En mi pecho late un son,
una melodía eterna,
es la música del alma,
que en silencio se entremezcla.
Cada nota es un suspiro,
cada acorde, una emoción,
que dibuja en mi interior
el compás del corazón.
El viento trae acordes suaves,
como un canto de esperanza,
y en cada vibración se esconde
el eco de una añoranza.
El ritmo fluye en mis venas,
como un río que no cesa,
y en cada golpe de tambor
resuena mi fortaleza.
Es un himno a la vida,
una sinfonía en flor,
que se enreda en mis sentidos
y me eleva al interior.
La música es mi lenguaje,
mi refugio, mi razón,
es la danza de mi espíritu,
es mi voz, mi confesión.
Y así, con el alma abierta,
y el corazón en canción,
dejo que la música hable,
que sea ella mi oración.
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