Ante el espejo de la vida me detengo,
reflejo de días que se van desvaneciendo.
En el cristal del tiempo, se dibuja mi historia,
un lienzo de momentos, de risas y de gloria.
En la superficie, se reflejan mis sueños,
como estrellas que brillan en cielos risueños.
Mis ojos, testigos de risas y llanto,
refugian secretos, guardan un encanto.
Las arrugas cuentan capítulos vividos,
historias grabadas en surcos, compartidas.
El cabello, testigo del paso implacable,
testimonio silente de un viaje inquebrantable.
Ante el espejo, veo la verdad desnuda,
la esencia del alma, la luz que se escuda.
Los años tallan la piel, pero no el espíritu,
la llama interior que persiste infinita.
En la penumbra de la nostalgia se asoma,
la imagen que soy, la que el tiempo reforma.
Pero en el reflejo, encuentro fortaleza,
resiliencia que surge con cada travesía.
Ante el espejo, no solo veo mi reflejo,
sino la evolución de un ser complejo.
Soy el poema que la vida escribe,
con versos de amor, con letras que vibran.
En cada arruga, un relato se esconde,
en cada línea, la verdad responde.
Ante el espejo, acepto mi ser completo,
un poema en constante crecimiento.
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