En el rincón sereno del vergel encantado,
bajo la sombra tenue de un sauce llorón,
se escucha el susurro de un canto dorado,
es la fuente del jardín, mi refugio y canción.
Sus aguas murmuran secretos olvidados,
historias de tiempos que nunca se van,
reflejan en su espejo sueños dorados,
y la magia sutil de un eterno imán.
Los lirios se inclinan para verla danzar,
las aves celebran su eterno fluir,
cada gota que cae es un rayo de azar,
un eco de vida, un breve elixir.
Cuando el sol la acaricia en su ocaso dorado,
el jardín se transforma en un cielo terrenal,
la fuente responde con un canto apaciguado,
y la noche desciende en su manto ritual.
Oh, fuente del jardín, guardiana del misterio,
tus aguas eternas no cesan de cantar,
eres el alma pura, el latido etéreo,
en tu danza infinita encuentro mi hogar.
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