En el pentagrama del tiempo, resuena la melodía,
un eco etéreo, la música, nuestra compañía.
Cada nota, un suspiro del alma que viaja,
en el día internacional, la sinfonía se despliega.
Amanece con acordes de aurora, suaves y tiernos,
la alborada se viste de tonos etéreos, eternos.
Las aves en coro entonan su canción,
celebrando la música, un regalo de inspiración.
En el arpegio del viento danzan las hojas,
una danza fugaz, como las olas rojas.
Los árboles son arpas que susurran secretos,
en este día, la música revela sus respetos.
En la partitura del día, la tarde comienza a componer,
los matices del cielo, un lienzo que va a renacer.
Las notas se entrelazan, formando un río de sonidos,
como una corriente que fluye, incontenible, en los abismos.
La noche se despliega con sus estrellas brillantes,
cada una, una nota en el concierto de los amantes.
La luna, un violín que canta en silencio,
en el vasto universo, la música es el aliento.
En las calles, en los corazones, en cada rincón,
la música une al mundo en un solo latido, unión.
Instrumentos diversos, voces que se entrelazan,
una sinfonía global, donde la paz abraza.
El día internacional de la música, una oda al arte,
un regalo que eleva el espíritu, en cualquier parte.
Que cada nota sea un lazo que conecta al ser humano,
en la partitura de la vida, el amor como hermano.
Así, en este día de celebración y gratitud,
elevamos nuestras voces en reconocimiento y plenitud.
La música, idioma universal que todos entendemos,
en su magia encontramos los sueños que sostenemos.