truena el viento, se filtra, anuncia
lluvia torrencial. Junto a Dios.
Reúno en la oración palabra y sueño.
Dejo tenue el vuelo del poema
entre algas reflotadas de un pantano.
Dios me perdona el ansia de imitarlo
y conversa, baja a la montaña,
me da sus Tablas con diamantes
colocados por voz en tablillas áuricas.
El verso palidece en la juntura
del vocablo y el silencio. La tarde
se deja acariciar casi una seda
crujiendo entre mis manos.
Y el poema se extiende hacia la luz
de la Isla, hacia la vida nuestra.