En el silencio del alba temprana,
cuando el sol despierta su manto dorado,
hay un susurro que el alma emana,
un murmullo de paz, un canto sagrado.
Las hojas danzan con el viento suave,
el río murmura su dulce canción,
y en mi pecho un latido que no cabe,
expresa un gozo, una liberación.
Cómo contar la paz que en mí florece,
si no hay palabras para describir
el amor que mi ser engrandece,
y la calma que me hace vivir.
Es un abrazo de la naturaleza,
un suspiro del cielo en mi ser,
un instante eterno de pureza,
que me envuelve y no quiero perder.
Es en la sonrisa de un niño,
en el murmullo del mar sereno,
donde encuentro el camino divino,
y en mi corazón, la paz que lleno.
Cómo contar esta paz tan plena,
que no se mide ni se compara,
es un regalo, una dicha amena,
que en mi alma se instala y se ampara.
No hay tormenta que esta paz consuma,
ni sombra que apague su luz,
es un faro en medio de la bruma,
es mi refugio, mi sol, mi cruz.
Entonces callo, dejo que el silencio hable,
que cada latido cuente mi sentir,
que la paz en su lenguaje amable,
se despliegue sin tener que mentir.
Así es como cuento la paz que siento,
sin palabras, sin ruido, en quietud,
dejando que el mundo sea el momento,
de vivir en la más pura plenitud.
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