En un día de tristeza, el sol se esconde en mi alma,
las nubes grises cubren mi cielo con su manto de calma.
Las lágrimas brotan como ríos desbordados,
y mi corazón susurra sus penas en silencio guardadas.
Los suspiros se entrelazan con el viento frío,
miro al horizonte y solo veo un vacío.
Las risas y alegrías se han ido sin avisar,
y en este día de tristeza, no puedo dejar de llorar.
Mis ojos se empañan con cada recuerdo perdido,
los sueños desvanecidos, los momentos vividos.
La melancolía abraza mi ser sin piedad,
y en cada latido, siento cómo se desvanece la felicidad.
Pero en medio de esta oscuridad que me envuelve,
encuentro una pequeña chispa, una luz que se atreve.
Es la esperanza que me susurra al oído,
que los días de tristeza son parte del camino.
Así que secaré mis lágrimas y seguiré adelante,
consciente de que esta tristeza es solo un instante.
Pues en cada día oscuro, hay una promesa de luz,
con fe en mi corazón, encontraré la paz, lo sé, lo intuyo.
Aunque hoy el sol se oculte y las sombras me abracen,
sé que tras la tormenta, el arcoíris nace.
La tristeza es solo un peldaño en mi historia,
con valentía y amor, construiré mi propia victoria.
Así que permito que la tristeza fluya en mí,
pero no dejaré que se adueñe de lo que soy aquí.
Porque sé que en mi interior hay fuerza y resiliencia,
y en este día de tristeza, encontraré la esencia de mi existencia.
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