¡Oh, toro bravo, fuerza desatada,
símbolo de bravura y libertad!
Tu figura majestuosa y alzada,
en la arena resplandece con lealtad.
Desde la dehesa hasta la plaza ardiente,
recorres campos con paso altivo,
tu mirada fiera y penetrante,
guarda en su fuego un espíritu vivo.
Bajo el sol, tu pelaje oscuro brilla,
reflejo del poder que en ti se anida,
tu espíritu indómito destila,
coraje y gallardía, alma encendida.
No es la maldad, sino tu natura,
la que te lleva a enfrentar el destino,
y en tu bravura, alma pura,
defiendes con honor tu camino.
En la lidia, la danza de la vida,
entre capa y muleta te desenvuelves,
tu porte erguido, tu esencia erguida,
a la tradición, mil historias develas.
Tu lucha, toro bravo, es admirada,
como un río que fluye en la montaña,
la esencia de tu ser es venerada,
entre el arte y valor, alma se empeña.
Y cuando en el ocaso de la tarde,
en la dehesa vuelvas a soñar,
tu legado perdurará y aguarde,
un respeto eterno, nunca cesará.
¡Oh, toro bravo, símbolo sagrado,
tu estampa en la memoria quedará!
En cada verso, en cada alma, honrado,
tu fuerza y coraje, inmortal serán.
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