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domingo, 30 de septiembre de 2012

Galicia


Anhelo el paisaje de mi infancia,
el aire ahogado en humedad,
el salitre,
los días de lluvia en que nunca amanece,
el óxido del astillero,
la morriña anclada en los puertos
como olas esperando mareas
y esa voz huérfana y lejana
que recuerda que el mar
siempre es distancia.
Anhelo ese paisaje
como un barco anhela travesías,
como se anhelan los besos que nos aguardan
en el umbral de esos cuerpos
que jamás nos pertenecen.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Espejo


Frágil como un pequeño espejo,
el tiempo resbala por nuestras manos
con la inocencia de lo que no perdura
y estalla contra el suelo
y se hace memoria.

Una pareja sale del hospital
y se abraza. No hay amor
en sus rostros.
Lloran.

Lloran a pesar de la gente que pasa,
a pesar de este sol de agosto
que abrasa
y que en sus ojos
se congela.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

En sus alas



Dibujan en el aire un lenguaje que desconozco.
Gaviotas de plumaje gris y blanco
sobrevuelan nuestros cuerpos sin sabernos.
Invaden el cielo de palabras nacidas en una latitud lejana,
como memoria azul que recorre la marea
en busca de una playa.
Se alejan cuando cae la tarde. En ocasiones,
parece que retroceden, pero se alejan.
Se llevan nuestros ojos en sus alas
y nos dejan los labios llenos de palabras
que intentamos pronunciar
y no sabemos.

lunes, 24 de septiembre de 2012

El gran sol

Una embarcación pesquera de China navega por las tempestuosas aguas en medio del tifón Bolaven en la costa de Seogwipo, en la isla Jeju, en Corea del Sur. el lunes 27 de agosto del 2012. Dos embarcaciones pesqueras se estrellaron contra las rocas en las aguas tempestuosas por el tifón Bolaven y cinco pescadores murieron mientras los guardacostas rescataba a 12 sobrevivientes y buscaban a 10 que desaparecieron en medio de las agitadas aguas.  Foto: Yonhap, Kim Ho-cheon / AP


Zarparon un día hacia el gran sol. En el muelle
las mujeres encendieron una enorme luminaria
con cajas de pescado y cartones
para despedir a los marineros
con un poco de luz que llevarse a los ojos.
Partículas de ceniza se elevaban como gaviotas
y luego se dejaban caer sobre nuestras ropas humedecidas.
Memoria del fuego para un regreso.
Zarparon un día hacia el gran sol
y no volvieron.
Un golpe de mar quebró su barco.
Un golpe de mar: el agua.
Cómo detener desde entonces
esta lluvia de cenizas que cae
eternamente.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Distancia


Podría ser esta ciudad,
todos los edificios muestran
el mismo rostro de abandono
bajo la lluvia.

Podría ser Buenos Aires o París o Roma.
Podría ser Madrid
o Valencia bajo un aguacero.

O podrían ser tus ojos
mientras me observas,
la luz de la mañana
al reírte,
el contacto casual de tus manos
bajo las sábanas.

Pero también podría ser esta ciudad,
esta lluvia indecisa que quisiera ser río
y arrastrarme como una hoja sin voluntad
al mar de tu presencia,
o esta absurda calle
que se abre ante mí
vacía de memoria.

Podría ser
el peso de la distancia
cuando lleva tu nombre.

viernes, 21 de septiembre de 2012

De regreso





Como barcos anclados en un mar cerezo
duermen sobre mi mesilla
versos de Cavafis, Borges, Pavese.

En las costas de Fisterra, al anochecer,
las madres de los marineros encienden infinitas velas
para que iluminen con su luz
la travesía de los barcos
que se desvanecen sin memoria
en el horizonte.
El tiempo palidece tembloroso
enjaulado en quinqués cubiertos de herrumbre.

Recuerdo unos versos;
También la noche se te asemeja.

Sobre mi mesilla surgen barcos en forma de palabras
que navegan de regreso
y desbaratan la noche.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Besos



Te pierdo.
A cada segundo
el olvido me borra un poco más de ti,
como un ejército de cenizas que invadiese
el mapa de tu rostro,
nublándome con su estéril manto
cada una de las palabras
que un día me dijiste,
hasta que, al fin,
no queda más que un frágil susurro
de lo que fue tu voz
en mi memoria.

Te pierdo,
y cada segundo sin ti
me duele una hora,
y cada hora,
la vida entera.
Tu rostro se desvanece,
y ya no queda ni un trozo de piel
sobre el que aferrarme en sueños,
y al irte así,
tan lentamente,
tan gota a gota,
me dejas, al fin,
unos besos sin boca,
un cielo sin alas.

martes, 18 de septiembre de 2012

Barcos



Barcos como olas, como alas.
Barcos que buscan barcos
como labios, como besos.
Barcos que regresan
como infancias, como ayeres
como pinceles de nuevo color
sobre el pasado.
Barcos que zarpan y que se alejan,
que derriten en los ojos
su distancia.
Barcos que naufragan y se hunden,
que doblan sus huesos
sobre una roca.
Barcos, siempre barcos
que zarpan, que atracan,
que se van y que regresan.
Como olas, como alas.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Ausencia


Qué poco dura
la huella de una página
o el sabor de un verso,
o el saber de tan débil arquitectura;
poesía;
mezcla de tejidos y piel y memoria,
alquimia de fluidos y sangre y fotos y nada
sobre la palma inerte de esta hoja
que mide su tiempo
en ausencias al cuadrado.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Enigma en el camino



No puedo piensa el Nómada
Parar aquí llegado de tan lejos
Sabiendo que ni huella
Ni semilla
Ni herida mía alguna he de dejar
Sin buscarle los ojos a esta tierra
De mirada huidiza
Sin obligarla al menos
A que mueva los labios

Y así no cesa cada día
De escrutar sus guijarros
Su polvo su hosco viento su gran cielo
Hasta haberle arrancado unas palabras
Que ni comprende
Ni le exaltan
Pero que harán su carga más pesada
Y más grave su pie cuando se aleje

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Como el primer día



Como el primer día
de mi llegada aquí,
a veces la memoria se me pierde
y me encuentro yacente por el suelo
sin hueso ni contorno
ignorando qué vida de qué mundo
de qué recuerdo es ésta.

-Pero tú no me olvides,
dulce tierra sin rostro
cuyo recuerdo pierdo a cada instante,
cuyo sabor me escapa,
cuyos ojos de amor no reconozco.

Oh, no me olvides, mi memoria es viento;
me disuelvo en la noche día a día
si tú no guardas algo
de este turbio latido
que derramado apenas humedece
tu vasta frente donde la memoria
es oscura y sin fin como un olvido.

domingo, 9 de septiembre de 2012

El Ricote Erudito



Hubo un rico en Madrid (y aun dicen que era
más necio que rico),
cuya casa magnífica adornaban
muebles exquisitos.

«¡Lástima que en vivienda tan preciosa»
le dijo un amigo,
«falte una librería!, bello adorno,
útil y preciso.»

«Cierto», responde el otro. «¡Que esa idea
no me haya ocurrido!...
A tiempo estamos. El salón del Norte
a este fin destino.

»Que venga el ebanista, y haga estantes
capaces, pulidos,
a toda costa. Luego trataremos
de comprar los libros.

»Ya tenemos estantes. Pues, ahora»,
el buen hombre dijo,
«¡echarme yo a buscar doce mil tomos!
¡No es mal ejercicio!

»Perderé la chaveta, saldrán caros,
y es obra de un siglo...
Pero ¿no era mejor ponerlos todos
de cartón fingidos?

»Ya se ve: ¿por qué no? Para estos casos
tengo yo un pintorcillo
que escriba buenos rótulos e imite
pasta y pergamino.

»¡Manos a la labor!» Libros curiosos
modernos y antiguos
mandó pintar, y a más de los impresos,
varios manuscritos.

El bendito señor repasó tanto
sus tomos postizos,
que aprendiendo los rótulos de muchos,
se creyó erudito.

Pues ¿qué más quieren los que sólo estudian
títulos de libros,
si con fingirlos de cartón pintado
les sirven lo mismo?

jueves, 6 de septiembre de 2012

Los dos conejos



Por entre unas matas,
seguido de perros,
no diré corría,
volaba un conejo.

De su madriguera
salió un compañero
y le dijo: «Tente
amigo, ¿qué es esto?».

«¿Qué ha de ser?», responde;
«sin aliento llego...;
dos pícaros galgos
me vienen siguiendo».

«Sí», replica el otro,
«por allí los veo,
pero no son galgos».
«¿Pues qué son?» «Podencos».

«¿Qué? ¿podencos dices?
Sí, como mi abuelo.
Galgos y muy galgos;
bien vistos los tengo».

«Son podencos, vaya,
que no entiendes de eso».
«Son galgos, te digo».
«Digo que podencos».

En esta disputa
llegando los perros,
pillan descuidados
a mis dos conejos.

Los que por cuestiones
de poco momento
dejan lo que importa,
llévense este ejemplo.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

La Primavera




Ya alegra la campiña
la fresca primavera;
el bosque y la pradera
renuevan su verdor.
Con silbo de las ramas
los árboles vecinos
acompañan los trinos
del dulce ruiseñor.
Este es el tiempo, Silvio,
el tiempo del amor.

Escucha cual susurra
el arroyuelo manso;
al sueño y al descanso
convida su rumor.
¡Qué amena está la orilla!
¡Qué clara la corriente!
¿Cuándo exhaló el ambiente
más delicioso olor?
Este es el tiempo, Silvio,
el tiempo del amor.

Más bulla y más temprana
alumbra ya la aurora;
el sol los campos dora
con otro resplandor.
Desnúdanse los montes
del duro y triste hielo,
y vístese ya el cielo
de más vario color.
Este es el tiempo, Silvio,
el tiempo del amor.

Las aves se enamoran,
los peces, los ganados,
y aun se aman enlazados
el árbol y la flor.
Naturaleza toda,
cobrando nueva vida,
aplaude la venida
de mayo bienhechor.
Este es el tiempo, Silvio,
el tiempo del amor.

martes, 4 de septiembre de 2012

EL TÉ Y LA SALVIA






El té, viniendo del imperio chino,
se encontró con la salvia en el camino.
Ella le dijo: «Adónde vas, compadre?»
«A Europa voy, comadre,
donde sé que me compran a buen precio.»
«Yo», respondió la salvia, «voy a China,
que allá con sumo aprecio
me reciben por gusto y medicina.
En Europa me tratan de salvaje,
y jamás he podido hacer fortuna.
Anda con Dios. No perderás el viaje,
pues no hay nación alguna
que a todo lo extranjero
no dé con gusto aplausos y dinero».
La salvia me perdone,
que al comercio su máxima se opone.
Si hablase del comercio literario,
yo no defendería lo contrario,
porque en él para algunos es un vicio
lo que es en general un beneficio;
y español que tal vez recitaría
quinientos versos de Boileau y el Tasso,
puede ser que no sepa todavía
en qué lenguas los hizo Garcilaso.