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jueves, 30 de mayo de 2024

La Espera


En el umbral de un instante perpetuo,
donde el tiempo se disuelve en un suspiro,
se alza la figura de la espera, silenciosa y firme,
como un guardián en la penumbra del anhelo.

Las horas, en su lento y constante avanzar,
tejen hilos invisibles de incertidumbre,
y cada tic-tac resuena en el eco profundo
de un corazón que palpita en la quietud.

La espera, con su manto de paciencia,
abraza la esperanza y el desasosiego,
dos caras de una misma moneda,
jugando en la frontera difusa del deseo.

En el laberinto de pensamientos errantes,
navegan sueños de futuros posibles,
y la mente, en su danza incansable,
construye y desmantela castillos de cristal.

Pero la espera no es inerte ni vana,
es el crisol donde se forjan los sueños,
un espacio de reflexión y crecimiento,
donde el alma se encuentra a sí misma.

Así, en la calma de este tiempo suspendido,
se halla la belleza de lo impredecible,
y en el susurro de lo que está por venir,
la promesa de un mañana revelado.

Y cuando finalmente se disipa el velo
de la espera, y la realidad se hace presente,
se comprende que en ese interludio silencioso,
se cultivaron las semillas de un destino nuevo.


 

miércoles, 29 de mayo de 2024

El Primer Poema



En el principio, sin versos ni rima,
cuando el silencio gobernaba el aire,
nació un susurro, leve, sin cesar,
que en la penumbra empezó a danzar.

Era un murmullo de hojas y viento,
un canto tímido en el firmamento,
una chispa de luz en la oscuridad,
la semilla de toda humanidad.

No había reglas ni estructuras fijas,
ni métrica que el alma aprisionara,
solo un deseo de expresar el mundo,
de contar los secretos más profundos.

Las palabras, libres, como aves al vuelo,
se unieron en un abrazo sin miedo,
y de ese encuentro mágico y eterno
nació el primer poema del universo.

Hablaba de estrellas y de mariposas,
de ríos que susurran cosas hermosas,
de un sol que besa la mañana tierna,
y de la luna, guardiana de la noche eterna.

Cada estrofa, un latido del cosmos,
cada verso, un eco de lo profundo,
y en el corazón de aquel poema inicial
la esencia pura de lo universal.

Así, en el principio, sin forma ni nombre,
en un rincón secreto del tiempo y el espacio,
nació el arte de tejer palabras en oro,
y el primer poema halló su trono.