Gira y gira sin cesar,
pequeña peonza en el suelo,
con colores que al bailar,
dibujan un arco de anhelo.
El niño la mira atento,
con ojos llenos de asombro,
en su mente un pensamiento,
de un mundo que no es tan romo.
Un giro más, la peonza canta,
una canción sin palabras,
en su danza se levanta,
y las penas descalabra.
El tiempo parece parar,
en el vaivén de su juego,
y el niño empieza a soñar,
con un universo entero.
La peonza es el reflejo,
de la vida en movimiento,
de los sueños y el festejo,
y del más puro momento.
Gira y gira sin cesar,
pequeña peonza querida,
que en tu danza va a brotar,
la esperanza de la vida.
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