Un halo de vida, suave y profundo,
se posa en el aire, en silencio fecundo.
Es el alba que surge, tímida, nueva,
y con sus manos de luz, la noche eleva.
Danza en los campos, se esconde en el río,
acaricia el mundo con su leve rocío.
Es el susurro de un canto lejano,
el temblor del amor en un toque humano.
Un halo de vida en cada latido,
en cada estrella y sueño escondido.
Es el sol que despierta en el frío sendero,
la llama que arde en el pecho sincero.
Vida que brota, que crece, que vuela,
que arrulla el dolor, lo calma, consuela.
Es el paso del tiempo en la mirada,
el eco eterno de una voz callada.
Un halo de vida, eterno refugio,
que guarda en sus brazos cada suspiro.
Es la promesa que nos da la tierra,
el abrazo eterno que nunca se cierra.
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