En la pradera de sueños y verdor,
donde el viento susurra con dulzura,
nace un lirio, humilde y seductor,
una joya que cautiva con ternura.
En su tallo erguido y esbelto,
se alza con gracia y sin arrogancia,
sus pétalos blancos, un encanto suelto,
que danzan al compás de la fragancia.
Lirio silvestre, tesoro del campo,
con tu pureza y delicadeza,
inspiras versos y tejes un tramo,
de poesía que emana con belleza.
En tu sereno y modesto resplandor,
reflejas la humildad de la naturaleza,
y en cada pétalo, un suspiro de amor,
una esencia que embriaga con sutileza.
Eres un regalo de la madre tierra,
un testigo mudo de la vida en su esencia,
con tu presencia, la tristeza se destierra,
y se abraza la esperanza y la paciencia.
Lirio silvestre, símbolo de pureza,
con tu elegancia sencilla y cautivante,
mi pluma se rinde ante tu belleza,
y te convierte en un poema palpitante.
Que tus días sean eternos, lirio querido,
y que sigas engalanando el paisaje,
con tu gracia y encanto florecido,
inspirando sueños en cada viaje.
¡Oh lirio silvestre, tesoro incomparable!,
con tu simpleza conquistas los corazones,
y en cada verso, en cada palabra inmarcesible,
mi alma te celebra con fervor y emociones.