Pequeña joya del prado,
delicada y escarlata,
pintas de negro bordado,
que en la hoja te desatas.
Vuelas libre en la mañana,
como un punto que se eleva,
de la flor a la ventana,
danza tierna que se nieva.
Entre pétalos y sueños,
recorres tu breve viaje,
sin pensar en los pequeños,
obstáculos de tu paisaje.
Sol de mediodía brilla,
en tu armadura tan frágil,
eres la vida sencilla,
un milagro diminuto y ágil.
Mariquita, mensajera,
de la suerte y la alegría,
tu presencia siempre espera,
el alma que se extravía.
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