Gaviotas de plumaje gris y blanco
sobrevuelan nuestros cuerpos sin sabernos.
Invaden el cielo de palabras nacidas en una latitud lejana,
como memoria azul que recorre la marea
en busca de una playa.
Se alejan cuando cae la tarde. En ocasiones,
parece que retroceden, pero se alejan.
Se llevan nuestros ojos en sus alas
y nos dejan los labios llenos de palabras
que intentamos pronunciar
y no sabemos.