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viernes, 29 de abril de 2016

Tríptico de la noche (I)




Oh noche! ¡Oh noche! Detén a los paseantes 
con el rumor de aurora de tus astros extasiados.

El amor es la razón de tus árboles dormidos, 
del silencio que corre por tus venas aurorales 
porque en ti las bocas son nidos 
y las palabras aves que pronuncian tu mensaje.

¡Oh noche! Detén a los paseantes 
que surgieron como una onda física, 
como un axioma en flor. 
Deténlos en la aurora de sus besos, 
perfílalos de umbral contra el silencio,
que sea eterno el ángulo que dibujan sus deseos. 
¡Oh noche! Tú que tienes el valor del día 
y que escondes en tu índole un sol nuevo.

Tú puedes contra el tiempo revivir en verdes pinos, 
azular el espacio detenido en una huella, 
hacer que el lecho vibre con un ópalo... 
¡Oh noche! Tú que puedes detener a los amantes, 
detén a estos viajeros que han llegado sin aliento. 
Son ellos los viajeros que ayer partieron desde un beso 
y que ahora se pasean por un nimbo sin designios. 
Ahora sus pupilas centellean, cruzan sus espadas 
para quedar impresas en panoplia eternizada. 
Ellos tienen un secreto que compartir contigo, 
un secreto que un pensil de instinto ha levantado. 
¡Oh noche! Detén a los amantes 
con el rumor de aurora de tus astros extasiados.




¡

lunes, 21 de marzo de 2016

EL TÉ Y LA SALVIA




El té, viniendo del imperio chino,
se encontró con la salvia en el camino.
Ella le dijo: «Adónde vas, compadre?»
«A Europa voy, comadre,
donde sé que me compran a buen precio.»
«Yo», respondió la salvia, «voy a China,
que allá con sumo aprecio
me reciben por gusto y medicina.
En Europa me tratan de salvaje,
y jamás he podido hacer fortuna.
Anda con Dios. No perderás el viaje,
pues no hay nación alguna
que a todo lo extranjero
no dé con gusto aplausos y dinero».
La salvia me perdone,
que al comercio su máxima se opone.
Si hablase del comercio literario,
yo no defendería lo contrario,
porque en él para algunos es un vicio
lo que es en general un beneficio;
y español que tal vez recitaría
quinientos versos de Boileau y el Tasso,
puede ser que no sepa todavía
en qué lenguas los hizo Garcilaso.