Aunque estaba pronta a entregarse, me abstuve de
ella, y no obedecí la tentación que me ofrecía Satán.
Apareció sin velo en la noche, y las tinieblas nocturnas,
iluminadas por su rostro, también levantaron aquella vez sus velos.
No había mirada suya en la que no hubiera incentivos
que revolucionaban los corazones.
Mas di fuerzas al precepto divino que condena la
lujuria sobre las arrancadas caprichosas del corcel de mi pasión, para que mi
instinto no se resbalase contra la castidad.
Y, así, pasé con ella la noche como el pequeño camello
sediento al que el bozal impide mamar.
Tal, un vergel, donde para uno como yo no hay otro
provecho que el ver y el oler.
Que no soy yo como las bestias abandonadas que
toman los jardines como pasto.
ella, y no obedecí la tentación que me ofrecía Satán.
Apareció sin velo en la noche, y las tinieblas nocturnas,
iluminadas por su rostro, también levantaron aquella vez sus velos.
No había mirada suya en la que no hubiera incentivos
que revolucionaban los corazones.
Mas di fuerzas al precepto divino que condena la
lujuria sobre las arrancadas caprichosas del corcel de mi pasión, para que mi
instinto no se resbalase contra la castidad.
Y, así, pasé con ella la noche como el pequeño camello
sediento al que el bozal impide mamar.
Tal, un vergel, donde para uno como yo no hay otro
provecho que el ver y el oler.
Que no soy yo como las bestias abandonadas que
toman los jardines como pasto.
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