De la ermita perdida
en la falda del monte solitario,
imagen de mi vida
entre ruinas se eleva el campanario.
Mi vida fracasó: desvanecidos
contemplé mis anhelos; y mis hombros
siento que ya vacilan doloridos
de sostener escombros.
Pero en mi pecho se conserva sana
como en mi fuerte juventud lejana,
la recóndita fibra,
donde cual entre ruinas la campana,
el ideal aún vibra.
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