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jueves, 27 de febrero de 2014

El amor nuevo



Todo amor nuevo que aparece 
nos ilumina la existencia, 
nos la perfuma y enflorece. 

En la más densa oscuridad 
toda mujer es refulgencia 
y todo amor es claridad. 
Para curar la pertinaz 
pena, en las almas escondida, 
un nuevo amor es eficaz; 
porque se posa en nuestro mal 
sin lastimar nunca la herida, 
como un destello en un cristal. 

Como un ensueño en una cuna, 
como se posa en la rüina 
la piedad del rayo de la luna. 
como un encanto en un hastío, 
como en la punta de una espina 
una gotita de rocío... 

¿Que también sabe hacer sufrir? 
¿Que también sabe hacer llorar? 
¿Que también sabe hacer morir? 

-Es que tú no supiste amar...


Amado Nervo

miércoles, 26 de febrero de 2014

Dormir


¡Yo lo que tengo, amigo, es un profundo 
deseo de dormir!... ¿Sabes?: el sueño 
es un estado de divinidad. 
El que duerme es un dios... Yo lo que tengo, 
amigo, es gran deseo de dormir. 

El sueño es en la vida el solo mundo 
nuestro, pues la vigilia nos sumerge 
en la ilusión común, en el océano 
de la llamada «Realidad». Despiertos 
vemos todos lo mismo: 
vemos la tierra, el agua, el aire, el fuego, 
las criaturas efímeras... Dormidos 
cada uno está en su mundo, 
en su exclusivo mundo: 
hermético, cerrado a ajenos ojos, 
a ajenas almas; cada mente hila 
su propio ensueño (o su verdad: ¡quién sabe!) 

Ni el ser más adorado 
puede entrar con nosotros por la puerta 
de nuestro sueño. Ni la esposa misma 
que comparte tu lecho 
y te oye dialogar con los fantasmas 
que surcan por tu espíritu 
mientras duermes, podría, 
aun cuando lo ansiara, 
traspasar los umbrales de ese mundo, 
de tu mundo mirífico de sombras. 

¡Oh, bienaventurados los que duermen! 
Para ellos se extingue cada noche, 
con todo su dolor el universo 
que diariamente crea nuestro espíritu. 
Al apagar su luz se apaga el cosmos. 

El castigo mayor es la vigilia: 
el insomnio es destierro 
del mejor paraíso... 

Nadie, ni el más feliz, restar querría 
horas al sueño para ser dichoso. 
Ni la mujer amada 
vale lo que un dormir manso y sereno 
en los brazos de Aquel que nos sugiere 
santas inspiraciones. .. 
«El día es de los hombres; mas la noche, 
de los dioses», decían los antiguos. 

No turbes, pues, mi paz con tus discursos, 
amigo: mucho sabes; 
pero mi sueño sabe más... ¡Aléjate! 
No quiero gloria ni heredad ninguna: 
yo lo que tengo, amigo, es un profundo 
deseo de dormir...


Amado Nervo