En un rincón bucólico, de campos enlazados,
donde el sol se derrama con rayos dorados,
se alza un banquete sencillo, sin alardes vanos,
donde el buen ambiente y la risa son regalos.
La comida campestre, en mantel extendido,
nos brinda un abrazo con sabor compartido,
amigos reunidos, en armonía y cariño,
donde cada bocado es un festín divino.
El aroma del pan recién horneado,
se entrelaza en el aire, de sueños adornado,
y en la cesta de mimbre, frutas jugosas se guardan,
sabores de la tierra, que al paladar halagan.
Las manos se unen, como hilos enlazados,
entre risas y charlas, secretos compartidos,
y en cada mirada, brilla un destello sincero,
amigos de verdad, corazones compañeros.
La brisa susurra canciones en la hierba,
y el cielo sonríe, sereno y sin tregua,
mientras los platos se llenan de manjares,
el amor y respeto, en inigualable.
El vino fluye suave, deleitando los sentidos,
como canto de sirena, nos lleva a otro abrigo,
y entre copa y copa, los brindis se desatan,
celebrando la amistad, que nunca se desgasta.
No importa el festín que ante nosotros se extiende,
pues el verdadero tesoro es la gente que se entiende,
unidos por la mesa, pero también por el alma,
en este rincón campestre, donde el amor se enmarca.
Y así, entre risas y buenos momentos compartidos,
con la comida campestre como símbolo bendito,
se crea un vínculo eterno, que el tiempo no erosiona,
un recuerdo imborrable, de amistad que siempre emociona.
En este poema, respiro el aroma del campo,
la ternura de amigos, en un abrazo profundo,
y guardo en mi corazón, con cariño y devoción,
la esencia de aquel día, donde todo fue ilusión.
Gracias Miren , por haber compartido esta día campestre y haberlo reflejado también con este poema , eres muy linda leído a
ResponderEliminarGracias
EliminarMe gusta, Miren ,
ResponderEliminarGracias Pitita
EliminarPrecioso Miren
ResponderEliminarGracias
EliminarEstupendo Miren
ResponderEliminarGracias
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