Muñeco frágil, de blanca piel,
tus ojos brillan sin ver el ayer.
De porcelana es tu cuerpo sutil,
inmóvil, silencioso, de rostro gentil.
En tus mejillas, un tenue rubor,
pintado con manos que imitan amor.
Pero tú, muñeco, no sabes sentir,
ni el frío de la noche, ni el calor del vivir.
En tu quietud habitas el tiempo,
sin lágrimas, sin risas, sin aliento.
Tus labios sellados no cuentan historias,
solo guardas el eco de viejas memorias.
Te visten, te adornan, te observan sin fin,
eres perfecto, sin dolor ni confín.
Pero en tu fragilidad hay algo profundo,
la tristeza de ser un reflejo del mundo.
Muñeco de porcelana, eterno y callado,
en ti se oculta un secreto olvidado.
Eres la sombra de lo que quisiera ser,
un alma libre, sin miedo a romper.
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