En el jardín de los sueños,
donde el tiempo no existe,
jugamos a ser felices,
como niños sin cicatrices.
La risa es nuestro lenguaje,
las sonrisas, nuestras cartas,
y en cada esquina del paisaje,
la alegría nos desborda y atrapa.
Saltamos entre nubes de algodón,
dibujamos con los dedos el cielo,
cada suspiro es una canción,
y cada mirada, un consuelo.
Bailamos con el viento,
abrazamos la brisa suave,
en este juego sin lamento,
somos libres, sin más llave.
No hay sombras que nos asusten,
ni miedos que nos detengan,
el sol brilla y nos envuelve,
en este mundo que inventamos.
La vida es un carrusel de colores,
un torbellino de emociones,
jugamos a ser felices,
sin reglas, sin limitaciones.
Nos reímos del mañana,
abrazamos el presente,
en este juego eterno,
donde siempre somos valientes.
Porque al final del día,
cuando la luna empieza a brillar,
sabemos que en el alma mía,
jugando a ser feliz, aprendimos a amar.
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