En un rincón de España, entre sombras y luces,
surge un arte valiente, que al alma seduce.
Es el baile flamenco, pasión desenfrenada,
donde el corazón y el compás se dan la mano apasionada.
La guitarra resuena con alma y sentimiento,
mientras palmas y tacones marcan el firmamento.
La voz quebrada del cantaor, profunda y serena,
narrando historias de amor, dolor y pena.
Un tablao iluminado con duende y misterio,
donde el tiempo se detiene, y todo es necesario.
Los cuerpos se funden en pasión y arrebato,
mientras el alma se libera, danzando con el viento.
La gracia de una bailaora, movimientos de fuego,
latidos en sus pies, su estampa es un sosiego.
Su vestido se alza como llamas en el aire,
y en cada taconeo, su alma quiere escaparse.
Los hombres también bailan, desbordan masculinidad,
con garbo y fuerza, entregan su humildad.
El compás los guía con temple y valentía,
forjando su carácter con esta danza bravía.
El baile flamenco, tesoro de nuestra cultura,
en sus venas lleva sangre de alma pura.
Es la esencia de un pueblo que no teme mostrar,
sus emociones intensas en cada paso al danzar.
¡Oh, baile flamenco, embrujo y sentimiento!
Eres llanto y alegría, todo un sacramento.
En tu arte ancestral, encontramos consuelo,
porque en tu baile eterno, se esconde el cielo.