En el horizonte se alza el sol radiante,
mientras las olas acarician la arena brillante.
El mar se extiende en su vasta inmensidad,
como un lienzo azul de pura tranquilidad.
El amanecer despierta con su esplendor,
pintando el cielo con tonos de amor.
Las aves danzan en un vuelo sin cesar,
mientras la brisa marina las hace suspirar.
La arena dorada se calienta bajo mis pies,
mientras contemplo el mar, tan lleno de mies.
El murmullo de las olas es mi canción,
una melodía suave que acaricia mi corazón.
En el aire se mezclan aromas salados,
mientras las gaviotas cantan sus trinos alados.
El sol va en ascenso, iluminando el mar,
creando destellos que parecen danzar.
En este momento mágico, la paz me invade,
siento que mi alma se llena de felicidad.
El amanecer junto al mar es un regalo,
un tesoro que guardo en mi memoria, sin igual.
Y así, me quedo aquí, absorto en la belleza,
de este espectáculo divino que la naturaleza me ofrece.
En cada amanecer junto al mar encuentro mi ser,
y renuevo mi espíritu en cada nuevo amanecer.