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martes, 17 de marzo de 2015

Trenzas de humo




   Porque los exaltados nubarrones
descienden en la soledad del amanecer,
y los altos tejados inyectan su veneno de hastío,
y sobrepujan
a la onda exterior y superficial del día.

          ¿De dónde han venido aquellas mariposas
tan amarillas,
a deshojar un collar de ébano
alrededor de mi garganta,
que es un lirio entre dos abismos?

          Allá los corderos mudos,
sacrificados en el marco de la mañana;
allá los volcanes libres y los pensamientos,
los caracoles rubios besando las bocas
de las campanillas jugosas.

          La danza inmediata de aquel viento que huele a muerte,
encuclillándose a mis pies, ahora,
palpándome las sienes con una gasa desprendida.

          La claridad en los ojos risueños
como el advenimiento de Pentecostés.


     Mi corazón se precipita
a la orilla de los horizontes sin medida,
deteniendo hélices,
con un puñado de ópalos en acción,
y, como si todo, absolutamente todo
ocurriera,
estoy en las fronteras del sentido habitual,
mirando cómo las piedras,
(sin que nadie las escuche pensar),
lavan su cara
con la inmovilidad del tiempo.

          Pareciendo mi ser una hoja de platino.


miércoles, 18 de febrero de 2015

La luna del dragón



Hablábamos de los dones de la tiniebla.
De los amores muertos.
Cuando se perfiló sobre el Oeste
El oro espeso de la media luna.
'Mira: es la Luna del Dragón' —me dijiste.
Y los dos la miramos
Como si algo terrible pesara sobre el mundo.
El hemisferio gris parecía lleno
De hondos presentimientos.
No había una estrella sobre el mar en calma
De humaredas y torres.

Nadie dijo: 'Es la luz que hace al Dragón visible'. 
Nadie dijo: 'Es la casa donde el Dragón habita'.

Nadie dijo: 'Es la luna que ampara a los dragones'.
Miramos simplemente el cuerno rojo.
La sobrehumana forma que doblegaba al cielo.
Y pensamos acaso en los terrores
De la culpa y la fiebre.

'Sólo es la Luna del Dragón' —me dijiste. 
Pero algo negro ascendió de mi infancia
Y di gracias a Dios de no estar solo.

Seguimos en silencio
Mientras las nubes negras cercaban en la hondura
Aquel objeto de alta magia y belleza.
—'Tal vez el nombre viene de las baladas celtas'.
—'Yo no sé por qué pesa y aflige como un sueño'.

Era la Luna del Dragón, y nadie
Parecía comprenderlo.
Iban las multitudes, bulliciosas, urgentes,
Atentas sólo a su pequeño misterio,
Mientras sobre las hondas avenidas
Un oro atroz vertía su intemporal influjo,
Y algo terrible y bello batía sus alas rojas
Como un polvo impalpable sobre las tristes tierras.



jueves, 15 de enero de 2015

GERINELDOS, EL PAJE



Del color del lirio tiene Gerineldos 
dos grandes ojeras; 
del color del lirio, que dicen locuras 
de amor de la reina.

        Al llegar la tarde, 
        pobre pajecillo, 
        con labios de  rosa, 
        con ojos de idilio; 
        al llegar la noche, 
        junto a los macizos 
        de arrayanes, vaga, 
        cerca del castillo.

        Cerca del castillo, 
        vagar vagamente 
        la reina le ha visto. 
        De sedas cubierto, 
        sin armas al cinto, 
        con alma de nardo, 
        con talle de lirio.



miércoles, 14 de enero de 2015

ENTIERRO DE UN MONJE



Dejando la quietud de los sitiales,
en procesión de lívida gordura,
surgen del claustro, en la humedad oscura,
las blancas estameñas monacales.

Campanudos acentos funerales
estremecen la vieja arquitectura,
y el blanco vaho del alba se aventura
por las altas ventanas ojivales.

Despojos son no más, miseria inerte,
polvo que torna, en brazos de la muerte,
a devolver sus átomos al suelo:

que el blanco monje, de virtudes muestra,
rodeado de Santos, a la diestra
de Dios Nuestro Señor, está en el Cielo.

                Manuel Machado

martes, 13 de enero de 2015

CANTARES



Vino, sentimiento, guitarra y poesía, 
hacen los cantares de la patria mía... 
Cantares... 
Quien dice cantares, dice Andalucía.

A la sombra fresca de la vieja parra, 
un mozo moreno rasguea la guitarra... 
Cantares... 
Algo que acaricia y algo que desgarra.

La prima que canta y el bordón que llora... 
Y el tiempo callado se va hora tras hora. 
Cantares... 
Son dejos fatales de la raza mora.

No importa la vida, que ya está perdida. 
Y, después de todo, ¿qué es eso, la vida?...

Cantares... 
Cantando la pena, la pena se olvida.

Madre, pena, suerte; pena, madre, muerte; 
ojos negros, negros, y negra la suerte. 
Cantares... 
En ellos, el alma del alma se vierte.

Cantares.  Cantares de la patria mía... 
Cantares son sólo los de Andalucía. 
Cantares... 
No tiene más notas la guitarra mía.
           
                         Manuel Machado

lunes, 12 de enero de 2015

ÉGLOGA VESPERTINA


De un sol que brilla y no arde
la última lumbre serena...
Una campana que suena
en el palor de la tarde...
De una ovejuela cobarde
el anheloso balar...
Y una moza del lugar
que oye charlar a la fuente,
con el pensamiento ausente
y el cántaro sin llenar.

La noche viene pausada
las mismas sendas borrando
por donde va dilatando
su fresca sombra callada...
La campiña y la enramada
los marjales y el vergel
cubre ya el negro mantel
que solo el alba les quita...
¡La noche viene, mocita!
¡La noche viene... y no él!

Torna la niña al aldea...
La fuente sigue charlando
y la muchacha escuchando
su corazón que golpea...
En la plaza cuchichea
al verla pasar, la gente.
Y ella cruza indiferente,
sonámbula muda y grave...
Pero ahora la moza sabe
lo que decía la fuente.

             Manuel Machado


viernes, 9 de enero de 2015

LA INFANTA MARGARITA



Como una flor clorótica el semblante,
que hábil pincel tiñó de leche y fresa,
emerge del pomposo guardainfante,
entre sus galas cortesanas presa.

La mano —ámbar de ensueño—, entre los tules
de la falda desmáyase y sostiene
el pañuelo riquísimo, que viene
de los ojos atónitos y azules.

Italia, Flandes, Portugal..., Poniente
sol de la gloria el último destello
en sus mejillas infantiles posa...

Y corona no más su augusta frente
la dorada ceniza del cabello,
que apenas prende el leve lazo rosa.

                            Manuel Machado


jueves, 8 de enero de 2015

CASTILLA



El ciego sol se estrella 
en las duras aristas de las armas, 
llaga de luz los petos y espaldares 
y flamea en las puntas de las lanzas.

El ciego sol, la sed y la fatiga. 
Por la terrible estepa castellana, 
al destierro, con doce de los suyos, 
—polvo, sudor y hierro— el Cid cabalga.

Cerrado está el mesón a piedra y lodo... 
Nadie responde.  Al pomo de la espada 
y al cuento de las picas, el postigo 
va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa!

A los terribles golpes, 
de eco ronco, una voz pura, de plata 
y de cristal, responde... Hay una niña 
muy débil y muy blanca, 
en el umbral.  Es toda 
ojos azules; y en los ojos, lágrimas. 
Oro pálido nimba 
su carita curiosa y asustada.

«¡Buen Cid!  Pasad... El rey nos dará muerte, 
arruinará la casa 
y sembrará de sal el pobre campo 
que mi padre trabaja... 
Idos.  El Cielo os colme de venturas... 
En nuestro mal, ioh Cid!, no ganáis nada».

Calla la niña y llora sin gemido... 
Un sollozo infantil cruza la escuadra 
de feroces guerreros, 
y una voz inflexible grita: «¡En marcha!»

El ciego sol, la sed y la fatiga. 
Por la terrible estepa castellana, 
al destierro, con doce de los suyos 
—polvo, sudor y hierro—, el Cid cabalga.

                                                                               Manuel Machado


miércoles, 7 de enero de 2015

LIRIO


Casi todo alma, 
vaga Gerineldos 
por esos jardines 
del rey, a lo lejos, 
junto a los macizos 
de arrayanes...

                                Besos 
de la reina dicen 
los morados cercos 
de sus ojos mustios, 
dos idilios muertos. 
Casi todo alma, 
se pierde en silencio, 
por el laberinto 
de arrayanes... ¡Besos! 
Solo, solo, solo, 
lejos, lejos, lejos... 
Como una humareda, 
como un pensamiento... 
Como esa persona 
extraña que vemos 
cruzar por las calles 
oscuras de un sueño.

                           Manuel Machado

viernes, 2 de enero de 2015

ARS MORIENDI


                 I

Morir es... Una flor hay, en el sueño 
—que, al despertar, no está ya en nuestras manos—, 
de aromas y colores imposibles... 
Y un día sin aurora la cortamos.

                        II

      Dichoso es el que olvida 
      el porqué del viaje 
      y, en la estrella, en la flor, en el celaje, 
      deja su alma prendida.

                        III

        Y yo había dicho: «¡Vive!» 
        Es decir: ama y besa, 
        escucha, mira, toca, 
        embriágate y sueña...

        Y ahora suspiro: «¡Muérete!» 
        Es decir: calla, ciega, 
        abstente, para, olvida, 
        resígnate... y espera.

                        IV

        Era un agua que se secó, 
        un aroma que se esfumó, 
        una lumbre que se apagó...

        Y ya es sólo la aridez, 
        la insipidez, 
        la hez...

                        V

La Vida se aparece como un sueño 
en nuestra infancia... Luego despertamos 
a verla, y caminamos 
el encanto buscándole risueño 
que primero soñamos; 
... y, como no lo hallamos, 
buscándolo seguimos, 
hasta que para siempre nos dormimos.

                        VI

¡Y Ella viene siempre!  Desde que nacemos, 
su paso, lejano o próximo, huella 
el mismo sendero por donde corremos 
hasta dar con Ella.

                        VII

Lleno estoy de sospechas de verdades 
que no me sirven ya para la vida, 
pero que me preparan dulcemente 
a bien morir...

                        VIII

Mi pensamiento, como un sol ardiente, 
ha cegado mi espíritu y secado 
mi corazón ...

                        IX

El cuerpo joven, pero el alma helada, 
sé que voy a morir, porque no amo 
ya nada.


jueves, 1 de enero de 2015

SOLEDADES


 Árboles, plantas —¡mi campo!—,
con vuestro secreto inmenso,
de magníficas latencias
y de implicaciones lleno,
acudidme, habladme.  Dadme,
aguas, vuestro limpio espejo
para que yo al fin me vea,
que he vivido siempre huyendo
de mí mismo, y ya no sé
lo que soy ni lo que quiero!...

  Ayudad a que me encuentre,
que me he perdido, disperso
en la vida de los otros,
sin vivir... Dadme mi cuerpo,
que gasté en brazos de tantas
que no amé.  Mis pobres nervios,
al placer y los dolores
de los demás siempre tensos...

  Mis manos, que acariciaron
con afán todo lo bello,
sin hacer jamás su presa...

  Mis pies, que al azar corrieron
por travesías sin rumbo
y callejas de un momento...

  Pero dadme antes mi alma,
que hasta aquí fue sólo un eco
de otras almas, ebria siempre
de músicas y de besos.

  Decidme quién soy, estrellas,
y a cuál de vosotras puedo
llamar mía... Descifrad
vuestra eterna queja, vientos
y tú, luna, a cuya luz
prestada endeché mis versos.

  Decidme, en fin, la verdad;
decidme. Pero ¿qué espero?

  ¡Si por no estar nunca solo
vuestras soledades pueblo,
e, insaciable de palabras,
que habléis aún vosotros sueño!



lunes, 29 de diciembre de 2014

ANTÍFONA



Ven, reina de los besos, flor de la orgía, 
amante sin amores, sonrisa loca... 
Ven, que yo sé la pena de tu alegría 
y el rezo de amargura que hay en tu boca.

Yo no te ofrezco amores que tú no quieres; 
conozco tu secreto, virgen impura; 
Amor es enemigo de los placeres 
en que los dos ahogamos nuestra amargura.

Amarnos... ¡Ya no es tiempo de que me ames! 
A ti y a mí nos llevan olas sin leyes. 
¡Somos, a un mismo tiempo, santos e infames; 
somos, a un tiempo mismo, pobres y reyes!

¡Bah!  Yo sé que los mismos que nos adoran 
en el fondo nos guardan igual desprecio. 
Y justas son las voces que nos desdoran... 
Lo que vendemos ambos no tiene precio.

Así, los dos: tú, amores, yo poesía, 
damos por oro a un mundo que despreciamos... 
¡Tú, tu cuerpo de diosa; yo, el alma mía!... 
Ven y reiremos juntos mientras lloramos.

Joven quiere en nosotros Naturaleza 
hacer, entre poemas y bacanales, 
el imperial regalo de la belleza, 
luz, a la oscura senda de los mortales.

¡Ah! Levanta la frente, flor siempre viva, 
que das encanto, aroma, placer, colores... 
Diles, con esa fresca boca lasciva..., 
¡que no son de este mundo nuestros amores!

Igual camino en suerte nos ha cabido, 
un ansia igual nos lleva que no se agota, 
hasta que se confundan en el olvido, 
tu hermosura podrida, mi lira rota.

Crucemos nuestra calle de la Amargura 
levantadas las frentes, juntas las manos... 
¡Ven tú conmigo, reina de la hermosura! 
¡Hetairas y poetas somos hermanos!




domingo, 28 de diciembre de 2014

LA MUJER SEVILLANA



                I
              CARMEN

Cuando al caer la tarde, como un suspiro, orea
los rumorosos patios del barrio de Triana,
y el cabello de Carmen, que de negro azulea,
y sus ojos, en donde amor florece y grana...

Envuelto en ese halo de gracia, que defiende
al hombre que es amado de una mujer hermosa,
pasa Antonio; y, en una larga mirada, enciende
el alma y las mejillas de Carmen, ruborosa.

Ella lo ve alejarse, sintiendo confundido
al latir de su pecho el paso conocido.

Y al rezar el Rosario, y al regar las macetas,
un nombre la perturba con delicias secretas...

Y sola ante el espejo -confesará mañana-,
prende en su negro pelo una rosa temprana.

                  II
              ROSARIO

«Los hombres son los hombres». Y hay cosas en la vida...
Ante tales razones, Rosario, convencida,
inclina a la costura la gallarda cabeza,
donde luce una rosa que envidia su belleza.

Y a pensar en su hogar, limpio como un espejo,
que ella cuida y encanta sólo con el reflejo
de su gracia... Rosario lo que es el mundo ignora.
Cuando Juan viene, ríe.  Si Juan se tarda, llora.

él, que la quiere mucho, aunque lo diga poco,
vuelve siempre a la sombra del amor verdadero.
Ella espera, y el nido amante y dulce cuida,

donde crece la planta de su cariño loco.
Y Juan no viene acaso aquella noche; pero...
«Los hombres son los hombres».  Y hay cosas en la vida...

                  III
                 ANA

¿Conocéis la leyenda que atribuye a Santa Ana
la invención del puchero?... ¿Y aquella otra, llena
de aroma y gracia, de una hierba que es buena,
en competencia con otra que es mejor, Ana?

Y en la ruda corteza de los augustos robles
viendo gotas de lluvia resbalar como llanto,
¿pensasteis en los rostros arrugados y nobles
de las abuelas, reinas-madres, que amaron tanto?...

Todo ello se evoca viendo a esta vieja santa,
a quien nimba una lumbre de hogar inextinguida,
bajo la gracia pura del sevillano cielo...

Y aun, con alegres cuentos, al nietecillo encanta;
y aun, heroica, conserva, al final de la vida,
la sonrisa en los labios y la rosa en el pelo.

Manuel Machado


viernes, 26 de diciembre de 2014

ENCAJES


Alma son de mis cantares, 
tus hechizos... 
Besos, besos 
a millares. Y en tus rizos, 
besos, besos a millares. 
¡Siempre amores! ¡Nunca amor!

Los placeres 
van de prisa: 
una risa 
y otra risa, 
y mil nombres de mujeres, 
y mil hojas de jazmín 
desgranadas 
y ligeras... 
Y son copas no apuradas, 
y miradas 
pasajeras, 
que desfloran nada más.

Desnudeces, 
hermosuras, 
carne tibia y morbideces, 
elegancias y locuras...

No me quieras, no me esperes... 
¡No hay amor en los placeres! 
¡No hay placer en el amor!




martes, 23 de diciembre de 2014

LA REINA MARÍA LUISA



Al contemplar la juventud forzada
de este cuerpo flexible y aun ligero,
la inclinación garbosa del sombrero
y el fuego inextinguido en la mirada...

Aun es gallarda la apostura, aun tiene
gentil empaque la real persona
de esta arrogante vieja, esta amazona,
mejor montada de lo que conviene.

Y en vano esta cabeza un poco loca
pierde el cabello, y súmese esta boca,
y de estos ojos el mirar se empaña...

Con su uniforme —rojo y negro—, ella
siempre será la suspirada y bella
María Luisa de Borbón, de España.


viernes, 19 de diciembre de 2014

EN LA MUERTE DE JULIO RUELAS



Ahora empezó, Ruelas, tu vida... (Fue su vida
un morir de deseos atropellados y un
matarse de embriagueces de mil suertes, según
era su sed... Corrió tras la escondida
agua nunca probada y siempre oída.)

Mientras tú duermes, vela la Humanidad tu sueño
(diría Rueda, un vate campesino, risueño
y panteísta ... ). Yo, religioso, confío
en otro reino fuera de este Mundo. Es el mío
también; es el de todos los que adoran el Arte,
cuyo palacio tiene que estar en otra parte...

Hasta luego, Ruelas.  A pesar de lo feo,
del mal y de la muerte, quiero creer, y creo.


jueves, 18 de diciembre de 2014

ADELFOS



Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron 
—soy de la raza mora, vieja amiga del Sol—, 
que todo lo ganaron y todo lo perdieron. 
Tengo el alma de nardo del árabe español.

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna 
en que era muy hermoso no pensar ni querer... 
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna... 
De cuando en cuando, un beso y un nombre de mujer.

En mi alma, hermana de la tarde, no hay contornos...; 
y la rosa simbólica de mi única pasión 
es una flor que nace en tierras ignoradas 
y que no tiene aroma, ni forma, ni color.

Besos ¡pero no darlos!  Gloria.... ¡la que me deben! 
¡Que todo como un aura se venga para mí! 
¡Que las olas me traigan y las olas me lleven, 
y que jamás me obliguen el camino a elegir!

¡Ambición! No la tengo. ¡Amor! No lo he sentido. 
No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud. 
Un vago afán de arte tuve... Ya lo he perdido. 
Ni el vicio me seduce ni adoro la virtud.

De mi alta aristocracia dudar jamás se pudo. 
No se ganan, se heredan, elegancia y blasón... 
Pero el lema de casa, el mote del escudo, 
es una nube vaga que eclipsa un vano sol.

Nada os pido. Ni os amo ni os odio. Con dejarme, 
lo que hago por vosotros, hacer podéis por mí... 
¡Que la vida se tome la pena de matarme, 
ya que yo no me tomo la pena de vivir! ...

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna 
en que era muy hermoso no pensar ni querer... 
De cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna. 
¡El beso generoso que no he de devolver!

París, 1899

                                   Manuel Machado


miércoles, 17 de diciembre de 2014

ABEL



El campo y el crepúsculo. Una hoguera,
cuyo humo lentamente al cielo sube.
En la pálida esfera
no hay una sola nube.

La tristeza infinita
efluye de la humilde
hierba del suelo. Invita
a llorar el rumor de la arboleda...

Se va el día, y se queda
la tristeza infinita.

Junto de la corriente,
desnudo y muerto, yace
Abel... Y la primera
sangre vertida seca el sol poniente.

El humo al cielo sube,
callado, de la hoguera...
Y baja como un duelo soberano
la noche a la pradera...
«¡Caín! ¡Caín! ¿Qué has hecho de tu hermano?»


martes, 16 de diciembre de 2014

A VILLAESPESA, QUE CORRÍA EL MUNDO



Francisco Villaespesa, compañero
a mar, a viento y luz, osado un día...
En la flota gentil de la Poesía,
conmigo capitán y marinero.

Fija la vista en el polar lucero,
de mar y viento y luz en la armonía
tu nave surca aún, mientras la mía
volvió cansada del afán primero.

¿Qué oro a tus piedras? ¿Qué a tus lienzos marco
tallaré dignos, Villaespesa, a hora
de sombras tibias y de paz discreta?...

Oriflama será para tu barco
este dictado, en la invencible prora,
grato a la luz, al viento, al mar: « ¡Poeta! »


Manuel Machado





lunes, 15 de diciembre de 2014

CANTE HONDO



A todos nos han cantado,
en una noche de juerga,
copias que nos han matado

Corazón, calla tu pena:
a todos nos han cantado
en una noche de juerga.

Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas...
Historia de mis pesares
y de tus horitas malas.

Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas...

Es el saber popular,
que encierra todo el saber:
que es saber sufrir, amar,
morirse y aborrecer.

Es el saber popular,
que encierra todo el saber.


domingo, 14 de diciembre de 2014

Van-Dick Un Príncipe de la casa de Orange



A este joven señor, tan bellamente
vestido, blanco el traje y la gorguera,
blanca la tez, envuelve en luz poniente
el oro viejo de su cabellera.

De su apostura la elegante gracia
tiene una laxitud de laxitudes,
y en el pecho, podridas, las virtudes
de su clara y fatal aristocracia.

Tedio y desdén en la orgullosa frente,
vago pesar en la mirada infausta....
lujosísima espada en joyas rica.

Cruza una banda el busto indiferente.
Blanca mano espectral, de sangre exhausta,
y en la mano un limón, que significa...


sábado, 13 de diciembre de 2014

PIERROT Y ARLEQUÍN



Pierrot y Arlequín,
mirándose sin
rencores,
después de cenar,
pusiéronse a hablar
de amores.
Y dijo Pierrot:
—¿Qué buscas tú?
          —¿Yo?...
¡Placeres!
—Entonces, no más
disputas por las
mujeres.
Y sepa yo, al fin,
tu novia, Arlequín...
—Ninguna.
Mas dime, a tu vez,
la tuya.
      —¡Pardiez!...
¡La Luna!

viernes, 12 de diciembre de 2014

CARLOS V


El que en Milán nieló de plata y oro
la soberbia armadura; el que ha forjado
en Toledo este arnés; quien ha domado
el negro potro del desierto moro...

El que tiñó de púrpura esta pluma
—que al aire en Mulberg prepotente flota—,
esta tierra que pisa y la remota
playa de oro y de sol de Moctezuma...

Todo es de este hombre gris, barba de acero,
carnoso labio, socarrón y duros
ojos de lobo audaz, que, lanza en mano,

recorre su dominio, el orbe entero,,
con resonantes pasos, y seguros.
En este punto lo pintó el Tiziano.




jueves, 11 de diciembre de 2014

LA ANUNCIAClÓN



La campanada blanca de maitines
al seráfico artista ha despertado,
y, al ponerse a pintar, tiene a su lado
un coro de rosados querubínes.

Y ellos le enseñan cómo se ilumina
la frente y las mejillas ideales
de María, los ojos virginales,
la mano transparente y ambarina.

Y el candor le presentan de sus alas
para que copie su infantil blancura
en las alas del ángel celestial,

que, ataviado de perlinas galas,
fecunda el seno de la Virgen pura,
como el rayo del sol por el cristal.

Manuel Machado


miércoles, 10 de diciembre de 2014

Los Fusilamientos de la Moncloa



Él lo vio... Noche negra, luz de infierno...
Hedor de sangre y pólvora, gemidos...
Unos brazos abiertos, extendidos
en ese gesto del dolor eterno.

Una farola en tierra, casi alumbra
con un halo amarillo que horripila,
de los fusiles la uniforme fila
monótona y brutal en la penumbra.

Maldiciones, quejidos... Un instante
primero que la voz de mando suene;
un fraile muestra el implacable cielo.

Y en convulso montón agonizante,
a medio rematar, por tandas viene
la eterna carne de cañón al suelo.

Manuel Machado



martes, 9 de diciembre de 2014

EL CABALLERO DE LA MANO AL PECHO


Este desconocido es un cristiano
de serio porte y negra vestidura,
donde brilla no más la empuñadura
de su admirable estoque toledano.

Severa faz de palidez de lirio
surge de la golilla escarolado,
por la luz interior iluminada
de un macilento y religioso cirio.

Aunque sólo de Dios temores sabe,
por que el vitando hervor no le apasione,
del mundano placer perecedero,

en un gesto piadoso y noble y grave,
la mano abierta sobre el pecho pone,
como una disciplina, el caballero.






viernes, 5 de diciembre de 2014

El hombre de la máscara de hierro


Te vuela el alma o esa cosa que decimos:
el alma. Y tienes alas y aprendiste a volar.
Centellas de tus brazos o poemas
alzan al cielo –adiós, adiós la tierra- la blanca catedral.

Un andamiaje de álamos nocturnos;
vas, en una calesa hasta el túnel lunar;
te vuela la camisa con el alma, y tu pecho
es todo el cielo, y una segunda realidad
-a la que se despierta en la vigilia-
te abre sus puertas.
Y cuando vas a entrar
hallas al hombre de la máscara de hierro
hallas al hombre de la máscara de hierro
hallas al hombre de la máscara de hierro
hallas al hombre de la máscara de hierro…


lluvia