En el vasto espacio del silencio,
donde las palabras no encuentran eco,
se ocultan los suspiros del viento,
y el alma halla su propio reflejo.
Es allí, en el reino de lo callado,
donde los pensamientos cobran vida,
donde el corazón, tan callado,
descubre la paz que anhela y ansía.
El silencio no es vacío, es plenitud,
es el abrazo de la calma infinita,
es el murmullo sutil de la quietud,
una melodía serena y bendita.
En la quietud de la noche estrellada,
donde el universo guarda su misterio,
el silencio susurra su balada,
y el alma se embriaga en su cautiverio.
Es en ese espacio sin palabras,
donde el amor habla en su lenguaje puro,
donde las heridas sanan sus llagas,
y el espíritu encuentra su rumbo seguro.
Así, en el silencio encuentro la verdad,
en su abrazo hallo consuelo y fortaleza,
es un refugio de pura serenidad,
donde florece la más profunda belleza.