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miércoles, 5 de junio de 2024

Paz en silencio


 

En el silencio del alba temprana,
cuando el sol despierta su manto dorado,
hay un susurro que el alma emana,
un murmullo de paz, un canto sagrado.

Las hojas danzan con el viento suave,
el río murmura su dulce canción,
y en mi pecho un latido que no cabe,
expresa un gozo, una liberación.

Cómo contar la paz que en mí florece,
si no hay palabras para describir
el amor que mi ser engrandece,
y la calma que me hace vivir.

Es un abrazo de la naturaleza,
un suspiro del cielo en mi ser,
un instante eterno de pureza,
que me envuelve y no quiero perder.

Es en la sonrisa de un niño,
en el murmullo del mar sereno,
donde encuentro el camino divino,
y en mi corazón, la paz que lleno.

Cómo contar esta paz tan plena,
que no se mide ni se compara,
es un regalo, una dicha amena,
que en mi alma se instala y se ampara.

No hay tormenta que esta paz consuma,
ni sombra que apague su luz,
es un faro en medio de la bruma,
es mi refugio, mi sol, mi cruz.

Entonces callo, dejo que el silencio hable,
que cada latido cuente mi sentir,
que la paz en su lenguaje amable,
se despliegue sin tener que mentir.

Así es como cuento la paz que siento,
sin palabras, sin ruido, en quietud,
dejando que el mundo sea el momento,
de vivir en la más pura plenitud.


martes, 4 de junio de 2024

La cigarra


Bajo el cielo azul y claro,
en el campo sin reparo,
cantaba siempre la cigarra,
alegre, sin un amparo.

Sus alas eran de cristal,
su voz, un eco celestial,
día tras día en melodía,
sin pensar en la agonía.

"¿Por qué cantas, cigarra amiga,
cuando la tarde aún nos abriga?"
le preguntaba el hormiguero,
trabajando sin desespero.

"La vida es breve y tan hermosa,
y esta tarde es tan gloriosa,
mi corazón canta en libertad,
sin pensar en la necesidad."

El sol se oculta, llega el frío,
el viento sopla con desvío,
la cigarra se halla sola,
en un campo que ahora inmola.

Los días grises la sorprenden,
sus fuerzas poco a poco pierden,
la melodía se ha silenciado,
y su canto, olvidado.

El hormiguero la contempla,
con su esfuerzo ella se enfrenta,
"Ven, cigarra, aquí hay lugar,
tu canto siempre supimos amar."

Aprendió la cigarra aquel invierno,
que la vida es un vaivén eterno,
donde el trabajo y el gozo van de la mano,
como el sol y la luna en el mismo llano.

Así, en la próxima primavera,
la cigarra cantó de nueva manera,
alternando su melodía y esfuerzo,
vivió una vida en justo consenso.