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domingo, 10 de marzo de 2024

Mar: Poesía sin fronteras



En la vastedad azul, donde el cielo abraza al mar,
se despiertan susurros en la brisa, danza sin cesar.
El sol se sumerge en aguas de plata y oro,
pintando el horizonte con colores que imploran.

Olas que acarician la playa con su canto,
historias secretas en cada grano de su encanto.
Arena que abraza mis pies con su suavidad,
testigo eterno de la danza de la inmensidad.

En el océano, un eco de misterios profundos,
un suspiro salado, como versos segundos.
Se deslizan barcos, como aves en vuelo,
navegantes del destino, persiguiendo su anhelo.

Reflejos plateados en la superficie serena,
un espejo que guarda secretos, alma plena.
En las profundidades, un reino de maravillas,
donde las criaturas danzan entre corales y orillas.

Oh, mar insondable, guardián de leyendas,
en tus aguas yace la memoria de muchas sendas.
Tu eco resuena en mi ser, como canción eterna,
una melodía que acaricia mi alma taciturna.

En la orilla, mis pensamientos se desatan,
como las olas que besan la arena, insensatas.
Mar, poema sin palabras, eterno suspiro,
en tu abrazo encuentro mi refugio y respiro.





viernes, 3 de noviembre de 2023

Temporal en el Cantábrico


 

Bajo un cielo de plomo y viento bravo,
donde el mar se despierta enfurecido,
en el Cantábrico, feroz y aguerrido,
se desata un temporal, un triste agravio.

Las olas rugen con furor salvaje,
rompiendo en las rocas con estruendo,
mientras el viento aúlla, enfurecido,
y la lluvia cae sin tregua, sin descanso.

Las gaviotas luchan contra la tormenta,
sus alas blancas desafían al caos,
y en medio de la furia, el mar parece un león.

En las aldeas costeras se refugian,
los pescadores, valientes y sufridos,
esperando que pase el temporal,
rezando por un día de sol sereno.

El Cantábrico, con su belleza brava,
nos recuerda la fuerza de la naturaleza,
y en medio de la tempestad, nos enseña
que la vida, como el mar, es un eterno vaivén.





domingo, 1 de octubre de 2023

Tomando café en el barco


 

En el océano de la vida, navegando en la calma,
siento la brisa acariciar mi piel, suave y tibia.
En un barco de madera, donde el tiempo se arrastra,
disfruto cada ola, cada esencia que me anima.

La taza de café, mi fiel compañera,
dibuja sonrisas en el lienzo de mi alma.
Su aroma es un bálsamo que todo lo aligera,
en cada sorbo, encuentro paz y calma.

Las olas susurran secretos al viento,
mientras el café me cuenta historias de antaño.
En este barco, somos uno, en este momento,
navegando juntos, libres y sin rebaño.

El sol se refleja en la superficie del mar,
creando destellos que iluminan mi destino.
En este instante, nada puedo desear,
solo disfrutar del café y el divino camino.

Las gaviotas cantan su canción en el cielo,
el café y yo, en perfecta armonía.
En este barco, no hay miedo ni anhelo,
solo la paz que nos regala cada día.

Así navego en este barco, bajo el cielo azul,
con mi taza de café, mi eterno ritual.
En cada sorbo, encuentro un verso singular,
en este océano de vida, mi puerto esencial.





sábado, 19 de enero de 2019

Pascua


Elevó, adusto, el sacerdote anciano
de ácimo pan la nítida blancura;
trazo el signo de un símbolo su mano
y consumo la mística figura.

Plegose en el altar velo liviano
Y ante el pueblo, en beatifica postura,
Fulguró el sol flamante y soberano
De la enorme custodia, su hermosura.

Un torrente de luz bañó las naves;
Hubo explosión de gloria en el himnario;
Surgieron del armonio notas graves;

Cuando entre el humo undívago del ascua
Del coro voló un ave al campanario,
La campana mayor repicó a pascua.

Abel Alarcón




viernes, 19 de agosto de 2016

El mar




Como invento de la mano divina,
que se parece al cielo sin llegar a serlo,
como bailarín con su danza matutina,
que todos los delfines se gozan de tenerlo...
así es el mar.

Cantando sus hermosas melodías,
que se acompañan del atardecer y sus encantos
y mezclan sus hermosas sinfonías,
envolviéndose en las aguas cual si fueran mantos...
así es el mar.

Pareja de la luna que vive enamorada,
desprendiendo destellos de amor y de esperanza,
hogar de los peces y la sirena adornada
con algas de ternura y de confianza...
así es el mar.

Como espía que no duerme y que vigila
al anochecer que se acerca tiernamente,
como escenario que abre sus cortinas
y que luego las cierra lentamente...
así es el mar.


domingo, 2 de marzo de 2014

"Romance del Conde Arnaldos"



Quién hubiera tal ventura
 sobre las aguas del mar,
 como hubo el conde Arnaldos
 la mañana de san Juan

 yendo a buscar la caza
 para su falcón cebar,
 vio venir una galera
 que a tierra quiere llegar

 las velas trae de seda
 jarcias de oro torzal
 áncoras tiene de plata
 tablas de fino coral

 marinero que la guía
 diciendo viene un cantar
 que la mar ponía en calma
 los vientos hace amainar

 las aves que van volando
 al mástil vienen posar
 los peces que andan al fondo
 arriba los hace andar.

 Allí habló el infante Arnaldos
 bien oiréis lo que dirá
 "Por tu vida el marinero
 dígasme ahora ese cantar"

 Respondiole el marinero
 tal respuesta le fue a dar
 "Yo no digo mi canción
 sino a quien conmigo va"

  

sábado, 22 de febrero de 2014

Caracol



En la playa he encontrado un caracol de oro 
macizo y recamado de las perlas más finas; 
Europa le ha tocado con sus manos divinas 
cuando cruzó las ondas sobre el celeste toro. 

He llevado a mis labios el caracol sonoro 
y he suscitado el eco de las dianas marinas, 
le acerqué a mis oídos y las azules minas 
me han contado en voz baja su secreto tesoro. 

Así la sal me llega de los vientos amargos 
que en sus hinchadas velas sintió la nave Argos 
cuando amaron los astros el sueño de Jasón; 

y oigo un rumor de olas y un incógnito acento 
y un profundo oleaje y un misterioso viento... 
(El caracol la forma tiene de un corazón.)


Rubén Darío

lunes, 17 de febrero de 2014

A Colón


¡Desgraciado Almirante! Tu pobre América, 
tu india virgen y hermosa de sangre cálida, 
la perla de tus sueños, es una histérica 
de convulsivos nervios y frente pálida. 

Un desastroso espirítu posee tu tierra: 
donde la tribu unida blandió sus mazas, 
hoy se enciende entre hermanos perpetua guerra, 
se hieren y destrozan las mismas razas. 

Al ídolo de piedra reemplaza ahora 
el ídolo de carne que se entroniza, 
y cada día alumbra la blanca aurora 
en los campos fraternos sangre y ceniza. 

Desdeñando a los reyes nos dimos leyes 
al son de los cañones y los clarines, 
y hoy al favor siniestro de negros reyes 
fraternizan los Judas con los Caínes. 

Bebiendo la esparcida savia francesa 
con nuestra boca indígena semiespañola, 
día a día cantamos la Marsellesa 
para acabar danzando la Carmañola. 

Las ambiciones pérfidas no tienen diques, 
soñadas libertades yacen deshechas. 
¡Eso no hicieron nunca nuestros caciques, 
a quienes las montañas daban las flechas! . 

Ellos eran soberbios, leales y francos, 
ceñidas las cabezas de raras plumas; 
¡ojalá hubieran sido los hombres blancos 
como los Atahualpas y Moctezumas! 

Cuando en vientres de América cayó semilla 
de la raza de hierro que fue de España, 
mezcló su fuerza heroica la gran Castilla 
con la fuerza del indio de la montaña. 

¡Pluguiera a Dios las aguas antes intactas 
no reflejaran nunca las blancas velas; 
ni vieran las estrellas estupefactas 
arribar a la orilla tus carabelas! 

Libre como las águilas, vieran los montes 
pasar los aborígenes por los boscajes, 
persiguiendo los pumas y los bisontes 
con el dardo certero de sus carcajes. 

Que más valiera el jefe rudo y bizarro 
que el soldado que en fango sus glorias finca, 
que ha hecho gemir al zipa bajo su carro 
o temblar las heladas momias del Inca. 

La cruz que nos llevaste padece mengua; 
y tras encanalladas revoluciones, 
la canalla escritora mancha la lengua 
que escribieron Cervantes y Calderones. 

Cristo va por las calles flaco y enclenque, 
Barrabás tiene esclavos y charreteras, 
y en las tierras de Chibcha, Cuzco y Palenque 
han visto engalonadas a las panteras. 

Duelos, espantos, guerras, fiebre constante 
en nuestra senda ha puesto la suerte triste: 
¡Cristóforo Colombo, pobre Almirante, 
ruega a Dios por el mundo que descubriste!


Rubén Darío


martes, 11 de febrero de 2014

20 Poemas de amor ( Poema 8 )



Abeja blanca zumbas -ebria de miel- en mi alma 
y te tuerces en lentas espirales de humo. 

Soy el desesperado, la palabra sin ecos, 
el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo. 

Última amarra, cruje en ti mi ansiedad última. 
En mi tierra desierta eres la última rosa. 

Ah silenciosa! 

Cierra tus ojos profundos. Allí aletea la noche. 
Ah desnuda tu cuerpo de estatua temerosa. 

Tienes ojos profundos donde la noche alea. 
Frescos brazos de flor y regazo de rosa. 

Se parecen tus senos a los caracoles blancos. 
Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de sombra. 

Ah silenciosa! 

He aquí la soledad de donde estás ausente. 
Llueve. El viento del mar caza errantes gaviotas. 

El agua anda descalza por las calles mojadas. 
De aquel árbol se quejan, como enfermos, las hojas. 

Abeja blanca, ausente, aún zumbas en mi alma. 
Revives en el tiempo, delgada y silenciosa. 

Ah silenciosa!


Pablo Neruda

viernes, 21 de septiembre de 2012

De regreso





Como barcos anclados en un mar cerezo
duermen sobre mi mesilla
versos de Cavafis, Borges, Pavese.

En las costas de Fisterra, al anochecer,
las madres de los marineros encienden infinitas velas
para que iluminen con su luz
la travesía de los barcos
que se desvanecen sin memoria
en el horizonte.
El tiempo palidece tembloroso
enjaulado en quinqués cubiertos de herrumbre.

Recuerdo unos versos;
También la noche se te asemeja.

Sobre mi mesilla surgen barcos en forma de palabras
que navegan de regreso
y desbaratan la noche.

martes, 18 de septiembre de 2012

Barcos



Barcos como olas, como alas.
Barcos que buscan barcos
como labios, como besos.
Barcos que regresan
como infancias, como ayeres
como pinceles de nuevo color
sobre el pasado.
Barcos que zarpan y que se alejan,
que derriten en los ojos
su distancia.
Barcos que naufragan y se hunden,
que doblan sus huesos
sobre una roca.
Barcos, siempre barcos
que zarpan, que atracan,
que se van y que regresan.
Como olas, como alas.