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domingo, 21 de enero de 2024

Temor al futuro



En la penumbra del mañana incierto,
se entreteje un temor, sutil y cierto.
El futuro, un lienzo aún sin pintar,
despierta en el alma un oscuro pesar.

¿Qué secretos oculta el tiempo por venir?
¿Qué senderos inciertos hemos de seguir?
El corazón late con ansias de conocer,
pero el futuro es un misterio por resolver.

En la danza de sombras que proyecta el destino,
se esconde el temor, como un frío y fino hilo.
Las preguntas sin respuesta se acumulan,
y la incertidumbre en el alma se inmortaliza.

¿Será el mañana un amigo o un enigma hostil?
¿Se despejará el cielo o persistirá el perfil
de nubarrones que amenazan el horizonte,
sembrando inquietud en cada paso que se monte?

En el silencio de la noche, la mente divaga,
navegando en el océano de la angustia vaga.
¿Seremos dueños de nuestro propio destino,
o seremos juguetes del azar divino?

A pesar del temor que el futuro genera,
hay en nosotros una llama que no se espera.
La valentía, ese faro que ilumina la oscuridad,
nos invita a enfrentar el mañana con voluntad.

Entonces, aunque el miedo nos embargue el ser,
recordemos que en nosotros hay fuerza de nacer.
El futuro es un lienzo, pero somos el pincel,
pintemos con coraje un destino fiel.

Que el temor al mañana no apague nuestra luz,
que en cada incertidumbre encontremos virtud.
Porque en la trama del tiempo que está por llegar,

la esperanza es el hilo que nos invita a soñar. 

sábado, 6 de enero de 2024

Inocencia en verso


 En el rincón de la infancia, donde el sol pinta sonrisas,

donde los sueños florecen como rosas sin prisa,
se alza la inocencia, radiante y serena,
un tesoro en el corazón, una llama que ilumina.

En los ojos de los niños, destellos de pureza,
como estrellas que titilan en su propia belleza.
Su risa es un canto, melodía sincera,
un eco que resuena en la tierra entera.

Juegan con el viento, corren con las olas,
descubren el mundo con miradas sin escollos.
En su universo, no existen sombras ni engaños,
solo la magia del presente, en sus pequeñas manos.

Las lágrimas son perlas, gotas de aprendizaje,
se deslizan con gracia, pero no conocen el enojo ni el ultraje.
La inocencia es un manto, un refugio divino,
que envuelve sus días con un halo divino.

En el jardín de la niñez, florecen fantasías,
imaginaciones desbordantes, como aves que vuelan libres.
Cuentos tejidos con hilos de esperanza,
donde los finales felices son su danza.

Oh, la inocencia de los niños, joya preciada,
un regalo divino en la vida labrada.
Que cada risa, cada juego, cada paso,
sea un recordatorio de este tesoro sin ocaso.

Protejamos ese tesoro con amor y con celo,
nurturando la inocencia, como el más sagrado desvelo.
Porque en la pureza de los niños encontramos,
la luz que guía nuestros días, el faro que nos ampara.