de ti me aleja, como del mediodía. 
Eres la delirante juventud de la abeja, 
la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga. 

Mi corazón sombrío te busca, sin embargo, 
y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada. 
Mariposa morena dulce y definitiva 
como el trigal y el sol, la amapola y el agua.


Pablo Neruda

20 Poemas de amor ( Poema 18)


Aquí te amo. 
En los oscuros pinos se desenreda el viento. 
Fosforece la luna sobre las aguas errantes. 
Andan días iguales persiguiéndose. 

Se desciñe la niebla en danzantes figuras. 
Una gaviota de plata se descuelga del ocaso. 
A veces una vela. Altas, altas estrellas. 

O la cruz negra de un barco. 
Solo. 
A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda. 
Suena, resuena el mar lejano. 
Este es un puerto. 
Aquí te amo. 

Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte. 
Te estoy amando aún entre estas frías cosas. 
A veces van mis besos en esos barcos graves, 
que corren por el mar hacia donde no llegan. 

Ya me veo olvidado como estas viejas anclas. 
Son más tristes los muelles cuando atraca la tarde. 
Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta. 
Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante. 

Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos. 
Pero la noche llega y comienza a cantarme. 
La luna hace girar su rodaje de sueño. 

Me miran con tus ojos las estrellas más grandes. 
Y como yo te amo, los pinos en el viento, quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.



Pablo Neruda

20 Poemas de amor ( Poema 16 )


En mi cielo al crepúsculo eres como una nube 
y tu color y forma son como yo los quiero. 
Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces, 
y viven en tu vida mis infinitos sueños. 

La lámpara de mi alma te sonrosa los pies, 
el agrio vino mío es más dulce en tus labios: 
oh segadora de mi canción de atardecer, 
cómo te sienten mía mis sueños solitarios! 

Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa 
de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda. 
Cazadora del fondo de mis ojos, tu robo 
estanca como el agua tu mirada nocturna. 

En la red de mi música estás presa, amor mío, 
y mis redes de música son anchas como el cielo. 
Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto. 
En tus ojos de luto comienza el país del sueño.


Pablo Neruda

20 Poemas de amor ( Poema 15 )


Me gustas cuando callas porque estás como ausente, 
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. 
Parece que los ojos se te hubieran volado 
y parece que un beso te cerrara la boca. 

Como todas las cosas están llenas de mi alma 
emerges de las cosas, llena del alma mía. 
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, 
y te pareces a la palabra melancolía. 

Me gustas cuando callas y estás como distante. 
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. 
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: 
déjame que me calle con el silencio tuyo. 

Déjame que te hable también con tu silencio 
claro como una lámpara, simple como un anillo. 
Eres como la noche, callada y constelada. 
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. 

Me gustas cuando callas porque estás como ausente. 
Distante y dolorosa como si hubieras muerto. 
Una palabra entonces, una sonrisa bastan. 
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.


Pablo Neruda