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domingo, 8 de septiembre de 2024

Un rayo de luz


 

En la penumbra suave de la aurora,

nace un rayo de luz, tímido y dorado,

atravesando sombras que atesoran

secretos de la noche, su legado.


Un rayo de esperanza, de consuelo,

rompe el velo de la fría madrugada,

pintando con su brillo el gris del cielo,

despierta la ciudad, aún adormecida.


Es la promesa nueva de un momento,

un cálido susurro al corazón,

un guiño de la vida, siempre atento,

que invita a renacer en su canción.


Se cuela entre las hojas de los árboles,

baila en las aguas claras de un arroyo,

y en cada esquina de la calle, hábil,

dibuja sombras breves, como un juego.


Un rayo de luz, tímido y brillante,

ilumina caminos olvidados,

y en cada rincón, aunque distante,

nos recuerda que aún hay sueños guardados.


martes, 3 de septiembre de 2024

La Casa del Más Allá


 

Hay una casa al final del sendero,

más allá del crepúsculo y la sombra,

allí donde el viento calla su lamento

y la luna se oculta entre la niebla.


Sus muros, antiguos como el tiempo,

son de un silencio denso y frío,

piedras que guardan secretos de siglos,

susurrando historias al olvido.


Sus puertas, cerradas con llaves de sombras,

no se abren con manos mortales;

solo aquellos que buscan respuestas

se atreven a cruzar sus umbrales.


En sus ventanas, el vidrio empañado

refleja memorias ya desvanecidas,

fantasmas de vidas que un día soñaron,

esperando un despertar en la bruma.


Dentro, los pasillos serpentean oscuros,

como pensamientos sin dirección,

con ecos de risas que ya no se escuchan

y lágrimas secas sin redención.


Hay sillas vacías alrededor de una mesa,

donde el polvo se posa en eterna vigilia,

esperando a aquellos que ya no regresan

del viaje sin retorno hacia la orilla.


La casa del más allá es un faro perdido,

en un mar sin estrellas ni puertos,

un refugio para almas errantes

que buscan consuelo en sus recuerdos.


Es un lugar donde el tiempo no existe,

donde la vida se encuentra con lo eterno,

una morada que invita al viajero

a contemplar lo desconocido y lo incierto.


Pero, ¿quién se atreve a cruzar el umbral

cuando el corazón aún late con fuerza?

La casa del más allá nos llama en susurros,

mas solo entran los que llegan en paz.


Porque en sus rincones, entre sombras y polvo,

descansa la verdad del destino final,

que no es el fin, ni es el olvido,

sino un comienzo en el silencio total.








jueves, 22 de agosto de 2024

Perdida


 

En la bruma de un sueño sin final,

me pierdo entre sombras de un ayer lejano,

buscando el eco de un suspiro olvidado,

donde el tiempo, inclemente, dejó su señal.


Mis pasos, errantes, dibujan senderos

en un bosque de recuerdos que no volverán,

cada hoja caída es un anhelo,

cada rama rota, un destino que no se cumplirá.


Me hundo en la niebla, en la distancia,

donde se ahogan las voces de un amor marchito,

y la soledad se cierne con su manto infinito,

cubriendo mi alma con su fría fragancia.


Perdida estoy, en un laberinto sin salida,

donde la luz se desdibuja en la penumbra,

y el latido del corazón, apenas se escucha,

como un susurro de una vida ya extinguida.


¿Dónde hallaré la senda de regreso?

¿Dónde está la puerta a la paz ansiada?

Si todo lo que fui, se ha desvanecido en la nada,

y en el vacío, mi ser se encuentra preso.


Pero aún en la pérdida, en la desolación,

hay un eco, una chispa de esperanza tenue,

un rayo de sol que, aunque tenue,

me susurra que tal vez, hay redención.