estrujando entre las manos
el silencio umbroso de los solos.
Altera su vigilia la incógnita lejana
del rugir de la calle.
¿Son los mismos pobladores del día
los que tremolan?
¿O son los lémures crepitantes
de la noche?
Con los ojos cerrados
imagina cuerpos sin rostro,
venganzas sin sentido,
incongruencias,
en medio de una ordalía
de misterios.
Cuerpos sin rostro imagina
espíritus sin concierto tal vez,
sin armonías.
El solitario insomne
desespera por sueños, que liberen
esa extraña compañía
de lentos pájaros oscuros,
en su ir y venir,
desde el estrépito,
allá lejos.