Un niño va a nacer. Y es una pena
que estén oliendo a llanto sus pañales,
que no haya ni un clavel ni una azucena
para aromar sus besos iniciales.
Un niño va a nacer, un universo
de amor brotando, apenas, de un gemido,
una canción inacabable, un verso
que vencerá a la muerte y al olvido.
Un niño va a nacer y nadie sabe
qué hacer para que el mundo se sonría,
porque entre tantas lágrimas no cabe
que pueda florecer tanta alegría.
Un niño va a nacer... Necesitamos
rosas urgentes, besos infantiles,
palmas alegres y olorosos ramos
para enterrar un mundo de fusiles.
Hagamos una tregua en la batalla.
Convirtamos en cántico la arenga.
Que un niño va a nacer... ¡no sea que vaya
a mancharse de sangre cuando venga...!
Que un niño va a nacer y todavía
ni pañales ni sábanas tenemos,
que está nevando el odio y si se enfría
¿con qué ropa de amor le envolveremos?
Pongamos rosas y claveles rojos
en el quicio de todas las ventanas,
inundemos de pájaros los ojos
y volteemos todas las campanas.
Cantemos la esperanza que aprendimos
de memoria cuando éramos pequeños
y vendimiemos todos los racimos
que aún quedan en la viña de los sueños.
Que un niño va a nacer y ¡qué sería
de nosotros, amor, si descubriera
que para recibir tanta alegría
nos queda ya tan poca primavera!