Sentada en la bahía, en calma sosegada,
el sol besa el horizonte en su lento ocaso,
las olas susurran secretos a la arena dorada,
y el viento danza, llevando su dulce abrazo.
Las gaviotas vuelan, trazando su camino,
sobre el agua que brilla como espejos de cristal,
el tiempo parece detenerse, sin destino,
en este rincón de paz, tan hermoso y sin igual.
La brisa trae recuerdos de días lejanos,
de risas y lágrimas que el mar ha guardado,
las huellas en la orilla son como hermanos,
que el agua acaricia, y luego ha llevado.
La luna asoma tímida, en el cielo azul marino,
iluminando el mundo con su pálida luz,
y yo, sentada en la bahía, me inclino,
a contemplar la noche, sin prisa ni cruz.
Los sueños navegan en el vaivén de las olas,
las estrellas titilan, como joyas en la oscuridad,
y en mi corazón, siento que todas las cosas,
encuentran su lugar, en esta serena realidad.
Sentada en la bahía, mi alma se aquieta,
con el murmullo eterno del vasto mar,
y en este momento, mi ser se completa,
en la paz infinita, de este lugar.
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