Estabas esperando, tierra mía, la lluvia
que te reverdeciera.
Fuiste amarilleándote, secándote,
hasta no entender nada y enterrarte en ti misma.
Hoy llueve y llueve y llueve, y hoy verdean
las hierbas que un aliento de viento suave mueve.
Y hoy quiero, tierra mía, reverdecer contigo,
y como tú asomarme por fuera de mí mismo!
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