Este desconocido es un cristiano
de serio porte y negra vestidura,
donde brilla no más la empuñadura
de su admirable estoque toledano.
Severa faz de palidez de lirio
surge de la golilla escarolado,
por la luz interior iluminada
de un macilento y religioso cirio.
Aunque sólo de Dios temores sabe,
por que el vitando hervor no le apasione,
del mundano placer perecedero,
en un gesto piadoso y noble y grave,
la mano abierta sobre el pecho pone,
como una disciplina, el caballero.