Bajo el cielo azul del verano,
cuando el sol se despide en el monte,
tus ojos brillan en la tarde,
Madre pura, Virgen de la Asunción
Tu manto acaricia la brisa,
que nos trae susurros de fe,
el rezo de los hijos que imploran
tu bendición, tu dulce poder.
En el corazón del pueblo,
resuenan campanas de amor,
los fieles, con flores y cantos,
te ofrecen su humilde fervor.
Eres estrella en la noche oscura,
guía en el mar de la incertidumbre,
con tu luz, esperanza segura,
consuelo en el pesar y en la duda.
Virgen santa, reina del cielo,
en este día de gloria y luz,
contempla nuestro anhelo sincero,
lleva nuestras plegarias a Jesús.
Que tu gracia nos envuelva siempre,
como el aire que da vida al ser,
y en cada Quince de Agosto,
te cantemos con amor y con fe.
Amén.
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