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lunes, 9 de enero de 2012

Aquel tren




Yo era un niño

En el tren a Chihuahua
el paisaje era un frágil futuro
arenoso y sin gente

La paciencia
rodaba en el alma
con ruido de hierro

Un túnel oscuro veía mis temores
marcaba las líneas ocultas
del agrio destino

En una estación de madera
una niña desértica puso
sus ojos brillantes en mí

Yo supe al momento
que nunca podría
encontrarlos de nuevo

Yo era un niño

Miraba las vías
corriendo ligeras
hasta un sitio llamado horizonte
donde interrumpían su destino

Cuando niño
la tierra era plana
había trenes y sueños
y yo nunca había
perdido un amor
por no descender
en aquella estación
oportuno y puntual

Es melancolía




Te llamarás silencio en adelante.
Y el sitio que ocupabas en el aire
se llamará melancolía.

Escribiré en el vino rojo un nombre:
 tu nombre que estuvo junto a mi alma
sonriendo entre violetas.

Ahora miro largamente, absorto,
esta mano que anduvo por tu rostro,
que soñó junto a ti.

Esta mano lejana, de otro mundo
que conoció una rosa y otra rosa,
y el tibio, el lento nácar.

Un día iré a buscarme, iré a buscar
mi fantasma sediento entre los pinos
y la palabra amor.

Te llamarás silencio en adelante.
Lo escribo con la mano que aquel día
iba contigo entre los pinos.

Azul de tí


Pensar en ti es azul, como ir vagando 
por un bosque dorado al mediodía: 
nacen jardines en el habla mía 
y con mis nubes por tus sueños ando. 

Nos une y nos separa un aire blando, 
una distancia de melancolía; 
yo alzo los brazos de mi poesía, 
azul de ti, dolido y esperando. 

Es como un horizonte de violines 
o un tibio sufrimiento de jazmines 
pensar en ti, de azul temperamento. 

El mundo se me vuelve cristalino, 
y te miro, entre lámpara de trino, 
azul domingo de mi pensamiento.