En la terraza se extiende el día,
bajo el sol dorado, la calma brilla,
con el café humeante y la melodía,
de risas y murmullos en la orilla.
El viento suave acaricia las mejillas,
susurra secretos de antaño,
la ciudad a nuestros pies brilla,
un mosaico vivo en este instante urbano.
Las flores en macetas se mecen,
al compás de una brisa que embriaga,
el tiempo aquí, sin prisas, perece,
y en nuestros corazones se arraiga.
Los tejados rojos, las vidas cercanas,
historias que el sol pinta de ocres,
la tarde se adentra, y en las ventanas,
se asoman los sueños, los días que corren.
Terraceando, el mundo se detiene,
en este rincón de paz hallamos,
el refugio donde el alma se entretiene,
y la vida, en susurros, disfrutamos.
Las estrellas pronto vendrán,
a llenar de luz la noche serena,
y aquí estaremos, tú y yo, sin más afán,
terraceando, en un sueño que nos llena.
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