Pequeña obrera del día,
con tu zumbido de oro,
vuela en el campo, gira,
busca el néctar en su tesoro.
En cada flor un misterio,
cada pétalo un rincón,
de dulces susurros etéreos,
y polen en su sazón.
Eres guardiana del verde,
del ciclo eterno y sereno,
sin tu danza, se pierde
el fruto, el pan, y el renuevo.
En la colmena el orden,
la vida en comunión,
trabajas sin desorden,
en constante devoción.
No hay descanso en tu vuelo,
ni en la noche ni en el día,
tu labor es un anhelo,
de la naturaleza, poesía.
De flor en flor viajas ligera,
tejiendo hilos invisibles,
en un jardín sin frontera,
con tus labores infatigables.
Abeja, símbolo de esfuerzo,
del trabajo y la unidad,
tu zumbido es un verso,
en la canción de la eternidad.
Pequeña, pero grandiosa,
tu misión es vital,
en tu danza armoniosa,
reside la esencia floral.
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