Hay un universo oculto,
en las palabras que no pronuncié,
donde mis sentimientos dormidos
te susurran lo que no alcancé a decir.
Nunca te conté del viento
que se lleva mi nostalgia
cuando pienso en tus ojos,
ni del mar de suspiros
que se ahogan en mi pecho
cada vez que no estás.
No te hablé de las estrellas
que conté solo para verte,
ni del sol que, envidioso,
iluminaba menos que tu sonrisa.
Guardé en silencio los miedos
que se esconden en la sombra
de no ser suficiente,
de no poder darte
todo lo que mereces.
No confesé mis sueños,
aquellos en los que caminamos
de la mano, sin prisas,
por un sendero de flores
que crecen de nuestra risa.
Callé los deseos,
esos que nacen en la soledad
de la noche,
donde el anhelo de tu abrazo
es la única melodía
que calma mi ser.
Nunca te dije que en cada despedida
una parte de mí se queda,
atrapada en la esperanza
del próximo encuentro,
esperando volver a sentir
la magia de estar a tu lado.
Hoy, estas palabras ocultas
flotan libres en el aire,
esperando que las recojas
y las guardes en tu corazón,
donde siempre han pertenecido.