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jueves, 20 de junio de 2024

Llegó el verano


 

El sol despierta, brillante y dorado,

un manto de luz sobre el campo sembrado.

Los días se alargan, las noches suspiran,

y el viento caliente susurra y conspira.


Risas de niños, jugando en la plaza,

corren descalzos, libertad en la brasa.

El mar se revuelca en olas de espuma,

la arena dorada, alfombra de pluma.


El verde se viste de tonos ardientes,

flores que estallan en matices rientes.

Los pájaros cantan su eterna canción,

el aire se llena de dulce pasión.


Helados que gotean en manos pequeñas,

refrescos burbujean en tardes risueñas.

Sombrillas se abren, paletas de color,

paisaje de ensueño, suspiro de amor.


El río murmura, secreto guardado,

entre risas y cantos, verano sagrado.

Los días se funden en horas de sol,

y el cielo despejado es un faro de rol.


Llegó el verano, festín de alegría,

donde cada instante es pura armonía.

Bailan los cuerpos, desnudos al viento,

y el corazón late en su propio momento.







miércoles, 19 de junio de 2024

Desde mi ventana


 

Desde mi ventana veo el mundo despertar,
las luces del alba teñir el cielo de coral,
el murmullo suave de un río cantar,
el susurro del viento, su eterna señal.

Veo rostros anónimos, historias sin contar,
la risa de los niños, la prisa sin parar,
las huellas en la arena que el mar va a borrar,
el vuelo de los pájaros que sueñan con llegar.

Las flores en el jardín se abren sin cesar,
sus colores vivos comienzan a brillar,
una danza de mariposas en el aire al azar,
el tiempo que se detiene, el momento a contemplar.

Desde mi ventana, el sol se eleva sin vacilar,
dando vida y calor a este día por comenzar,
las sombras se disipan, la noche va a descansar,
la esperanza renace con cada rayo de luz que va a brotar.

La ciudad despierta, su ritmo va a acelerar,
los ecos de la vida empiezan a resonar,
pero aquí, en mi ventana, me permito soñar,
con un mundo sin prisa, donde el alma puede volar.

Desde mi ventana, un refugio sin igual,
un rincón de calma en medio del vendaval,
un lugar donde el corazón puede hallar,
la paz y la belleza en lo cotidiano, sin igual.

Y así, cada mañana, en este rincón celestial,
observo y celebro la vida, su milagro tan vital,
porque desde mi ventana, con su vista sin par,
descubro la poesía en cada detalle, en cada despertar.