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miércoles, 1 de febrero de 2017

Encuentro con la nieve





Nevó toda la noche y amanece
la tierra inmaculada.
Quién pudiera decir que bajo el manto
prepara su verdor la primavera.
Si la pureza existe,
qué semejante es a la nieve:
hoja blanca cedida por el mundo
para probar que nada permanence.


martes, 17 de mayo de 2016

De golpe...



De golpe
me estremezco como si siete grados
bajo cero
sacudiesen el tedio sin contar para nada
con mi visión del mundo
y de la explotación.

Pero los lapiceros, las sandalias,
lo que me habría gustado ser piloto...

y ahora llegas tú
con veinticinco mil maneras de acariciar mis dedos
aunque no estés de acuerdo con lo que yo
pensé
del precio de la pina y la última decisión
que ha tomado el gobierno.

Si es demasiado tarde
para conmemorar un día
cualquiera
de la vida
o lamentar los dos algún suceso
tú propones cantar —en francés, por ejemplo
«je ne suis jamáis seul»
y yo te voy queriendo
aunque luego no es
nada
tan sencillo.




miércoles, 2 de marzo de 2016

Aquí, la puerta abierta...





Aquí, la puerta abierta,
unos gatos que muerden basuras y esperanzas
—esta marejadilla sin plata que arrasar—
y aquí suelo dejarme,
sentada hacia la lluvia
sin apenas decirte lo mucho,
sin tu forma de hablarme socavada en el gesto.
Ni voy reconociendo
desmantelados signos de la tarde tan larga.

Pero es que sin tu risa
soy capaz de extenderme satisfecha en la noche
y soy capaz de tanta soledad.

Ya sé que somos dos.
Podríamos herirle los ojos a los puentes
aunque duele este número,
—herirlos gravemente,
definitivamente—
y luego avanzaríamos hasta donde los cisnes,
hacia aquella ventana que sugieren las olas,
hasta donde los cisnes poseyeron a Leda,
allí te besaría un vez más
donde se descomponen tu pasado y el mío.

Es tan roja,
tan roja,
la forma de morir de algunas tardes.





lunes, 18 de enero de 2016

Abrazo




Un simple abrazo nos enternece el corazón; 
nos da la bienvenida y nos hace más llevadera la vida. 

Un abrazo es una forma de compartir alegrías 
así como también los momentos tristes que se nos presentan. 

Es tan solo una manera de decir a nuestros amigos 
que los queremos y que nos preocupamos uno por el otro 
porque los abrazos fueron hechos para darlos a quienes queremos. 

El abrazo es algo grandioso. 
Es la manera perfecta para demostrar el amor que sentimos 
cuando no conseguimos la palabra justa. 

Es maravilloso porque tan sólo un abrazo dado con mucho cariño, 
hace sentir bien a quien se lo damos, sin importar el lugar ni el idioma 
porque siempre es entendido. 

Por estas razones y por muchas más... 
hoy te envío mi más cálido abrazo.






domingo, 22 de noviembre de 2015

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.





Escribir, por ejemplo: " La noche está estrellada, 
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. 
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería. 
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. 
Y el verso cae al alma como pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. 
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. 
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca. 
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. 
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. 
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. 
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. 
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, 
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, 
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


Pablo Neruda


lunes, 20 de julio de 2015

In memoriam




A mi padre,
Porque la muerte no interrumpe nada

Gente que tú querías y que pierdes,
Gente que tú querías y se pierde
En medio de la noche.

Otros ocuparán su lugar en el mundo.
Otras hojas tendrán que brotar en la rama.

Pero no te consuela.

Cuántas cosas pudiste
Haber hecho por ellos.
Sabes que no podrás hacerlas nunca.

Sombras que vienen, sombras que se van,
mientras buscas la luz en medio de la noche.




martes, 14 de julio de 2015

En medio del camino




Ahora
Comienzas a vivir de otra manera.

Días que terminaron para siempre,
Caminos que se pierden en la noche...

Y es justamente ahora
El antes y el después en la vida de un hombre.

Un cambio, sólo un cambio.
Ni ganancia, ni pérdida.
No temas al futuro que se acerca.

Sombras que vienen, sombras que se van,
Cómo se pierde un mundo cuando pierdes a alguien.
Y vas entrando en otro territorio.

II

Que se acaben los sueños.
La juventud con ellos se termina.
Buenos tiempos, aquéllos,
Con gente que te quiso y que querías...
Ha llegado la hora de cruzar la frontera.

De atravesar un puente.

Si los demás llegaron, nosotros llegaremos.
Es cuestión de paciencia.

No tienes vuelta atrás.
Has quemado las naves.
Has perdido el camino de regreso.

III

...porque su vida fueron las palabras.
G. Suárez

Para qué las palabras
Si no consiguen darte la alegría
ni llenan el vacío.

Imagínate
un mundo sin palabras.

Días que han terminado para siempre,
Caminos que se pierden en la noche...

Con la verdad te encuentras,
Después de tantos años de ceguera
Detrás de unas palabras.

IV

Caminamos a solas por el mundo.
Caminamos a solas.

Quisimos encontrar el porqué de las cosas.

Si somos algo, somos
Una generación cuyo destino
Es recorrer las calles en silencio.

Mil calles que no van a parte alguna.



viernes, 8 de mayo de 2015

Arveja negra



Tengo un problema:
arranqué los ojos de mi muñeca
y ya no ve. Desde el noveno piso
lancé con ímpetu al patio interno
de mi vecina un ojito, el izquierdo.
En una alcantarilla, único
ojo abierto que permite
entrar a la imagen hecha cuerpo;
es de saliva poderosa
seduce agresiva cualquier intento
de entrega externa, la convierte
en interna destrucción. Allí
abandoné el otro ojo que rodó
como una arveja negra.
Mi muñeca: muñón del alma mía
no está ciega, es simple
no tiene en la cara ojos 
y su cabeza recuerda 
pequeño el patio que se agiganta
a gran velocidad, un agujero.
Yo le muestro
determinada cantidad de dedos, ¿cuántos
hay? le saco la lengua, me burlo
lloro en silencio y no lo nota, la amenazo
y nunca tiembla: Ojos que no ven
corazón que no siente. Necesito
dos ojos, o un corazón
autosuficiente. Mi lágrima no sabe
parir otros, mi problema es
operar en el hueco
de la mirada. No,
caer en él.


domingo, 3 de mayo de 2015

Yaiza


La vida me hizo un regalo
Que insistente la pedí
Y cuando no lo esperaba, por sorpresa llego a mi
Mi corazon exultante te abrió los brazos a tí
Y desde entonces ya vive tan solo pensando en tí
Con tu piel como la nieve
Con tus labios carmesí
Con tus ojos como estrellas 
Que iluminan mi vivir
vuela alto,vuela fuerte
Nunca te dejes caer
Pues aunque el viento sople fuerte
Yo siempre te arroparé
Pues no hay mas orgullo en mi vida
Que haberte visto nacer


        Carol: A mi yaiza


miércoles, 14 de enero de 2015

ENTIERRO DE UN MONJE



Dejando la quietud de los sitiales,
en procesión de lívida gordura,
surgen del claustro, en la humedad oscura,
las blancas estameñas monacales.

Campanudos acentos funerales
estremecen la vieja arquitectura,
y el blanco vaho del alba se aventura
por las altas ventanas ojivales.

Despojos son no más, miseria inerte,
polvo que torna, en brazos de la muerte,
a devolver sus átomos al suelo:

que el blanco monje, de virtudes muestra,
rodeado de Santos, a la diestra
de Dios Nuestro Señor, está en el Cielo.

                Manuel Machado

martes, 13 de enero de 2015

CANTARES



Vino, sentimiento, guitarra y poesía, 
hacen los cantares de la patria mía... 
Cantares... 
Quien dice cantares, dice Andalucía.

A la sombra fresca de la vieja parra, 
un mozo moreno rasguea la guitarra... 
Cantares... 
Algo que acaricia y algo que desgarra.

La prima que canta y el bordón que llora... 
Y el tiempo callado se va hora tras hora. 
Cantares... 
Son dejos fatales de la raza mora.

No importa la vida, que ya está perdida. 
Y, después de todo, ¿qué es eso, la vida?...

Cantares... 
Cantando la pena, la pena se olvida.

Madre, pena, suerte; pena, madre, muerte; 
ojos negros, negros, y negra la suerte. 
Cantares... 
En ellos, el alma del alma se vierte.

Cantares.  Cantares de la patria mía... 
Cantares son sólo los de Andalucía. 
Cantares... 
No tiene más notas la guitarra mía.
           
                         Manuel Machado

jueves, 8 de enero de 2015

CASTILLA



El ciego sol se estrella 
en las duras aristas de las armas, 
llaga de luz los petos y espaldares 
y flamea en las puntas de las lanzas.

El ciego sol, la sed y la fatiga. 
Por la terrible estepa castellana, 
al destierro, con doce de los suyos, 
—polvo, sudor y hierro— el Cid cabalga.

Cerrado está el mesón a piedra y lodo... 
Nadie responde.  Al pomo de la espada 
y al cuento de las picas, el postigo 
va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa!

A los terribles golpes, 
de eco ronco, una voz pura, de plata 
y de cristal, responde... Hay una niña 
muy débil y muy blanca, 
en el umbral.  Es toda 
ojos azules; y en los ojos, lágrimas. 
Oro pálido nimba 
su carita curiosa y asustada.

«¡Buen Cid!  Pasad... El rey nos dará muerte, 
arruinará la casa 
y sembrará de sal el pobre campo 
que mi padre trabaja... 
Idos.  El Cielo os colme de venturas... 
En nuestro mal, ioh Cid!, no ganáis nada».

Calla la niña y llora sin gemido... 
Un sollozo infantil cruza la escuadra 
de feroces guerreros, 
y una voz inflexible grita: «¡En marcha!»

El ciego sol, la sed y la fatiga. 
Por la terrible estepa castellana, 
al destierro, con doce de los suyos 
—polvo, sudor y hierro—, el Cid cabalga.

                                                                               Manuel Machado


miércoles, 7 de enero de 2015

LIRIO


Casi todo alma, 
vaga Gerineldos 
por esos jardines 
del rey, a lo lejos, 
junto a los macizos 
de arrayanes...

                                Besos 
de la reina dicen 
los morados cercos 
de sus ojos mustios, 
dos idilios muertos. 
Casi todo alma, 
se pierde en silencio, 
por el laberinto 
de arrayanes... ¡Besos! 
Solo, solo, solo, 
lejos, lejos, lejos... 
Como una humareda, 
como un pensamiento... 
Como esa persona 
extraña que vemos 
cruzar por las calles 
oscuras de un sueño.

                           Manuel Machado

domingo, 28 de diciembre de 2014

LA MUJER SEVILLANA



                I
              CARMEN

Cuando al caer la tarde, como un suspiro, orea
los rumorosos patios del barrio de Triana,
y el cabello de Carmen, que de negro azulea,
y sus ojos, en donde amor florece y grana...

Envuelto en ese halo de gracia, que defiende
al hombre que es amado de una mujer hermosa,
pasa Antonio; y, en una larga mirada, enciende
el alma y las mejillas de Carmen, ruborosa.

Ella lo ve alejarse, sintiendo confundido
al latir de su pecho el paso conocido.

Y al rezar el Rosario, y al regar las macetas,
un nombre la perturba con delicias secretas...

Y sola ante el espejo -confesará mañana-,
prende en su negro pelo una rosa temprana.

                  II
              ROSARIO

«Los hombres son los hombres». Y hay cosas en la vida...
Ante tales razones, Rosario, convencida,
inclina a la costura la gallarda cabeza,
donde luce una rosa que envidia su belleza.

Y a pensar en su hogar, limpio como un espejo,
que ella cuida y encanta sólo con el reflejo
de su gracia... Rosario lo que es el mundo ignora.
Cuando Juan viene, ríe.  Si Juan se tarda, llora.

él, que la quiere mucho, aunque lo diga poco,
vuelve siempre a la sombra del amor verdadero.
Ella espera, y el nido amante y dulce cuida,

donde crece la planta de su cariño loco.
Y Juan no viene acaso aquella noche; pero...
«Los hombres son los hombres».  Y hay cosas en la vida...

                  III
                 ANA

¿Conocéis la leyenda que atribuye a Santa Ana
la invención del puchero?... ¿Y aquella otra, llena
de aroma y gracia, de una hierba que es buena,
en competencia con otra que es mejor, Ana?

Y en la ruda corteza de los augustos robles
viendo gotas de lluvia resbalar como llanto,
¿pensasteis en los rostros arrugados y nobles
de las abuelas, reinas-madres, que amaron tanto?...

Todo ello se evoca viendo a esta vieja santa,
a quien nimba una lumbre de hogar inextinguida,
bajo la gracia pura del sevillano cielo...

Y aun, con alegres cuentos, al nietecillo encanta;
y aun, heroica, conserva, al final de la vida,
la sonrisa en los labios y la rosa en el pelo.

Manuel Machado


sábado, 13 de diciembre de 2014

PIERROT Y ARLEQUÍN



Pierrot y Arlequín,
mirándose sin
rencores,
después de cenar,
pusiéronse a hablar
de amores.
Y dijo Pierrot:
—¿Qué buscas tú?
          —¿Yo?...
¡Placeres!
—Entonces, no más
disputas por las
mujeres.
Y sepa yo, al fin,
tu novia, Arlequín...
—Ninguna.
Mas dime, a tu vez,
la tuya.
      —¡Pardiez!...
¡La Luna!

lunes, 11 de agosto de 2014

DÉCIMA MUERTE





I

¡Qué prueba de la existencia
habrá mayor que la suerte
de estar viviendo sin verte
y muriendo en tu presencia!
Esta lúcida conciencia
de amar a lo nunca visto
y de esperar lo imprevisto;
este caer sin llegar
es la angustia de pensar
que puesto que muero existo.

II

Si en todas partes estás,
en el agua y en la tierra,
en el aire que me encierra
y en el incendio voraz;
y si a todas partes vas
conmigo en el pensamiento,
en el soplo de mi aliento
y en mi sangre confundida,
¿no serás, Muerte, en mi vida,
agua, fuego, polvo y viento?

III

si tienes manos, que sean
de un tacto sutil y blando,
apenas sensible cuando
anestesiado me crean;
y que tus ojos me vean
sin mirarme, de tal suerte
que nada me desconcierte
ni tu vista ni tu roce,
para no sentir un goce
ni un dolor contigo, Muerte.

IV

Por caminos ignorados,
por hendiduras secretas,
por las misteriosas vetas
de troncos recién cortados,
te ven mis ojos cerrados
entrar en mi alcoba oscura
a convertir mi envoltura
opaca, febril, cambiante,
en materia de diamante
luminosa, eterna y pura.

V

No duermo para que al verte
llegar lenta y apagada,
para que al oír pausada
tu voz que silencios vierte,
para que al tocar la nada
que envuelve tu cuerpo yerto,
para que a tu olor desierto
pueda, sin sombra de sueño,
saber que de ti me adueño,
sentir que muero despierto.

VI

La aguja del instantero
recorrerá su cuadrante,
todo cabrá en un instante
del espacio verdadero
que, ancho, profundo y señero,
será elástico a tu paso
de modo que el tiempo cierto
prolongará nuestro abrazo
y será posible, acaso,
vivir después de haber muerto.

VII

En el roce, en el contacto,
en la inefable delicia
de la suprema caricia
que desemboca en el acto,
hay un misterioso pacto
del espasmo delirante
en que un cielo alucinante
y un infierno de agonía
se funden cuando eres mía
y soy tuyo en un instante.

VIII

¡Hasta en la ausencia estás viva!
Porque te encuentro en el hueco
de una forma y en el eco
de una nota fugitiva;
porque en mi propia saliva
fundes tu sabor sombrío,
y a cambio de lo que es mío
me dejas sólo el temor
de hallar hasta en el sabor
la presencia del vacío.

IX

Si te llevo en mí prendida
y te acaricio y escondo,
si te alimento en el fondo
de mi más secreta herida;
si mi muerte te da vida
y goce mi frenesí,
¡qué será, Muerte, de ti
cuando al salir yo del mundo,
deshecho el nudo profundo,
tengas que salir de mí?

X

En vano amenazas, Muerte,
cerrar la boca a mi herida
y poner fin a mi vida
con una palabra inerte.
¡Qué puedo pensar al verte,
si en mi angustia verdadera
tuve que violar la espera;
si en vista de tu tardanza
para llenar mi esperanza
no hay hora en que yo no muera!


violetas y velas