En el rincón de la casa,
como un guardián del tiempo,
el reloj de cuco espera
a su fiel momento.
Con su esfera gastada,
y sus manecillas lentas,
va marcando el paso
de horas soñolientas.
Al sonar la campanada,
sale un pajarillo,
con su canto breve,
tan fresco y sencillo.
Cuco, cuco, repite,
su voz en el aire,
anunciando la vida,
sin prisa, sin alarde.
Los niños lo observan
con ojos curiosos,
y en cada "cuco, cuco"
se esconden sus gozos.
Pero el cuco es sabio,
y sabe que un día,
dejará su canto,
y su fantasía.
Entonces, quedará,
como un eco en la sala,
el viejo reloj de cuco
con su historia callada.