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martes, 16 de diciembre de 2014

A VILLAESPESA, QUE CORRÍA EL MUNDO



Francisco Villaespesa, compañero
a mar, a viento y luz, osado un día...
En la flota gentil de la Poesía,
conmigo capitán y marinero.

Fija la vista en el polar lucero,
de mar y viento y luz en la armonía
tu nave surca aún, mientras la mía
volvió cansada del afán primero.

¿Qué oro a tus piedras? ¿Qué a tus lienzos marco
tallaré dignos, Villaespesa, a hora
de sombras tibias y de paz discreta?...

Oriflama será para tu barco
este dictado, en la invencible prora,
grato a la luz, al viento, al mar: « ¡Poeta! »


Manuel Machado





lunes, 15 de diciembre de 2014

CANTE HONDO



A todos nos han cantado,
en una noche de juerga,
copias que nos han matado

Corazón, calla tu pena:
a todos nos han cantado
en una noche de juerga.

Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas...
Historia de mis pesares
y de tus horitas malas.

Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas...

Es el saber popular,
que encierra todo el saber:
que es saber sufrir, amar,
morirse y aborrecer.

Es el saber popular,
que encierra todo el saber.


domingo, 14 de diciembre de 2014

Van-Dick Un Príncipe de la casa de Orange



A este joven señor, tan bellamente
vestido, blanco el traje y la gorguera,
blanca la tez, envuelve en luz poniente
el oro viejo de su cabellera.

De su apostura la elegante gracia
tiene una laxitud de laxitudes,
y en el pecho, podridas, las virtudes
de su clara y fatal aristocracia.

Tedio y desdén en la orgullosa frente,
vago pesar en la mirada infausta....
lujosísima espada en joyas rica.

Cruza una banda el busto indiferente.
Blanca mano espectral, de sangre exhausta,
y en la mano un limón, que significa...


sábado, 13 de diciembre de 2014

PIERROT Y ARLEQUÍN



Pierrot y Arlequín,
mirándose sin
rencores,
después de cenar,
pusiéronse a hablar
de amores.
Y dijo Pierrot:
—¿Qué buscas tú?
          —¿Yo?...
¡Placeres!
—Entonces, no más
disputas por las
mujeres.
Y sepa yo, al fin,
tu novia, Arlequín...
—Ninguna.
Mas dime, a tu vez,
la tuya.
      —¡Pardiez!...
¡La Luna!

viernes, 12 de diciembre de 2014

CARLOS V


El que en Milán nieló de plata y oro
la soberbia armadura; el que ha forjado
en Toledo este arnés; quien ha domado
el negro potro del desierto moro...

El que tiñó de púrpura esta pluma
—que al aire en Mulberg prepotente flota—,
esta tierra que pisa y la remota
playa de oro y de sol de Moctezuma...

Todo es de este hombre gris, barba de acero,
carnoso labio, socarrón y duros
ojos de lobo audaz, que, lanza en mano,

recorre su dominio, el orbe entero,,
con resonantes pasos, y seguros.
En este punto lo pintó el Tiziano.




jueves, 11 de diciembre de 2014

LA ANUNCIAClÓN



La campanada blanca de maitines
al seráfico artista ha despertado,
y, al ponerse a pintar, tiene a su lado
un coro de rosados querubínes.

Y ellos le enseñan cómo se ilumina
la frente y las mejillas ideales
de María, los ojos virginales,
la mano transparente y ambarina.

Y el candor le presentan de sus alas
para que copie su infantil blancura
en las alas del ángel celestial,

que, ataviado de perlinas galas,
fecunda el seno de la Virgen pura,
como el rayo del sol por el cristal.

Manuel Machado


miércoles, 10 de diciembre de 2014

Los Fusilamientos de la Moncloa



Él lo vio... Noche negra, luz de infierno...
Hedor de sangre y pólvora, gemidos...
Unos brazos abiertos, extendidos
en ese gesto del dolor eterno.

Una farola en tierra, casi alumbra
con un halo amarillo que horripila,
de los fusiles la uniforme fila
monótona y brutal en la penumbra.

Maldiciones, quejidos... Un instante
primero que la voz de mando suene;
un fraile muestra el implacable cielo.

Y en convulso montón agonizante,
a medio rematar, por tandas viene
la eterna carne de cañón al suelo.

Manuel Machado



martes, 9 de diciembre de 2014

EL CABALLERO DE LA MANO AL PECHO


Este desconocido es un cristiano
de serio porte y negra vestidura,
donde brilla no más la empuñadura
de su admirable estoque toledano.

Severa faz de palidez de lirio
surge de la golilla escarolado,
por la luz interior iluminada
de un macilento y religioso cirio.

Aunque sólo de Dios temores sabe,
por que el vitando hervor no le apasione,
del mundano placer perecedero,

en un gesto piadoso y noble y grave,
la mano abierta sobre el pecho pone,
como una disciplina, el caballero.






viernes, 5 de diciembre de 2014

El hombre de la máscara de hierro


Te vuela el alma o esa cosa que decimos:
el alma. Y tienes alas y aprendiste a volar.
Centellas de tus brazos o poemas
alzan al cielo –adiós, adiós la tierra- la blanca catedral.

Un andamiaje de álamos nocturnos;
vas, en una calesa hasta el túnel lunar;
te vuela la camisa con el alma, y tu pecho
es todo el cielo, y una segunda realidad
-a la que se despierta en la vigilia-
te abre sus puertas.
Y cuando vas a entrar
hallas al hombre de la máscara de hierro
hallas al hombre de la máscara de hierro
hallas al hombre de la máscara de hierro
hallas al hombre de la máscara de hierro…


lluvia



miércoles, 5 de noviembre de 2014

Derrochador de encanto


Derrochador de encanto, ¿por qué gastas
en ti mismo tu herencia de hermosura?
Naturaleza presta y no regala,
y, generosa, presta al generoso.

Luego, bello egoísta, ¿por qué abusas
de lo que se te dio para que dieras?
Avaro sin provecho, ¿por qué empleas
suma tan grande, si vivir no logras?

Al comerciar así sólo contigo,
defraudas de ti mismo a lo más dulce.
Cuando te llamen a partir, ¿qué saldo

podrás dejar que sea tolerable?
Tu belleza sin uso irá a la tumba;
usada, hubiera sido tu albacea.

William Shakespeare



lunes, 3 de noviembre de 2014

A un día de verano compararte



¿A un día de verano compararte?
Más hermosura y suavidad posees.
Tiembla el brote de mayo bajo el viento
y el estío no dura casi nada.

A veces demasiado brilla el ojo solar
y otras su tez de oro se apaga;
toda belleza alguna vez declina,
ajada por la suerte o por el tiempo.

Pero eterno será el verano tuyo.
No perderás la gracia, ni la Muerte
se jactará de ensombrecer tus pasos

cuando crezcas en versos inmortales.
Vivirás mientras alguien vea y sienta
y esto pueda vivir y te dé vida.

William Shakespeare

(Versión de Alejandro Araoz Fraser)

jueves, 28 de agosto de 2014

POESÍA



Eres la compañía con quien hablo
de pronto, a solas.
te forman las palabras
que salen del silencio
y del tanque de sueño en que me ahogo
libre hasta despertar.
Tu mano metálica
endurece la prisa de mi mano
y conduce la pluma
que traza en el papel su litoral.
Tu voz, hoz de eco
es el rebote de mi voz en el muro,
y en tu piel de espejo
me estoy mirando mirarme por mil Argos,
por mí largos segundos.
Pero el menor ruido te ahuyenta
y te veo salir
por la puerta del libro
o por el atlas del techo,
por el tablero del piso,
o la página del espejo,
y me dejas
sin más pulso ni voz y sin más cara,
sin máscara como un hombre desnudo
en medio de una calle de miradas.


viernes, 15 de agosto de 2014

NOCTURNO DE LOS ÁNGELES

Se diría que las calles fluyen dulcemente en la noche.
Las luces no son tan vivas que logren desvelar el secreto,
el secreto que los hombres que van y vienen conocen,
porque todos están en el secreto
y nada se ganaría con partirlo en mil pedazos
si, por el contrario, es tan dulce guardarlo
y compartirlo sólo con la persona elegida.

Si cada uno dijera en un momento dado,
en sólo una palabra, lo que piensa,
las cinco letras del DESEO formarían una enorme cicatriz luminosa,
una constelación más antigua, más viva aún que las otras.
Y esa constelación sería como un ardiente sexo
en el profundo cuerpo de la noche,
o, mejor, como los Gemelos que por vez primera en la vida
se miraran de frente, a los ojos, y se abrazaran ya para siempre.

De pronto el río de la calle se puebla de sedientos seres,
caminan, se detienen, prosiguen.
Cambian miradas, atreven sonrisas,
forman imprevistas parejas...

Hay recodos y bancos de sombra,
orillas de indefinibles formas profundas
y súbitos huecos de luz que ciega
y puertas que ceden a la presión más leve.

El río de la calle queda desierto un instante.
Luego parece remontar de sí mismo
deseoso de volver a empezar.
Queda un momento paralizado, mudo, anhelante
como el corazón entre dos espasmos.

Pero una nueva pulsación, un nuevo latido
arroja al río de la calle nuevos sedientos seres.
Se cruzan, se entrecruzan y suben.
Vuelan a ras de tierra.
Nadan de pie, tan milagrosamente
que nadie se atrevería a decir que no caminan.

¡Son los ángeles!
Han bajado a la tierra
por invisibles escalas.
Vienen del mar, que es el espejo del cielo,
en barcos de humo y sombra,
a fundirse y confundirse con los mortales,
a rendir sus frentes en los muslos de las mujeres,
a dejar que otras manos palpen sus cuerpos febrilmente,
y que otros cuerpos busquen los suyos hasta encontrarlos
como se encuentran al cerrarse los labios de una misma boca,
a fatigar su boca tanto tiempo inactiva,
a poner en libertad sus lenguas de fuego,
a decir las canciones, los juramentos, las malas palabras
en que los hombres concentran el antiguo misterio
de la carne, la sangre y el deseo.
Tienen nombres supuestos, divinamente sencillos.
Se llaman Dick o John, o Marvin o Louis.
En nada sino en la belleza se distinguen de los mortales.
Caminan, se detienen, prosiguen.
Cambian miradas, atreven sonrisas.
Forman imprevistas parejas.

Sonríen maliciosamente al subir en los ascensores de los hoteles
donde aún se practica el vuelo lento y vertical.
En sus cuerpos desnudos hay huellas celestiales;
signos, estrellas y letras azules.
Se dejan caer en las camas, se hunden en las almohadas
que los hacen pensar todavía un momento en las nubes.
Pero cierran los ojos para entregarse mejor a los goces de su encarnación misteriosa,
y, cuando duermen, sueñan no con los ángeles sino con los mortales.



jueves, 14 de agosto de 2014

NOCTURNO DE LA ESTATUA



Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera
y el grito de la estatua desdoblando la esquina.
Correr hacia la estatua y encontrar sólo el grito,
querer tocar el grito y sólo hallar el eco,
querer asir el eco y encontrar sólo el muro
y correr hacia el muro y tocar un espejo.
Hallar en el espejo la estatua asesinada,
sacarla de la sangre de su sombra,
vestirla en un cerrar de ojos,
acariciarla como a una hermana imprevista
y jugar con las flechas de sus dedos
y contar a su oreja cien veces cien cien veces
hasta oírla decir: «estoy muerta de sueño».

miércoles, 13 de agosto de 2014

INVENTAR LA VERDAD


Pongo el oído atento al pecho,
como, en la orilla, el caracol al mar.
Oigo mi corazón latir sangrando
y siempre y nunca igual.
Sé por qué late así, pero no puedo
decir por qué será.

Si empezara a decirlo con fantasmas
de palabras y engaños al azar,
llegaría, temblando de sorpresa,
a inventar la verdad:
¡Cuando fingí quererte, no sabía
que te quería ya!


butterly rose



lunes, 11 de agosto de 2014

DÉCIMA MUERTE





I

¡Qué prueba de la existencia
habrá mayor que la suerte
de estar viviendo sin verte
y muriendo en tu presencia!
Esta lúcida conciencia
de amar a lo nunca visto
y de esperar lo imprevisto;
este caer sin llegar
es la angustia de pensar
que puesto que muero existo.

II

Si en todas partes estás,
en el agua y en la tierra,
en el aire que me encierra
y en el incendio voraz;
y si a todas partes vas
conmigo en el pensamiento,
en el soplo de mi aliento
y en mi sangre confundida,
¿no serás, Muerte, en mi vida,
agua, fuego, polvo y viento?

III

si tienes manos, que sean
de un tacto sutil y blando,
apenas sensible cuando
anestesiado me crean;
y que tus ojos me vean
sin mirarme, de tal suerte
que nada me desconcierte
ni tu vista ni tu roce,
para no sentir un goce
ni un dolor contigo, Muerte.

IV

Por caminos ignorados,
por hendiduras secretas,
por las misteriosas vetas
de troncos recién cortados,
te ven mis ojos cerrados
entrar en mi alcoba oscura
a convertir mi envoltura
opaca, febril, cambiante,
en materia de diamante
luminosa, eterna y pura.

V

No duermo para que al verte
llegar lenta y apagada,
para que al oír pausada
tu voz que silencios vierte,
para que al tocar la nada
que envuelve tu cuerpo yerto,
para que a tu olor desierto
pueda, sin sombra de sueño,
saber que de ti me adueño,
sentir que muero despierto.

VI

La aguja del instantero
recorrerá su cuadrante,
todo cabrá en un instante
del espacio verdadero
que, ancho, profundo y señero,
será elástico a tu paso
de modo que el tiempo cierto
prolongará nuestro abrazo
y será posible, acaso,
vivir después de haber muerto.

VII

En el roce, en el contacto,
en la inefable delicia
de la suprema caricia
que desemboca en el acto,
hay un misterioso pacto
del espasmo delirante
en que un cielo alucinante
y un infierno de agonía
se funden cuando eres mía
y soy tuyo en un instante.

VIII

¡Hasta en la ausencia estás viva!
Porque te encuentro en el hueco
de una forma y en el eco
de una nota fugitiva;
porque en mi propia saliva
fundes tu sabor sombrío,
y a cambio de lo que es mío
me dejas sólo el temor
de hallar hasta en el sabor
la presencia del vacío.

IX

Si te llevo en mí prendida
y te acaricio y escondo,
si te alimento en el fondo
de mi más secreta herida;
si mi muerte te da vida
y goce mi frenesí,
¡qué será, Muerte, de ti
cuando al salir yo del mundo,
deshecho el nudo profundo,
tengas que salir de mí?

X

En vano amenazas, Muerte,
cerrar la boca a mi herida
y poner fin a mi vida
con una palabra inerte.
¡Qué puedo pensar al verte,
si en mi angustia verdadera
tuve que violar la espera;
si en vista de tu tardanza
para llenar mi esperanza
no hay hora en que yo no muera!


violetas y velas





viernes, 8 de agosto de 2014

AMOR CONDUSSE NOI AD UNA MORTE



Amar es una angustia, una pregunta,
una suspensa y luminosa duda;
es un querer saber todo lo tuyo
y a la vez un temor de al fin saberlo.

Amar es reconstruir, cuando te alejas,
tus pasos, tus silencios, tus palabras,
y pretender seguir tu pensamiento
cuando a mi lado, al fin inmóvil, callas.

Amar es una cólera secreta,
una helada y diabólica soberbia.

Amar es no dormir cuando en mi lecho
sueñas entre mis brazos que te ciñen,
y odiar el sueño en que, bajo tu frente,
acaso en otros brazos te abandonas.

Amar es escuchar sobre tu pecho,
hasta colmar la oreja codiciosa,
el rumor de tu sangre y la marea
de tu respiración acompasada.

Amar es absorber tu joven savia
y juntar nuestras bocas en un cauce
hasta que de la brisa de tu aliento
se impregnen para siempre mis entrañas.

Amar es una envidia verde y muda,
una sutil y lúcida avaricia.

Amar es provocar el dulce instante
en que tu piel busca mi piel despierta;
saciar a un tiempo la avidez nocturna
y morir otra vez la misma muerte
provisional, desgarradora, oscura.

Amar es una sed, la de la llaga
que arde sin consumirse ni cerrarse,
y el hambre de una boca atormentada
que pide más y más y no se sacia.

Amar es una insólita lujuria
y una gula voraz, siempre desierta.

Pero amar es también cerrar los ojos,
dejar que el sueño invada nuestro cuerpo
como un río de olvido y de tinieblas,
y navegar sin rumbo, a la deriva:
porque amar es, al fin, una indolencia.





jueves, 7 de agosto de 2014

La rosa eterna



En la mañana vacía
vestida de su alborada;
en la tarde fenecía
cual la rosa de la nada. 

Estaba abierta de día,
de noche estaba cerrada;
cantaba como gemía,
sentía cuanto lloraba, 

La flor del mundo ignorada,
que sólo el alma adivina,
de su tallo se alejaba
a ser la rosa divina


Xavier Abril




viernes, 14 de marzo de 2014

Adam



Árbol de Sangre riega la mañana 
por donde gime la recién parida. 
Su voz deja cristales en la herida 
y un gráfico de hueso en la ventana. 

Mientras la luz que viene fija y gana 
blancas metas de fábula que olvida 
el tumulto de venas en la huida 
hacia el turbio frescor de la manzana, 

Adam sueña en la fiebre de la arcilla 
un niño que se acerca galopando 
por el doble latir de su mejilla. 

Pero otro Adán oscuro está soñando 
neutra luna de piedra sin semilla 
donde el niño de luz se irá quemando.


Federico García Lorca

domingo, 2 de marzo de 2014

"Romance del prisionero"


Que por mayo era, por mayo, 
cuando hace la calor, 
cuando los trigos encañan 
y están los campos en flor, 
cuando canta la calandria 
y responde el ruiseñor, 
cuando los enamorados 
van a servir al amor; 
sino yo, triste, cuitado, 
que vivo en esta prisión; 
que ni sé cuándo es de día 
ni cuándo las noches son, 
sino por una avecilla 
que me cantaba el albor. 
Matómela un ballestero; 
déle Dios mal galardón.

"Romance del Conde Olinos"



Madrugaba el Conde Olinos, 
mañanita de San Juan, 
a dar agua a su caballo 
a las orillas del mar. 
Mientras el caballo bebe 
canta un hermoso cantar: 
las aves que iban volando 
se paraban a escuchar;
caminante que camina 
detiene su caminar; 
navegante que navega 
la nave vuelve hacia allá. 
Desde la torre más alta 
la reina le oyó cantar: 
-Mira, hija, cómo canta 
la sirenita del mar. 
-No es la sirenita, madre, 
que esa no tiene cantar; 
es la voz del conde Olinos, 
que por mí penando está. 
-Si por tus amores pena 
yo le mandaré matar, 
que para casar contigo 
le falta sangre real.
-¡No le mande matar, madre;
no le mande usted matar,
que si mata al conde Olinos
juntos nos han de enterrar!
-¡Que lo maten a lanzadas
y su cuerpo echen al mar!
Él murió a la media noche;
ella, a los gallos cantar.
A ella, como hija de reyes,
la entierran en el altar,
y a él, como hijo de condes,
unos pasos más atrás.
De ella nace un rosal blanco;
de él, un espinar albar.
Crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar.
La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.
De ella naciera una garza;
de él, un fuerte gavilán
Juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.

"Romance del Conde Arnaldos"



Quién hubiera tal ventura
 sobre las aguas del mar,
 como hubo el conde Arnaldos
 la mañana de san Juan

 yendo a buscar la caza
 para su falcón cebar,
 vio venir una galera
 que a tierra quiere llegar

 las velas trae de seda
 jarcias de oro torzal
 áncoras tiene de plata
 tablas de fino coral

 marinero que la guía
 diciendo viene un cantar
 que la mar ponía en calma
 los vientos hace amainar

 las aves que van volando
 al mástil vienen posar
 los peces que andan al fondo
 arriba los hace andar.

 Allí habló el infante Arnaldos
 bien oiréis lo que dirá
 "Por tu vida el marinero
 dígasme ahora ese cantar"

 Respondiole el marinero
 tal respuesta le fue a dar
 "Yo no digo mi canción
 sino a quien conmigo va"

  

"Romance de la buena hija"


Paseábase el buen conde
todo lleno de pesar,
cuentas negras en sus manos 
do suele siempre rezar,
palabras tristes diciendo,
palabras para llorar:
-Véoos, hija, crecida,
y en edad para casar;
el mayor dolor que siento
es no tener que os dar.
-Calledes, padre, calledes,
no debéis tener pesar,
que quien buena hija tiene
rico se debe llamar,
y el que mala la tenía
viva la puede enterrar, 
pues amengua su linaje
que no debiera amenguar,
y yo, si no me casare,
en religión puedo entrar.

sábado, 1 de marzo de 2014

"La esposa infiel"


Mañanita, mañanita,
mañanita de San Simón,
estaba una señorita,
sentadita en su balcón,
arreglada y bien compuesta
con un poco de primor.
Al pasar el caballero,
hijo del emperador,
con la bandurria en la mano,
esta canción le cantó:
«Dormiré contigo, Luna;
dormiré contigo, Sol.»
La joven le contestó: 
«Venga usté una noche o dos;
mi marido esta cazando
en los montes de León.»
Para que no vuelva más
le echaré una maldición:
«Cuervos le saquen los ojos,
águilas el corazón,
y los perros con que él caza
lo saquen en procesión».
Al decir estas palabras
el caballero llegó.
«Ábreme la puerta, Luna,
ábreme la puerta, Sol,
que traigo un león vivo,
de los montes de León.»
Va Luna a abrirle la puerta,
mudadita de color.
«¡O tú tienes calentura
o tú tienes nuevo amor!»
«Yo no traigo calentura,
ni tampoco nuevo amor;
¡se me han perdido las llaves
de tu rico comedor!»
«Un platero tengo en Francia
y otro tengo en Aragón.
Fue a abrazar a su señora
y el caballo relinchó.
¿De quién es ese caballo
que en mi cuadra siento yo?»
«Ese es tuyo, dueño mío,
mi padre te lo mandó,
pa' que vayas a cazar
a los montes de León.»
«Mil gracias dale a tu padre
que caballo tengo yo;
cuando yo no lo tenía
nunca me lo regaló.
¿De quién es ese sombrero
que en mi percha veo yo?»
«Ese es tuyo, esposo mío,
mi padre te lo mandó,
pa' que vayas a la boda
de mi hermana la mayor.»
«Muy feliz sea tu hermana,
que sombrero tengo yo,
cuando yo no lo tenía
nunca me lo regaló.
¿De quién es esa escopeta
que en mi rincón veo yo?»
«Esa es tuya, amado mío,
mi padre te la mandó,
pa' que fueras a cazar
a los montes de León.»
-Mil gracias dale a tu padre,
que escopeta tengo yo;
cuando yo no la tenía
nunca me la regaló.»
El joven ya con sospechas, 
a la cama se acercó.
«¿Quién es este caballero,
que en mi cama veo yo?»
«¡Mátame, marido mío,
que te he jugado traición!»
Él la cogió por un brazo 
y al suegro se la llevó.
«Téngala usté, suegro mío,
que me ha jugado traición.»
«Llévatela, yerno mío,
que la Iglesia te la dio.»
Él con ira la amenaza
y al campo se la llevó.
Le ha dado una puñalada
que el corazón le enfrió.
A la una murió ella,
a las dos murió su amor,
y el otro como tunante 
en la cama se quedó.




"Romance del enamorado y la muerte"



Un sueño soñaba anoche, 
soñito del alma mía, 
soñaba con mis amores 
que en mis brazos los tenía. 
Vi entrar señora tan blanca 
muy más que la nieve fría. 
-¿Por dónde has entrado, amor? 
¿Cómo has entrado, mi vida? 
Las puertas están cerradas, 
ventanas y celosías. 
- No soy el amor, amante: 
la Muerte que Dios te envía 
- ¡Ay Muerte tan rigurosa, 
déjame vivir un día! 
¡Un día no puede ser, 
una hora tienes de vida!

Muy de prisa se calzaba, 
más de prisa se vestía: 
ya se va para la calle, 
en donde su amor vivía. 
- ¡Ábreme la puerta, blanca, 
ábreme la puerta niña! 
- ¿Cómo te podré yo abrir 
si la ocasión no es venida? 
Mi padre no fue al palacio 
mi madre no está dormida. 
- Si no me abres esta noche, 
ya no me abrirás, querida: 
la Muerte me está buscando, 
junto a ti vida sería. 
- Vete bajo la ventana 
donde labraba y cosía, 
te echaré cordón de seda 
para que subas arriba, 
y si el cordón no alcanzare 
mis trenzas añadiría. 
La fina seda se rompe; 
la Muerte que allí venía: 
- Vamos, el enamorado 
que la hora ya está cumplida.